Tuesday, November 12, 2013
Presentación de "Pensamiento a debate" por Pablo Kraudy
Presentación de
Pensamiento a Debate, de Aurora Suárez y Freddy Quezada. Biblioteca del Banco
Central de Nicaragua, 19 de abril de 2013
Por Pablo Kraudy
Cuando me planteé cómo presentar este nuevo libro de
Freddy Quezada y Aurora Suárez, cuyo título ha de parecernos sumamente
sugerente, Pensamiento a debate, vino
a mi memoria –paradójico a lo mejor, pues pudiera considerarse todo lo opuesto
a lo sugerente de dicho título– un poema breve de José Coronel Urtecho al que
en ocasiones aludo en las aulas de clase para referirme a la actitud que aún suele
adoptarse, particularmente entre los jóvenes, ante las construcciones
intelectuales de diversas índole. El poema de Coronel, “Nota en un libro de
historia” (1964), dice así:
Mientras hojeo historiadores y
tomo notas
un pajarito canta entre las hojas
de una rama
y su canto un
silbido, tal vez una llamada
me saca de la Historia.
Para entonces ya habían visto luz pública dos tomos de
sus Reflexiones sobre la historia de
Nicaragua (De Gainza a Somoza), y el tercero (subtitulado a modo de
ampliación del anterior: II B – Explicaciones y revisiones) aparecería en 1967.
Seguramente esos versos reflejan una vivencia real de
quien, esencialmente poeta, se ocupaba en discernir y hacer inteligible el
sentido de nuestra historia. Pero no sólo poeta, también un nicaragüense que
nos coloca en perspectiva, como rasgo idiosincrático, cierta propensión a la
sensibilidad estética, ante la insuficiencia en el orden de la actitud
teorética y el pensamiento crítico.
Pues bien, a qué obedeció esa evocación suscitada por
el reciente libro de Suarez y Quezada. Si fuese tomada la alusión de modo
literal, se extraería sin duda una conclusión negativa, cuando en verdad no
estaba respondiendo a ella. Sería como tener la sospecha de que el libro de nuestros
amigos podría caer en manos de un lector que, iniciado en su lectura, terminase
abandonándola por otros deleites. En una ocasión Cortázar aludió haber
experimentado también situaciones semejantes.
Dando por sentado lo deseable que sería que todo libro
encontrase siempre su apropiado lector, permítaseme dos acotaciones breves a
dicha evocación, una por el lado del lector, y una por lado del creador.
En primer lugar, por el lado del lector, situados en
nuestro medio en donde es bien sabido que la lectura no logra niveles óptimos
en cantidad y calidad, representa un desafío personal tomar un libro entre las
manos y no dejarlo hasta llegar a la última página. Tal desafío se acreciente
de repente cuando escuchamos entre jóvenes frases como “pensar da dolor de
cabeza”, justificando rehuir a esa dimensión de su ser y colocándonos en la
perspectiva inversa de la comprensión moderna del hombre y del intelectual que
critican Suarez y Quezada. “La cultura moderna –dice María Zambrano– fue
arrojando de sí al ser total del hombre, cuidándose sólo de su pensamiento”.
Un libro como el que esta tarde nos da cita, en el
que, los autores lo advierten, hallaremos luces y sombras en el estilo y las
proposiciones, hay que leerlo pensando, superando uno y otro extremo, sobre
todo por que trae consigo un emplazamiento al que sólo de modo personal se
puede responder, pues es el emplazamiento que encarna nuestra propia integridad
como personas, como cuerpos pensantes.
Valga recordar la acepción aristotélica del ser humano
como animal racional, de la que en la historia tradicional del pensamiento se
ha tendido a destacar la nota que diferencia al ser humano de los animales, la
nota de racionalidad, abstrayéndola de la cara a la que esta irremediablemente
unida en el concepto del estagirita, la nota de animalidad, de corporeidad, sin
la cual no tendría existencia.
Por otra parte, del lado del creador –ambos autores–,
la reiteración de estar ya en tiempo los creadores nicaragüense para enfrentar
retos de mayor alcance en sus temas y métodos de elaboración intelectual, más
allá de los indudables logros en las obras de ficción y los estudios
contextuales.
Pues bien, con este libro, afirmaba Freddy en cierta
ocasión que conversamos, vendrían a poner cierre a su ocupación en el tema del
pensamiento, constituyendo así una trilogía formada por Pensamiento contemporáneo, Debates
contemporáneos, y ahora Pensamiento a
debate, libros titulados casi a modo de juego o ejercicio silogístico, en
donde los dos primeros funcionan como premisas, para mediante el último deducir
una conclusión.
