ULITEO LA PAGINA DE "NADIE" (ULISES) Y DE "TODOS" (PROTEO)

Saturday, December 30, 2006

Víctor Canifrú: El señor de los amarillos

CANIFRU Y LOS AMARILLOS
Por Freddy Quezada
Amaneceres y atardeceres anudados en una banda de Moebius. Hay algo en este pintor que, a mi juicio, sintetiza el placer y el dolor y, al parecer, con la colaboración alegre e inconsciente de sí mismo, en el amarillo, más bien en los amarillos. La mayor parte de las obras de su nueva colección están, si se me permite la expresión, crucificadas dulcemente (con ese placer que sienten los cristianos en el momento culminante de un cáliz, amarillo precisamente, que los hace recordar el sacrificio de Jesús) por las tonalidades del amarillo; en algunas de ellas, incluso, tenues pero firmes.

Sabemos que el blanco contiene a todos los colores, cuando los hacemos girar a gran velocidad en un espectroscopio, pero Víctor Canifrú me ha hecho ver, de nuevo, que sólo el amarillo es el que contiene todas las emociones; hasta las más opuestas. ¿Será ese el secreto de la Iglesia y de ahi esa bandera blanca y amarilla?
El desprecio con el que los occidentales llaman a los chinos "amarillos", no cuenta que, en su hora de venganza, se les regresará a la cara en un solo gargajo: capitalismo, socialismo, mercado, pujanza económica, marxismo de margarina, sabiduría milenaria, despotismo, poder de potencia primera. Todo en uno.

Hace mucho tiempo se hizo célebre aquella teoría freudiana que creía que los burgueses padecían de estreñimiento por la ansiedad que les ocasionaba la acumulación de capitales. El amarillo fecal se juntaba con el amarillo del oro. La fórmula del éxito era la retención. “El amarillo es el color de la cobardía y va asociado a las personas marginales y objeto de rechazo, los locos, los musulmanes, los judíos, pero también es celebrado como el color del oro, entendido como el más solar y el más precioso de los metales”, nos dice Umberto Eco, en su monumental Historia de la Belleza, describiendo el significado de los colores en la Edad Media.

Milán Kundera, en una de sus novelas, narra cómo el hijo de Stalin muere electrocutado en un campo de concentración nazi, diciéndose a sí mismo y a los demás que él, como hijo de Stalin, era inmortal; el novelista checo, dice que nadie estuvo al mismo tiempo tan cerca de la mierda como de la gloria. El amarillo debió ser la bandera de esta decisión asumida por un solo miserable.

En Víctor Canifrú, sus amarillos son unas angustiosas alegrías que nos invitan a desestabilizar oposiciones y regímenes de significación, a renunciar a ese mundo de dualidad limpia que nos han enseñado desde la niñez. Un color que nos envuelve por completo y el cual esclaviza el pintor, hasta preguntarnos si necesitamos a los demás colores que ya pueden ser arbitrarios y completamente libres por decisión del autor mismo, que importa si les place reposar en hojas azules, juguetear en siluetas moradas o nadar en aguas rojas. ¿Sentid esa sensación en las ligeras gotas amarillas de El Coloquio de los Centauros, pintura que encabeza este comentario; o en la luz que atraviesan las redes del pescador; o en los filamentos de unas grandes hojas, espigas, prados o en las crines de unos caballos; o ese sol debajo de una botella, al frente de una chica en su momento más cobarde o al fondo de unas gaviotas en su momento más feliz? Un solo color reúne a los opuestos. Si el amarillo de las tardes nos derrotan, como dijo una vez Jorge Luis Borges, también el de las auroras, como diré hoy yo, nos ganan.


Thursday, December 14, 2006

Castrochet

CASTROCHET

Por Freddy Quezada

Con todas las letras: Fidel Castro es un dictador. ¿Cuál es el miedo a decirlo? Hasta hace poco, todo tipo de intelectual lo decía sin escrúpulos, remordimientos o vergüenza. Pasaba que había caído el socialismo real e imaginario y los intelectuales, a quienes le debemos el encumbramiento de todos los dictadores, césares y líderes (el Himno “La Internacional”, de inspiración anarquista, de E. Pottier, a contra pelo dice en unos de su párrafos “ni Dios ni Césares”), se habían desencantado. Y estaban rabiosos. Con el ascenso del populismo latinoamericano, lo están cada vez menos. Hoy se dice en voz baja y con vergüenza: Castro es un dictador.

La izquierda mundial y en especial la latinoamericana, viene de manifestarlo tímidamente con la caída del Muro de Berlín, pero desde que han venido asumiendo en AL los gobiernos neoestructuralistas, para usar un eufemismo venido de la economía, lo vienen diciendo cada vez menos. Esta actitud ambigua, más que sus obsesiones, fue lo que les valió ese largo chiste de Carlos Alberto Montaner y sus cómplices en “Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano”. Huyendo como ratas, se fueron del barco muchos intelectuales que desertaron del sueño de la razón moderna: la utopía socialista. Y ganaron algo de lucidez, al reconocer en sus antiguos ídolos, dictadores vulgares y siniestros. Pero ahora que olfatean el poder de nuevo, muchos de ellos se están acercando sigilosamente a los capitanes (Galeano, Benedetti, Chomsky, Borón, Petras, Saramago, etc) que prefirieron hundirse con su viejo código de honor.

Nada hay más fácil que decir que Pinochet era un dictador, pero, pregunta para la izquierda latinoamericana, Fidel? Aquí se quiebran y se hacen un “colocho” para explicar su posición: " sí pero no; es un dictador necesario; es un dictador ilustrado; es un gran dirigente; es un líder brillante, etc".

Michel Matellart, una investigadora de verdad brillante sobre el papel de las comunicaciones, llegó incluso, en el colmo del retroceso, a lamentarse que Castro, como en otros tiempos los revolucionarios con Marx, fuera mortal. Y nos dejara solos y en el desamparo. No lo logro digerir aún.

La Dictadura del proletariado que se usaba con franqueza y hasta orgullo en otros tiempos (Mao y Trotsky en esto fueron proverbiales), se definía como la dictadura de una clase sobre la otra. Todo era sencillo y claro. Y la democracia era la dictadura “blanda” de la burguesía; más sencillo aún. Nadie se podía equivocar.

El creyente en la democracia, cree que ambas dictaduras son iguales y simétricas (en la de izquierda se sacrifica la libertad, tanto como en la de derecha la igualdad, nos dicen) y se equivocan, por que el régimen que ellos defiende es otra dictadura más. Y una hermana juzga a las otras, siendo que todos ellas están atravesadas por el poder de la riqueza, del número y de la representación. El problema no es el reparto de la riqueza, la distribución de las libertades y la cobertura del poder, sino el poder mismo. La solución es el problema.

El anarquista (esos “locos” que rescataron lo mejor del liberalismo clásico y lo mejor del socialismo antiautoritario) es el único que supo ver los signos autoritarios en cualquier lado, por eso es enemigo de todo el mundo moderno organizado en autoridades del Estado (monopolio de la violencia legítima) en pensamiento (autores canónicos) y reglas y normas de los juegos de lenguaje (autorizaciones y prohibiciones), etc. Su pasión es la libertad y su enemigo el control. Los más inteligentes de ellos, han sabido devolver el golpe proponiendo controlar a los controladores con las viejas normas sencillas de la Comuna de Paris de 1871 y la penalización de las promesas dentro y fuera de las organizaciones.

Para la derecha, es un placer repetir una y otra vez que el castrismo es una dictadura violenta y sanguinaria, y están esperando su muerte en Miami para dejarse ir en la más larga y alegre conga de todos los tiempos con música de Celia Cruz de fondo. Mientras, dentro de la Isla, la mayor parte se prepara para el entierro más faraónico de todos los tiempos, como el de los Funerales de la Mamá Grande que sin darse cuenta, al parecer, le hizo su amigo al Patriarca en su otoño. El placer y el dolor desgarran a Cuba y ninguna es menos cierta que la otra.

Augusto Pinochet murió, como una ironía de la Historia, el día de los Derechos Humanos, Castro lo hará, como otra, el día de los Inocentes? Entonces, creeremos la broma de esa señora que absolverá a un cadáver?

Wednesday, December 13, 2006

Cómo controlar a los que nos controlan

PLEGARIA ANARQUISTA

Por Freddy Quezada

Una de las estafas más grandes de la historia (los emancipadores todavía la escriben con mayúscula) que escribieron los vencedores, fue hacernos creer el cuento que los marxistas eran los científicos y los anarquistas los utópicos. Si de verdad los socialistas, como los liberales, fueron los creadores y sepultureros a un tiempo de sus propios sueños racionales y modernos, lo contrario no fue menos cierto, que los anarquistas, esos terceros incómodos y silenciados por sus continuas derrotas, fueron los verdaderos “científicos”, si le acordamos la acepción que una de sus variedades más radicales, le ha atribuido siempre a una ciencia en la que, por lo demás, no creen: el poder de controlar a quienes nos controlan. Fourier, con su manojo de reglas, en este sentido, nunca tuvo nada de ingenuo. Así, pues, los marxistas fueron los verdaderos utópicos y los anarquistas los verdaderos previsores. Los unos creyeron en leyes históricas risibles; los otros, en la ubicuidad de un poder tan creador como peligroso.

El neoliberalismo regresó como copia, kitsch vulgar del liberalismo clásico, hablando sandeces alrededor del fin de la Historia con un discurso prestado a Kójeve, y con formulitas monetarias obtenidas con éxito en condiciones dictatoriales. Hoy el marxismo amenaza con regresar, con sus viejas promesas incumplidas, pero también como pastiche de sus propios clásicos. La época de las copias sin originales, el postmodernismo y la época del poder de los imaginarios estratégicos, el postcolonialismo, nos reciben muy bien a todos. ¡Que bien se está entre una copia y otra; entre un discurso y otro! La licencia ya también la están tomando los anarquistas y me atrevo a imaginarlos a través del uso que harán de la paradoja, esa hija también de nuestra era.




Hace un buen rato escribí un trabajo sobre estos cuatro hombres que llamé “Los cuatro jinetes del porvenir”, pronosticando un papel de primer orden de la herencia de estos maestros en los paradigmas del siglo XXI.

Una de las cosas más cautivante es el empleo de las paradojas por parte de los cuatro.

Cioran: la idea del suicidio es la única que puede detenerlo.La mayoría de nosotros no nos matamos, precisamente porque podemos hacerlo.

Feyerabend: Para conocer la verdad hay que disponer de todos los métodos, incluyendo ninguno.

Krishnamurti: no hay que creer en ninguna autoridad, ni siquiera en mí.

Wittgenstein: para encontrar el sentido de las cosas, hay que recorrer una escalera donde, sólo al final, descubrimos su inutilidad.

Todas estas paradojas siguen el sencillo método de incluir a su opuesto. Y el asombro, la parálisis y la confusión, estallan. Sucede que le siguen la anulación (para parecer místico), la suspensión del juicio (epojé) para parecer escéptico y la polisemia para parecer anarquista. Aquí algunas recomendaciones derivadas de los maestros para controlar a los zánganos. Empezamos con el viejo truco taoista.

1. El mejor modo de controlar a los controladores es no hacerlo, porque de lo contrario seremos uno de ellos.

2. Controlar a los que dicen los controladores que los controlan a ellos: Dios, la Justicia, la Historia, el Bien, la Democracia, el Derecho, la Libertad, etc, por medio de un desconocimiento olímpico y alegre de todos esos conceptos.

3. Penalizar a los controladores. Estos pillos, buenos o malos, que importa, sino cumplen sus promesas políticas, hay que arrestarlos en nombre de la violación del Contrato Político (Contrato anarquista a diferencia de ese concepto inútil de Contrato Social o de ese peor llamado Constitución) o que paguen sus fiadores políticos. El chiste es pasar toda la lógica contractual del mercado a la política. En los contratos mercantiles quien no cumple se expone a penalizaciones. Igual debe ser en la política. Como en la compra y venta de mercancías, que importa si es de derecha, izquierda, centro, rico, ateo o no, gay o travesti, ideólogo, anarquista, etc. Sino cumple, va preso. Es sencillo.

4. Aplicar sin piedad las normas sencillas de la Comuna de París en 1870: rotabilidad, temporalidad, destituibilidad y salario de trabajador calificado. Hay que recordarles a las nuevas generaciones que los dirigentes de esta revuelta fueron los anarquistas y no los marxistas. Hay que agregar la realización de primarias dentro de los partidos políticos.

5. La Democracia y el Estado de Derecho se ven a sí mismos como los que controlan a los controladores públicos, pero son más bien estrategias para que los iguales en poder o riqueza no se impongan unos a otros de manera tan fácil y respeten más o menos ciertas reglas pero entre ellos (que a veces sus regímenes jurídicos logran anular unas con otras, como demostró Joly, al imaginar dialogando a Maquiavelo con Montesquieu). Estas propuestas anarquistas, totalmente distintas, no son entre iguales, sino de abajo hacia arriba y no a favor de caudillos o líderes nuestros, sino en contra de ellos, al mismo tiempo que en contra de los de arriba en general. Temblad, miserables, que ya sabrán lo que es tener la bota en el culo, todos los días. Así controlaremos a los que nos controlan.

Y no nos dejes caer en tentación...

Saturday, December 09, 2006

Las nuevas tribus

Las Nuevas Tribus


Por Aurora Suárez y Freddy Quezada


Desdibujados y desacreditados los conceptos de clases sociales, desplazados por otros que provienen de lógicas de consumo y culturas de rescate, asistimos a la presencia e invasión de las nuevas “tribus”, término privilegiado por la antropología clásica y el postmodernismo de masas, que está entre nosotros. La naturaleza y conexiones internas de las relaciones políticas que caracterizan a la Asamblea Nacional (AN) nicaragüense nos remiten al concepto de Tribu. Evans–Pritchard, la identifica como un “grupo de personas, con un nombre, una lengua y una cultura común que está dividida en unidades políticas diferentes” (que serían las tribus). O un “grupo autónomo, social y políticamente, de extensión definida, de homogeneidad cultural y organización social unificada que habita en un territorio que le pertenece” según Giner.

Ahora con el cambio de Gobierno asistimos a un retorno de esas tribus. Si retomamos un poco a Mafessoli quien nos dice: “Estamos frente a una organización de la sociedad en tribus. Lo que antes era marginal se ha vuelto central”. Plantea además, que no existe una "práctica doméstica" del hombre político actual, en otras palabras "ocuparse de la casa".

En todas las legislaturas que anteceden la actual, se ha visto el “honorable” comportamiento de los/as diputados/as. De hecho, quienes hemos tenido la oportunidad de observar su funcionamiento cualquier día que les visitemos, pareciera más estar presenciando un mercado persa en sus mejores horas de ventas (incluidas las “agarradas de pelo”) que una Asamblea Legislativa. Esa es la realidad de “forma”. Las sesiones, el escaño, transformados en una sucursal de sus empresas o negocios. Cualquier cosa, menos para lo que les pagamos con nuestros impuestos.

Las aprobaciones de las iniciativas de ley, responden única y exclusivamente en orden de prioridad, a los intereses de ellos/as y de sus caudillos. Ya no digamos las de orden social, se engavetan y envejecen hasta que aparecen grupos organizados o no de la sociedad civil presionando para su debida aprobación, si es que lo logran. Algunas aprobaciones ya forman parte de la agenda estratégica de lucha, por llamarle así, de organizaciones como UNEN, FETSALUD, ANDEN, UNE (que fue revivida), entre otras, cuando se discute el Presupuesto General de la República. En otras palabras, se arma la “infanzón” y comienza el relajo que tanto parece gustarnos a los/as nicas, mientras en el interior de esa porqueriza los “corbatudos y emblazeradas“, desde sus celulares arman sus bussines económicos o políticos como si nada pasara.

Por otro lado, la AN ha tomado un cariz de museo nacional. Existen diputados vitalicios, quienes despojados de vergüenza alguna forman parte de la triste memoria institucional de ese poder del Estado.

Veamos pues cómo quedó conformada y construyamos un posible escenario de lo que pudiese ser:
Del total de las 92 diputaciones el 23% corresponde a escaños que serán ocupados por mujeres, menos de la cuarta parte, es decir tendremos una AN esencialmente patriarcal. Indicándonos ello además, la involución participativa de las mujeres en los espacios de poder. Esperemos pues, que no se introduzca y apruebe una Ley prohibitiva al uso de métodos de planificación familiar (y esperar tener los/as hijos/as que Dios nos manda…) o bien, eliminar los pensums de la educación secundaria referidos a educación sexual y reproductiva para que nuestra juventud se apropie de una concepción trasnochada de supuestos nuevos valores.

En un ejercicio prospectivo podemos visualizar el comportamiento de la Asamblea así:

La Luna de Miel: Se abre la AN, todos y todas se saludan, abrazan y prometen trabajar por la Patria. Sin embargo, la fangosidad de ese pantano inicia sus operaciones identificando o acercándose a sus posibles nuevos aliados (aquí juegan un papel relevante los gallos y gallinas viejos/as del corral y las nuevas aves rapiñas)

La Cotidaneidad: El “ponerse de acuerdo” comienza a generar los primeros conflictos (para honrar una de las muchas paradojas de las que seremos testigos), quiénes integrarán la Junta Directiva, qué Ley discutimos primero y cuál no, la conveniencia de intereses entran en juego, surgen los micropactos o micro alianzas en los corredores. De hecho, los ALN y un sector del PLC tendrán que llegar a acuerdos y los MRS terminarán formando parte de esa alianza (claro está, el poeta Cardenal dijo que prefería votar por Montealegre que por el FSLN). Muchos se saldrán de las filas de la “pantera rosa y del inspector Clousseau” y retornarán a sus antiguos nidos (especialmente la resistencia). Se comienza a romper la consanguinidad ficticia de algunas tribus, como la del FSLN.

La primera separación: No se puede hablar de divorcio, pero sí de discusiones que arrastran a las infidelidades. Se definen las tribus, explotan las primeras luchas y comienza el circo, mientras la ciudadanía espera la llamada reconciliación, descree una vez más en el Estado de Derecho: Concepto que funciona en abstracto en este país.

El Divorcio: Al final, se separan y el gran perdedor quizás pueda ser el FSLN, por muy San Cardenal que ore por ellos/as (si no es que ya se ha distanciado) y Mister Trivelli en este momento esté lanzándose otro discurso respecto al FSLN. La derecha se fortalece y el FSLN en su afán de mantener su cuota de poder se socialdemocratiza aún más de lo que está. Los de “abajo” vuelven a experimentar el sabor del abandono por andar haciéndose ilusiones (esas que nos conducen al fracaso). Desde “arriba”, se ondean lemas con la dignidad de un pequeño limpión de cocina: ¡Qué viva la democracia¡

Esperemos pues, que no sea así…

Friday, November 24, 2006

Regresa el debate entre postmodernos y neopositivistas

SOBRE EL ARTÍCULO CIENTÍFICO, EL ENSAYO
Y LA OPINION
Por Freddy Quezada

Con la patada en el trasero al pobre Plutón, que si fuera caricaturista lo representaría como un planetita triste y cabizbajo, hatillo al hombro, de espalda a sus expulsores, uno termina de entender el poder y las normas definitorias de la comunidad científica. Definir una cosa, al parecer, es que coincida con el Lecho de Procusto. Si sobresale la cabeza hay que cortarla; si las piernas son cortas, hay que estirarlas. El poder de la ciencia, como el del Estado, es performativo: hace lo que dice. Ahora, millones de textos escolares serán inútiles; millones de profesores serán recapacitados; millones de seres albergarán ese sentimiento incómodo de haber vivido tanto tiempo en el error; o de haber sido engañados miserablemente. La situación me recuerda esa rama de la sociología llamada etnometodología, que es el estudio de la reacción de las personas cuando sus fundamentos cotidianos se hunden y luego corren en todas las direcciones, se desorientan y paralizan. Por ejemplo decirles, las mujeres no existen. El mundo está dividido entre hombres y "travestis" y las feministas luchan a muerte para que nadie se entere.

Visitando algunas páginas de INTERNET, que de oficio hago para actualizarme sobre las discusiones contemporáneas, me encontré con una polémica entre Mario Bunge, el más grande representante de la epistemología científica en América Latina, y los lacanianos de Argentina, a propósito de los métodos en las ciencias naturales y las nuevas corrientes culturalistas y postmodernas. La polémica me recordó una propia que tuve con Alan Sokal hace varios años a propósito de su libro explosivo contra los más grandes representantes del postmodernismo, “Imposturas Intelectuales”.

Alan Sokal un físico teórico norteamericano, procedió a juntar un collage de citas de los más caracterizados autores postmodernos de EEUU, le puso su nombre al artículo de marras, y lo envió a una revista especializada (Social Text) en 1996 para darle a entender que un científico cuántico ya estaba convencido de la pertinencia del postmodernismo. Resulta que, después el propio Sokal, desde otra revista (Lingua Franca), se denunció a sí mismo y confesó que la sarta de tonterías que había enviado no tenía pies ni cabeza. Sus amigos le animaron para que escribiera la crítica a través de un libro que, en efecto, hizo junto a un colega belga, Jean Bricmont, y que titularon "Imposturas Intelectuales", pero esta vez dirigido a toda la más selecta intelectualidad postmoderna francesa desde Lyotard y Derrida hasta Kristeva y Virilio. La denuncia principal con la argumentación correspondiente consistía en demostrar la incapacidad y profunda ignorancia de todos estos autores en el manejo de conceptos científicos. Virilio, por ejemplo, "no sabe distinguir entre cinética y cinemática", Kristeva e Irigaray "no saben nada en absoluto de mecánica de fluidos", Lacan es "incapaz de diferenciar entre números imaginarios y números irracionales", Baudrillard no sabe nada de las teorías del caos, Deleuze sólo escribe disparates, Lyotard tiene un conocimiento débil sobre la teoría matemática del derrumbe. Latour, está convencido que la teoría de la relatividad de Einstein es la base del relativismo cultural, etc.

En lo personal, la charada de Sokal me recordó una mejor de Paul Feyerabend, por cierto uno de los blancos del joven físico norteamericano. Y es aquella célebre defensa de tesis que hizo ante Bertrand Russell, el insigne lógico analítico, que por cierto nunca le perdonó, sobre una teoría física totalmente "inventada y actuada" (Feyerabend era un actor aficionado) que, ante un auditorio de estudiantes, todavía aguantó la risa al ser aprobado con honores. El episodio lo contaba Feyerabend, para demostrar lo contrario de Sokal con el suyo: cómo los científicos "duros" podían aprobar cualquier cosa con la condición que quién les hablara fuera otro colega con una reputación tan buena o mejor que la propia. Es Feyerabend quien empieza a denunciar a los científicos como una "banda de vividores del presupuesto del Estado" y que la democracia de la ciencia consistía no en votar si la ecuación de Einstein era corecta o no, sino en ejercer el derecho de los contribuyentes a determinar el destino y la utilidad de las investigaciones. Estas cosas son las que tomarán después los postmodernos para también hacer de las suyas, pero el exceso no eliminará los cargos contra los científicos en general y las ciencias duras en particular. Robert Oppenheimer, el paradigma de científico desgarrado, desilusionado y traicionado, pagará con su vida estas miserias.

Después de leer el texto de Sokal y Bricmont empecé a creer que nos movíamos entre charlatanes postmodernos y neopositivistas autoritarios. Sobre Mario Bunge le advertí a Sokal en medio de la polémica:

Lo de «autoritarios» es más bien por los que vienen detrás de ustedes, (hay un chileno de apellido Otero que me pareció vengativo y un viejo diosecillo del positivismo en el área latinoamericana, Mario Bunge, que estaba rabioso de la alegría calumniando a las ciencias sociales en general). Después de abrir las ventanas para ventilar el ambiente, mérito de ustedes, vienen también los microbios. Sé que es un riesgo que debemos asumir todos”.

Mario Bunge en una entrevista que le hizo la Revista Ñ, suplemento cultural de El Clarín, periódico argentino, nos dice:

“P: Siempre ha fustigado a cuatro pasiones argentinas: el psicoanálisis, la homeopatía, el existencialismo y el posmodernismo. ¿Por qué cree que en la Argentina tienen tanto éxito?

R: — Son fáciles, no requieren un aprendizaje riguroso y largo. Cualquier diletante, aficionado, puede tomar un libro de Freud o de Lacan o de alguno de los posmodernos y, aunque no lo entienda, puede repetir. El caso del existencialismo es más complejo porque los existencialistas emplean un lenguaje muy oscuro, al punto de ser ininteligible. Por ejemplo, cuando Heidegger cree definir el tiempo diciendo que es la maduración de la temporalidad, es una frase sin sentido, es para épater le bourgeois, para deslumbrar a los amigos: "Ah, qué bien, habla en difícil". Eso da prestigio en ciertos lugares”.

La revista electrónica Antroposmoderno se le dejó ir con el artículo “Mario Bunge: un charlatán más en el reino de los charlatanes” de Leandro Andrini, un físico de profesión, que desencadenó una cascada de reacciones en la pestaña interactiva del ensayo correspondiente.

Sin embargo, quiero referirme a algo que, más bien, es un efecto menor de esta discusión, la diferencia entre distintos modos de expresar verdades y juicios a través de artículos científicos, ensayos y periodismo de opinión.

Nada de lo dicho abajo, tiene carácter definitivo ni cerrado, incluso, es posible que sea una opinión más a la altura de cualquier otra, pero de lo que se trata es precisamente de provocar la reflexión y motivar a interrogarnos sobre sus diferencias, cruces, límites, definiciones y pertinencias.

El debate entre postmodernos y neopositivistas, no es más que la continuidad de uno más antiguo, entre las natürwissenschaft y las geisteswissenschaft, entre las ciencias naturales y las ciencias del espíritu o humanas. Entre los métodos para explicar (erklaren) la realidad no humana y los modos de comprender (verstehen) esta última. Max Weber fue quien expuso con mucha sencillez esta diferencia. Decía algo así como que al sol (o a Plutón, para el caso, a quien le importa un rábano la expulsión de los astrónomos) se lo podía explicar, pero no comprender y viceversa, las personas asignaban sentido (sinn) a todas las cosas que hacían, de tal manera que no se las podía explicar como a insectos o colonias de hormigas, sino que había que tratar de comprender sus comportamientos con arreglo a distintos tipos de fines. Brutalmente podemos decir que era una diferencia entre el sentido de los actores y las leyes ineludibles. Entre la voluntad de poder y la obediencia ciega; entre el determinismo y la libertad relativa.


Presentamos a continuación una caracterización de cada uno de ellos.

A) Artículos científicos
. Son frutos de investigaciones puras o aplicadas, naturales o sociales que siguen una normativa y procedimientos muy rigurosos. Se enmarcan y encadenan dentro de lógicas aristotélicas, cartesianas y empíricas de demostraciones y presentaciones de hipótesis. Tienen que inscribirse en un juego de lenguaje rígido y lineal, consecuente y conclusivo, además de contar con un respaldo fuertemente verificable en el terreno o en el laboratorio, bajo el principio clásico que la verdad (correspondiente, coherente, evidente y útil), puede ser comprobada por observadores independientes en cualquier momento y lugar. Deben contar, al menos, dependiendo de los criterios de las revistas científicas, con el IMRYD (Introducción, Métodos, Resultados y Discusión) como le llaman los especialistas. Sus dos consecuencias prácticas son: pronosticar y resolver problemas. Sin embargo, una tercera, que es el poder de sus reglas, normas y sistemas, aceptadas a través de demostraciones o consensos, por la mayoría de una población, se descubrieron que es el fruto de una comunidad de científicos que dominan alrededor de un paradigma estable (Thomas Khun), mientras no llegue un grupo rival que lo rompa y lo sustituya por otro. Paul Feyerabend, el más radical de todos los epistemólogos, fue más allá denunciándolos como “bandas hambrientas de poder y de dinero”. Para ser aceptados por esta comunidad que cuenta también con rangos, liturgias, sacralidades y escalafones, que autorizan o no investiduras, hay vehículos como las revistas científicas que los autorizan y canonizan. Son viejos métodos parecidos a las órdenes monásticas o a los rituales militares, que han roto el poder de los medios de comunicación, quienes hoy se reservan el derecho de decidir y otorgar el boleto para saber quién es el especialista o el doctor de moda o de turno. La situación recuerda la polémica célebre en Francia entre Jurgen Habermas y Michel Foucault, donde uno pareció derrotar al otro, sólo por el manejo que uno de ellos, Habermas, tenía ante las cámaras. Oid el manejo maniqueo de uno y el empantanamiento del otro, al pisar el terreno de la ciencia:

"Habermas: -- ¿Pero quieres decir que la verdad puede ser buena pero también mala?
Foucault: -- Usamos la verdad para excluir a otros. La verdad funciona en nuestras sociedades como un principio de exclusión. Incluso en la ciencia..."

Hay artículos científicos naturales y sociales y de ahí la vieja rivalidad de la que venimos hablando. Durante mucho tiempo, las ciencias exactas
(en especial las matemáticas, física y biología) dominaron por reflejo los paradigmas de las sociales. Es hasta hace poco, con el desarrollo de las teorías dinámicas no lineales, que se está reconociendo la complejidad, y al mismo tiempo simpleza, (“lógicas”paradójicas) de la materia, tal como, desde hace mucho tiempo, se ha dicho de las sociedades humanas. Pero, otro juego de lenguaje que ha cobrado importancia en medio de estas hermanas gemelas y rivales, es la literatura. Y de hecho han servido de puentes y bisagras entre ellas la lingüística (lo que importa es conocer las reglas de los "juegos de lenguaje"), la antropología (todo es cultura) y la arquitectura (la ciencia del arte).

B) Ensayos. Son muy populares en Latinoamérica. De hecho, se han distinguido desde el “descubrimiento” de América como identitarios de la región. Sus fuentes son literarias, de crónicas e históricas, compuestas de tejidos narrativos, que le llegan de un cruce de etnografía y literatura, potenciados hoy por los estudios culturales, subalternos y postcoloniales que ocupan las reglas del lenguaje tanto para el tiempo (Historia) como para las narraciones ficticias fundantes, un poco como lo pensaba Ricoeur. Durante la hegemonía del positivismo, fueron vistos como testimonios menores, perezosos, subjetivos y de escaso valor social, más objeto de las artes literarias que de los archivos; más del lado de las opiniones subjetivas y las especulaciones sin fuentes ni respaldos empíricos, que de los registros con valor documental. Hasta que la ciencias sociales lo usaron con moderación, fue que los ensayos empezaron a distinguirse entre filosóficos (linajudos y con trayectoria propia), científicos y artísticos.

C) Artículos de opinión. Este es el género con menos valor de verdad colectivo. Sin embargo, como dicen analistas contemporáneos, el periodismo de opinión se ha vuelto el refugio del mundo instantáneo, volátil, veloz y fragmentado de la información. El viaje y la rumia son aquí, en efecto, más lentos, reflexivos y fecundos. Es una burbuja que ahora se combina con rutinas literarias, navegaciones electrónicas, hallazgos científicos publicitados, impresiones de expertos y especialistas en programas televisivos, etc. Todo combinado con experiencias profundamente personales y puestas en primera persona, desde medios impresos hasta electrónicos (web, blogs, etc). Son territorios de la subjetividad pura, a veces es cierto son basura, pero también nudos de provocación y reflexión que pueden usar o no, los recursos del artículo científico y de los ensayos clásicos con imaginación, arte y profundidad. Probablemente los científicos y filósofos se terminen rindiendo a él. Porque los artistas, primero en todo, ya lo han hecho.

D) Combinación. Puede que toda esta situación se deba a que las ciencias en general, hermanas gemelas de la “alta cultura”, estén sufriendo, como ella, los embates de la cultura de masas. Y estemos asistiendo a una batalla campal entre sus formatos rígidos, formales y objetivos en el caso de las primeras y, entretenidos, ligeros y subjetivos, en el caso de las segundas. Así se están desdibujando las fronteras entre artículos científicos (revistas de ciencias que no tengan un website interactivo es como si no existieran y no hay Premio Nóbel vivo que no tenga al menos un blog), ensayos (los que marcan las grandes polémicas) y artículos de opinión (sencillos y lúcidos), por la fuerza de los nuevos paradigmas culturalistas (que incorporaron las ficciones fundadoras como parte de los cánones socionarrativos de los estados naciones y la idea motriz de que las comunidades “imaginadas o inventadas” seguían reglas de lenguaje parecidas a las de la narración, donde se incluía a las ciencias) y el empuje de las hibrideces, intersticios y derrumbes de certezas etnometodológicas. Todo se ha vuelto fecundo en sus combinaciones, donde podemos encontrar, como cuenta Umberto Eco (ese Leonardo Da Vinci de nuestros tiempos, artista y científico a la vez) que le sucedió con el abate Vallet, las revelaciones más brillantes en un humilde artículo de opinión refrito o pistas para imaginar mundos o pensarlos en ensayos locos y despiadados, como los de Cioran o Baudrillard, cuyas frases muchas veces tiene el poder iluminador del relámpago y la fuerza heurística de reconocer el universo entero en los guijarros.

Sunday, November 19, 2006

El gobierno de Lennon y Ono en Nicaragua

EL GOBIERNO DE JOHN Y YOKO EN NICARAGUA

Por Freddy Quezada
Aún resuena en la cabeza, incluso en la de los que no votaron por ellos, la canción de campaña del FSLN. Tengo la edad suficiente para recordar la foto escandalosa e iconoclasta de la época, donde John Lennon y Yoko Ono, desafían la hipocresía gringa y repudian la guerra en Vietnam, completamente desnudos en una cama a vista y paciencia del público y los medios de comunicación. “Lo que queremos, es trabajo y paz”.

Era una época curiosa, donde los progresistas luchaban para que no se confundiera al rebelde con el revolucionario. Albert Camus se hizo famoso porque escribió lo mejor sobre el tema: Un revolucionario decía, terminará siendo al final de su sistema vencedor, con tristeza, rebelde o policía. O termina reprimiendo a los que se opongan a él, o será triturado por sus ruedas dentadas.

Como balance postelectoral, los números y preferencias políticas no cambiaron mucho con respecto a las anteriores (38% contra 62%) y fue la división liberal la que brindó el triunfo al FSLN. Pero no creo, como dicen otros analistas, que en verdad no hubo cambios. El cambio es nada más y nada menos, el triunfo del FSLN. Primer dato con el que dormiremos todas las noches durante cinco años. Y que la unión de los liberales, siempre posible, segundo dato, no dejará gobernar al FSLN por esos mismos cinco años. A probar una cucharadita de su propio veneno.

En cuanto a la publicidad y la eficacia de los medios de comunicación, podemos decir que el FSLN sólo ganó apenas un 2.3% de electorado nuevo con respecto a la elección del 2001, o sea que los 6 millones de dólares gastados en la campaña por el FSLN, según E y T, fueron básicamente para mantener su voto duro. Algo carísimo que define y obliga al FSLN a ser un partido multimillonario para mantenerse en la línea de flotación. En cambio, lo invertido por el ALN, un poco más de 4 millones, siempre según E y T, fue muy favorable para construirle su tienda. Se pagó un partido nuevo con esa cantidad. Y vale la pena, sobre todo, si Arnoldo Alemán es expulsado formalmente del PLC y sus diputados corren a unirse bajo el liderazgo de Eduardo Montealegre, como al parecer ocurrirá. Una ganga!!!
Fuente: Edwin Sánchez

Nadie de los entrevistados, por otro lado, en programas televisivos (como los de Carlos Fernando Chamorro que llevó siempre con buen tino a publicistas) y en los medios escritos, le dedicó energía y concentración a las canciones pegajosas en contextos de culturas populares y de masas. Carlos Mejía Godoy, y sus publicistas, los llamados a explotar este filete, no lo hicieron a fondo. Y si las canciones repetidas mil veces, las ocupan hasta los torturadores para atontar a sus víctimas, cómo obviar el empleo de esta técnica de ablandamiento. Pertenezco, lo confieso, a ese gremio de idiotas, que dicen, sólo hasta después que han sucedido las cosas: cómo no lo vimos.

Con el presidente electo Ortega, no resisto la tentación de decir, como una parodia camusiana, ahora, que tenemos a la vista un revolucionario que pasó de consorte hippie a yuppie, en un abrir y cerrar de ojos. Me explico.Es extraño, y llama la atención, el comportamiento del FSLN en el nuevo contexto. Si uno fuera malpensado diría que lo mejor que le pudo pasar a la administración norteamericana (que pasó intrigando toda la campaña) es lo que realmente pasó. Un FSLN domesticado y prometedor frente a empresarios hostiles; amenazador con sus dirigentes de base si quiebran los mandatos de reconciliación; obediente con los lineamientos de gobiernos neutrales y democráticos; cariñoso con sus viejos subordinados del ejército y la policía; aplicado con los organismos financieros internacionales y con sus ideólogos trabajando sudorosamente para inventarse primero, y defenderla después, a una burguesía “nacional”. ¿Qué más quieren los norteamericanos? ¿No es su gobierno soñado? No más huelgas; no más luchas por el 6, 4 y 10 % de universidades, cortes y municipalidades. No más protestas en los barrios e instituciones públicas; no más rebeldías en las universidades. Lo único que los distingue es lo que menos importa hoy en política: el pasado. Y lo único que los une es lo que más les interesa a ambos: defender el sistema. ¿Qué más quieren gobernantes estadounidenses y sandinistas?

Para ser consecuentes con este escenario, los sandinistas tienen que nombrar a un gabinete moderado, con una segunda fila de militantes leales a toda prueba que mantengan a “mecate corto” a los señoritos de adelante. Estas serán las cartas que jugará a quemar el presidente Ortega, si se portan mal los peones.

Por el lado de la libertad de prensa e información, al presidente Daniel Ortega le pasará lo que al presidente Hugo Chávez en Venezuela. Como carecerá de un amplio espectro de intelectuales orgánicos que estén intelectualizando el imaginario utópico y profundizando las promesas, y antes bien, la mayoría de ellos esté en todos los medios (prensa escrita, televisión y radio) criticando y censurado fuertemente a su gobierno, dará la impresión que acosará a los medios, cuando en realidad lo que buscará, como dice Ibsen Martínez y Alfredo Ramos para Venezuela, es cooptar o amenazar discretamente a esos intelectuales rebeldes. La imagen que se presentará en consecuencia será la de un populismo autoritario con liderazgos carismáticos en medio de una masas de plebeyos, que no cuentan con el numero suficiente de ilustrados que les ilusionen hasta el grado de dar la vida o quitarla, por un proyecto emancipador.

Marta Lagos, analista chilena, fundadora de Latinobarómetro, nos expresa que: “Respecto de Chávez, 36% de la población de América Latina no lo conoce. Del 64% que sí lo conoce, 41% lo evalúa positivamente. Es decir, del total de los ciudadanos de la región, solo 26% lo evalúa de modo positivo. Esto significa que, para el público en general, el de Chávez es un liderazgo débil, ya que menos de tres de cada diez personas lo evalúan positivamente, cuatro de cada diez no lo conocen y tres de cada diez lo evalúan negativamente”.

Pero los verdaderos conflictos, al sandinismo le llegarán desde abajo, los tendrá con sus propias bases. Nadie resulta ser más envenenado contra sus propios dirigentes, que los más ilusionados de la primera hora. La luna de miel tardará no más de un año. Y en política no se está para quedar bien con todo el mundo, sino con el sector concreto que se elija, para apoyarse en los momentos más críticos. Los demás sectores son de relleno, auxiliares o de fácil sacrificio.

Estos conflictos estarán directamente vinculados a la problemática de los servicios públicos (educación, salud y carreteras) y básicos (agua y luz). Tales son los eslabones débiles de la cadena donde está concentrada toda la carga tensiva del sistema. Falta guiñar la espoleta. Y los últimos en tirar de ella, serán las burocracias sindicales, gremiales, estudiantiles y populares que controla el FSLN. Al contrario, serán excelentes aliadas de los sectores adversos a políticas públicas en beneficio de sectores vulnerables.

Me pregunto si todo esto no será un signo de decadencia, que un partido revolucionario tenga que echar mano de un peludo, marihuanero, de anteojitos redondos, y una japonesa liberada, tirados en una cama para desafiar desde el placer de sus cuerpos a toda una sociedad, sin que ellos ya no puedan hacerlo con sus propios medios y discursos que, dicho sea de paso, prestaron a la misma señora que los derrotó en el 90 y a una iglesia católica que ya la tienen recelosa con el abuso de su propio mensaje milenario.

Para cuando los primeros conflictos callejeros estallen, será divertido ver al Presidente Ortega, regañando a sus propios dirigentes, llamándolos al orden y a la asunción de la disciplina y la responsabilidad con el sistema. Lo imagino, para entonces, con una chamarra verde olivo con los galones amarillos de sargento y con una guitarra, acercándose al micrófono, casi escupiéndolo y cantando: “Come Together Right Now, over me”.

Friday, November 03, 2006

De lo Real

DE LO REAL
Por Freddy Quezada

“Una cosa sólo es real hasta que se divide”, decía Hegel. Tal fue la columna vertebral del siglo XX, cuyo principio de contradicción nos distribuyó en un universo de amigos y enemigos de ella, con un tribunal superior de la razón que nos condenaría o nos absolvería a todos, según estuviéramos a un lado u otro: la historia europea.

En su variante perversa, todas las contradicciones de nuestros discursos se alimentarían de la realidad, que era igual de contradictoria, justificando crímenes, al situarse del lado de los beneficiados de la historia (desde Stalin hasta Castro); o en su versión más noble, la contradicción era una necesidad cuya libertad descansaba al final del camino en la destrucción del enemigo y en la reconciliación del espíritu consigo mismo, justificando sueños (desde Lenin hasta el Che Guevara), para mantenernos sólo en el lado izquierdo del cuadrante. Es simétrico en el derecho.

Kolakowski (1970: 105), dijo que “Con la palabra ‘contradicción’ uno puede sortear un gran número de situaciones difíciles, pues se puede fácilmente salvar una teoría en sí contradictoria diciendo que la realidad es en sí contradictoria. De este modo el principio de las contradicciones inmanentes existentes en el mundo sirve para proteger a la doctrina de la acusación de inconsecuencia”.

El esquema tenía el encanto de las religiones: hiciese uno lo que hiciese, estaba determinado, positiva o éticamente, por las leyes emancipadoras de la historia. Por eso el fragmento, la diferencia, la contradicción, la lucha, era una necesidad inevitable, pero con un sentido fuerte por la punta de lanza ideológica que empuñaban sus creyentes que, para el primer caso, apostaban a ganadores por unas leyes “positivas” y, en el segundo, menos seguros, arriesgaban sus vidas en la empresa.

La dialéctica hegeliana genera una diferencia que, cuando fracasa, se convierte en una contradicción sin síntesis. La postmodernidad es la continuación de la moderna, pero sin fines. La diferencia ya no encuentra desembocaduras de ningún tipo, pero no se resigna y su acción perpetua (la misma de la modernidad) será su condena.

Fragmentando, articulando y combinando diferencias, tales divisiones e hibrideces, se pierden por el encuentro con las siguientes capas que las bañarán, como palimpsestos. O renuncia desde el inicio (que ya es de suyo una combinación) a buscar nada, partiendo que todo es todo y que en la primera cosa están las restantes, llegando a concluir, como un círculo perfecto, que el final es igual al comienzo. O se calla: “el ser mismo es el acallamiento de sí mismo; y este es verdaderamente el solo fundamento de la posibilidad del callar y el origen del silencio. En esta región se gesta por vez primera, en cada caso, la palabra” (Heidegger, 2006: 117).

Toda nuestra ilusión descansa en creer que “vemos” las cosas, pero en realidad lo que advertimos, como cuando miramos el cielo estrellado (un cementerio de astros encima de nosotros), es algo sucedido hace mucho tiempo (un cementerio de huellas). Estamos siempre de espaldas a todo. No vemos el presente. No lo podemos hacer. Tendríamos que olvidar a cada instante (esta es la coincidencia de uno con uno). Nuestra época, se encarga de recordarnos todos los días el deseo (para sufrir con las informaciones y gozar con las publicidades), la fuente principal de la memoria. Pero también su descarga todos los días, con los ordenadores, para llenarla otra vez. Sísifos postmodernos, a punto de coronar la presencia plena, volvemos una y otra vez a ocuparnos, desde abajo, sin reconocerlo en su ubicuidad, del presente que creemos falso y a vencer. Creamos, así, dos presentes.

Es como ver a una persona desconocida. Y sólo se puede de tres maneras: con la memoria, con la inocencia y con la ignorancia. Del primer modo, la suponemos con colonias de imaginarios venidos de todas las fuentes sociales (familias, medios, educación, la calle, etc), la construimos por medio de comparaciones, tejidos sociales, y le damos vida, como un dibujo animado. Con inocencia, la vemos tal como es, sin juicios, sin esencia, sin intereses, sin dirección ni sentido. Con ignorancia, ni nos preguntamos tonterías, sólo la observamos y la incluimos en nuestro radar existencial activo. Sólo en los dos últimos hay la diferencia que existe entre (Zwischen) el sabio y las personas despreocupadas por estas cosas. Pero están muy cerca...

El primer caso es la típica sobrerrepresentacion del mundo y los seres. Hay un plus que lo marca el sentido y sus excesos, siendo que el sentido ya es un exceso del ser. Las otras dos son variantes de representación uno a uno. Pero uno lo “comprende” y el otro no. El sabio es casi igual al ignorante.

El ser es dos. Se divide cuando uno piensa. Pensar es quién se pregunta (el ser del ente) y quién se responde (generalmente la cultura, que ya tenemos dentro como memoria). Uno nunca es uno. Si coincidiéramos con nosotros mismos no lo podríamos saber, decir o escribir. Porque en el instante que lo hagamos, volveríamos a dividirnos. De contradicción en contradicción, luego de diferencia en diferencia, llegamos al otro lado de lo real, topándonos con su contrario y preparándonos para disolvernos en el instante en que se cierre el círculo.

Spencer-Brown (1979: 50), uno de los teóricos del caos, al respecto, decía que "…el mundo es indudablemente sí mismo (esto es, indistinto de sí mismo) pero, en cualquier intento de verse a sí mismo como objeto, debe, igual de indudablemente, actuar de modo que se haga a sí mismo distinto de, y por lo tanto falso a, sí mismo. En esta condición siempre se eludirá parcialmente a sí mismo (…) Esto es llamado a veces el misterio original. Quizás, en vista de la forma en que nosotros nos apegamos brevemente a la existencia, el misterio surge de nuestra insistencia en formular una pregunta donde no hay, en realidad, nada que cuestionar".

¿Será posible que, a través del desmenuzamiento fascinante de uno en el vacío, podamos ser, todos, una sola persona?

Si es así, permítaseme, pues, al revés de cómo empezamos, decir con Krishnamurti: “Una cosa sólo es real hasta que se une”.

REFERENCIAS

Heidegger, M. (2006) Conceptos Fundamentales. Alianza Editorial. Madrid.

Kolakowski, L. (1970) El Hombre sin alternativa. Alianza Editorial. Madrid.

Spencer-Brown, G. (1979) Laws of form. Edit. Dutton. London.


E hubo fiesta...

ORTEGA, POR FIN, IRA A CELEBRAR CON CARTER

Por Freddy Quezada

Les recomiendo Acapulco, chicos, o las playas liberadas de Ibiza en España. Elijan, se lo merecen. Hace 5 años en ocasión de la derrota de Ortega por Bolaños, escribí:


"No resisto la idea de pensar que Jimmy Carter viene siempre a Nicaragua, en temporadas electorales, a consolar a un Daniel Ortega que desde la primera hasta la última derrota nos ha presentado un rostro compungido, como el del ’90, uno furioso como el del ’96 y el último casi alegre del 2001. El ex presidente norteamericano tiene la fortuna de conocer varios rostros de un mismo hombre con una misma mala noticia. Una elección más, con ambos protagonistas de por medio, y cuidado terminan el uno en brazos del otro, como esas viejas películas de Hollywood donde un miembro de la pareja se presenta semidoblada y ligera, en actitud de desmayo, sostenida por los brazos robustos del otro, exactamente antes de estamparse el primer beso. Con semejante compañía, es necesario y suficiente un par de trajes de baño y un destino como Cancún para olvidar cualquier agravio. Hay algo de romántico en imaginar como dos hombres se pueden caer tan simpáticos en momentos de dolor".

Pero, debo agregar ahora, también en momentos de alegría.

Después de estas eleciones, donde la sorpresa fue que no hubo sorpresa, aunque los sorpresivos del MRS (y del PLC con esa movilización del 29 de Octubre), fueron los sorprendidos con el efecto güegüense (los votos se les fueron a sus rivales), hay dos hechos claves.

1) Ganó el FSLN, aunque los números se mantuvieron más o menos 40% para los orteguistas y la mayoría (más o menos 60%) antidanielista, se repartía en fragmentos (dos grandes y dos pequeños) para las presidenciales. Esta es la novedad: primera vez que veremos al FSLN no sólo con legalidad sino con legitimidad, en un terreno (la democracia) donde ya aprendió, hace mucho, a pelear con astucia. Las consecuencias se verán en la lucha por la agenda parlamentaria.

2) Eduardo Montelagre es el fruto parcialmente del poder de los medios de comunicación. Con una alianza, joven, improvisada y viviendo de las estructuras ya hechas y corridas del PLC, no se explica su éxito relativo sino es por el apoyo de la prensa y la televisión de mayor tradición y raiting en el país.

Ahora, podemos decir, que se avecinan cuatro cosas inmediatas, que no sabemos cuáles sean sus consecuencias a más largo plazo:

a) Las contradicciones de los aliados del FSLN, desde Brooklin Rivera hasta Miriam Argüello, pasando por Salvador Talavera, Jaime Morales, Agustín Jarquín, Luis Humberto Guzmán, etc, todos ellos líderes viejos y curtidos de distintos grupos sociales que exigirán sus cuotas prometidas de poder e iniciarán las conspiraciones clásicas de todo despegue inicial de vencedores. El centro del verdadero poder, la familia Ortega Murillo, se las verá de frente con esta primer camada de aliados, de los que se irán deshaciendo en función del peligro que cada uno de ellos represente.

b) Las recriminaciones mutuas entre los liberales, que pasarán por una suerte de desahogo para evidenciar quién fue el responsable directo de la derrota. Es muy posible que, después de la catarsis, ensayen reconciliaciones coqueteando con la bancada mayoritaria en la Asamblea, según las agendas ocultas de cada quién.

c) Las reformas a la Constitución para darle solidez a la rama ejecutiva que pasó aserrando con el Pacto quién ahora se sentará en ella. De nuevo se abren las opciones suspendidas: referendum, Constituyente, consenso, prórrogas de la Ley Marco, etc. El juego político se volverá un oficio apasionante, y seguirlo como analista será mucho mejor, por las jugadas de ajedrez y de billar de bandas que se abrirán entre las bancadas, ligera mayría para el FSLN, más o menos parejas entre los liberales y unos pocos "mrs" a la espera de hacer valer sus votos en coyunturas claves.

d) Las relaciones internacionales. Con EEUU no se juega y lo mejor es definirse de entrada; a favor o en contra, es otro asunto. De entrada, el nuevo gobierno nicaragüense debe brindar señales que reciba alto y claro el gobierno de EEUU. Las ambiguedades en política sirven para las intrigas palaciegas y las estrategias cortesanas, esas que están abundando desde ya en el reparto de ministerios y embajadas que se están haciendo los orteguistas. Pero para las potencias, si las ambigüedades no se saben llevar por un genio de la diplomacia, es mejor no arriegarse. Que los sandinistas ofrezcan olivos y las hachas las guarden las señoras, que ya sabrán que cortar, cuando los bribones se pasen de listos.

Thursday, October 26, 2006

¿Ya no hay oligarquía en el FSLN?

¿Ya no hay Oligarquía en el FSLN?

Por Freddy Quezada

No me haga reír, con todo respeto, amigo Núñez Soto, que se me arruga el cutis. Cuando un escéptico polemiza con un ideólogo, ocurre una cosa curiosa. Mientras el primero no quiere convencer a nadie de nada; el otro quiere persuadir a alguien de algo. Ambos basan las incoherencias de sus discursos en la situación cambiante y contradictoria de la realidad. Pero uno quiere disolverse en ellas y no saber nada del mañana y el otro quiere fortalecer una parte contra las demás, aunque eso signifique cambiar de parecer al día siguiente.

En Nicaragua, Orlando Núñez, nos llega esta vez con su manual de ocasión La Oligarquía en Nicaragua”. Obra que puede ser leída como fue escrita: de una sentada. Está redactada en un estilo que recuerda al de Konstantinov o Afanasiev, cuando eran conminados por Nikita Kruschev y Leonid Breznev a polemizar trabajosa e inteligentemente contra las corrientes a la izquierda del PCUS (maoístas, trotskistas, eurocomunistas, guevaristas, fanonistas, etc) desde arriba y contra una izquierda difícil. Ahora, Orlando Núñez lo hace desde abajo y contra una derecha fácil: la oligarquía.

Toda la obra está consagrada para justificar el pacto entre el FSLN y el PLC. En manos de los ideólogos, nada cambia tanto como el pasado. Ahora resulta que la oligarquía es la fuente de los males del universo (instrumentalizando a los “tontos útiles” somocistas, sandinistas, “contras” y arnoldistas) y, como ese veneno chambón ya está completamente fuera de la circulación sanguínea del FSLN, éste, limpio, se prepara, esta vez sí, a redimirnos para siempre.

La obra, por la positiva y, sin al parecer enterarse el propio Orlando, otorga razón a Eduardo Montealegre y a Edmundo Jarquín. Según ella, el FSLN sigue interesado en mantener el pacto antioligárquico con los arnoldistas en todos los campos (jurídico, político, legislativo e ideológico y, quién sabe, si hasta económico). Mientras su jefe Ortega está calladito sobre el pacto, su ideólogo insiste neciamente en él. Inoportuno mensaje que puede merecerle una regañadita de su jefa de campaña.

El trabajo demuestra que la oligarquía siempre ha dominado Nicaragua, algo que no amerita mayores comentarios por el lugar común de la información, sino la confesión que ni siquiera la revolución sandinista escapó a ella, presente en todos los niveles, desde el ejército hasta la educación y la cultura. Viejas noticias que los “trotskos” y maoístas nicas la repitieron mil veces en la década de los ochenta y por ello sufrieron cárceles y represión. Dice el autor que le impresionó la frase del Comandante Galeano, sobre la idea que todos hemos sido instrumentos de la oligarquía y, si sigue por ese camino, un día nos despertaremos con un Orlando acordándole razón a Ronald Reagan, sobre sus lecciones para corregirnos.

Si usamos el concepto de oligarquía (como concepto económico) con la misma elasticidad y libertinaje que lo emplea Orlando (ignorando la vieja estirpe de ese concepto que los trotskos llamaban “burguesía compradora”; los maoístas “terratenientes”; los prosoviéticos “rentistas feudales”; los dependentistas “lumpen burguesía”; los gramscianos “bloque hegemónico”; los sociólogos weberianos “Junkers latifundistas”; etc. En Centroamérica, incluso Edelberto Torres Rivas siempre lo usó con desconfianza y Jaime Wheelock prefirió definirla como burguesía agroexportadora, ¿cómo prueba Orlando que los Ortega -- Murillo no lo son, que él mismo no es un oligarca intelectual, dentro de la más pura tradición de Robert Michels y su "ley de bronce", heredera de Rosa Luxemburo y el primer Trostky, sobre la oligarquía en el seno de todo partido político?

Se necesita, por ejemplo, mucha influencia de patriarca para montar esas ferias de intelectuales latinoamericanos (que si gana el FSLN van a volver) que montaba en los ochenta. ¿Cómo puede hablar un plebeyo contra la oligarquía, dedicando su libro a personas con apellidos ilustres, como los que figuran en la dedicatoria? ¿Admiración del subalterno que se venga de las aristócratas con las que convive? ¿Tributo de plebeyo al creerse un esclavo vencedor? ¿Por qué no se reconcilia con la oligarquía en general, (ya lo hizo con el Cardenal Obando) como lo ha hecho ya desde hace más de veinte años con algunas de ellas en particular? Para terminar de reconciliarse con todo el mundo, sólo le faltaría amigo Orlando, abrazarse con los “trotskos” y los “maoístas” nicas, esos que sus jefes, entonces oligarcas, los sandinistas, los perseguían, y con los únicos que de verdad el FSLN, si le diéramos crédito a su confesión, debiera reconciliarse hoy a pesar de sus partidos en ruinas: Bonifacio Miranda (PRT) e Isidro Téllez (MAP). Por último, ¡carnaval es carnaval!, reconciliados con el presidente norteamericano (ya Daniel Ortega le reconoció su iniciativa por las remesas de los emigrantes), haga desaparecer las contradicciones de la realidad e invítenos a todos a andar desnudos por ahí, en su paraíso.

Nos preguntamos qué le hace creer a Orlando que la oligarquía ya se fue enteramente del FSLN; dónde cree que están sus empresas, los hijos y familiares que tuvieron con los plebeyos y las plebeyas? Quién cree que son los