Un título sugerente, decíamos, en tanto que contiene
en sí mismo un contenido y una incitación. Su contenido, la dupla
pensamiento/pensador, particularmente la idea del pensamiento separado de los
cuerpos –y temas a este conexos–, respecto del cual debemos tener en mente los
planteamientos expuestos por los autores como los cuestionados por ellos, en lo
que, en sus palabras, es una “iniciativa de debatir sobre algo que pocas veces
se ha sometido a interrogatorio tan profundo como los que él somete a sus
objetos” (13); y una incitación, no por el ejercicio de debatiente en que los
autores confrontan otros puntos de vistas, sino por el hecho mismo de que sus
proposiciones y valoraciones, que pueden parecer al lector controversiales y discutibles,
de lo cual los autores están conscientes y lo muestran al calificar la obra de
“libro bonzo (…que) se pega fuego a sí mismo” (13), invitan sin embargo a tomar
parte, tal vez silenciosa, del debate.
Se trata de un libro que a sí mismo se
presenta, tanto por cuanto las motivaciones de los autores como por su
contenido y su composición. Al lector le será fácilmente observable la
incidencia de las nuevas tecnologías en la estructuración, formal y eidética,
de las argumentaciones.
La cuestión abordada podemos sintetizarla con palabras
de los autores a como sigue: “La verdadera batalla de todos los tiempos ha
sido, pues, entre el pensamiento y los cuerpos. Hasta hoy, ha triunfado aquel
sobre éstos. El pensar separado, por fuera y encima de los cuerpos, es un
invento de las religiones, refinado por la filosofía, la ciencia y la
tecnología” (18). Reto actual es el paso o regreso del pensamiento a su propio
asiento, “de la episteme a la sabiduría;
de la unión del mensaje al mensajero; del reintegro de la razón a los cuerpos” (83),
en cuya dirección han avanzado filósofos y pensadores de la india,
particularmente Osho, Jiddu Krishnamurti y U. G. Krishnamurti, decisivos en las
reflexiones que Suarez y Quezada nos presentan, y a quienes integran en el que
denominan Paradigma 82.
Durante la modernidad, este proceso atraviesa al menos
tres etapas: la primera comprende el dominio del pensamiento eurocéntrico, desde
Descartes hasta la época actual, en donde la fractura ontológica del ser humano
que adquirió ciudadanía desde el pensamiento griego, persiste y profundiza.
Refiriéndose a ello, María Zambrano decía: “La
filosofía, por su parte, no ha tomado tradicionalmente en consideración al
cuerpo; sólo inevitablemente cuando se ha tratado de definir al hombre,
entonces sí, ya no era posible eludir el hecho de que el hombre sea un ser
corpóreo. Más aún esto no ha sido siempre así. Filosofías ha habido que no lo
mencionaron siquiera, como si lo ´humano´ fuese una especie de razón descarnada”.
Durante esta época el pensamiento se comprende como
solución. “Las premisas, fundamentos, procedimientos, fines y, en general, toda
la lógica del conocimiento moderno –afirmas los autores–, reside en resolver
problemas. Pensador que no resuelve problemas, pensador que no sirve.
Pensamiento que empieza a dar más problemas de los que remedia, pensamiento que
no sirve”. Y más adelante agregan: “Desde la linealidad de la ciencia
newtoniana de la primera hora, no hemos podido desprendernos de la idea … que
saber una cosa es la mitad de su solución y que la otra mitad, correrá a cargo
de aplicar la ciencia pura a una técnica, o a una práctica que deberá ajustarse
al canon causal” (62).
La segunda, etapa del descentramiento de
eurocentrismo, con los decoloniales y el pensamiento queer, que pese a la crítica de la modernidad occidental, pese a
haber situado el pensamiento como un problema, termina atrapada en la
comprensión del pensamiento como solución;
La tercera, corresponde al grupo de pensadores hindúes
con los que los autores se identifican, entre quienes “el pensamiento será
señalado como problema” y no como solución, y “los pensadores, como
separaciones del mismo fenómeno, serán el objeto” (39). De ahí una paradoja: la
necesidad de reintegrar lo que hemos vivido en la ilusión de hallarse separado,
y consecuentemente, “reintegrar lo que nunca ha estado separado” por ser
términos inseparables de una misma realidad (45).
“Hasta hoy
dominó el ´pensar es desprenderse´ descartiano –concluyen los autores–. De lo
que se trata de aquí en adelante es de ´desprenderse del pensar´”.
“Cuando el pensador reconozca que los demás piensan
tanto como él, se reconciliará con la gente y desaparecerá”. (77)
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment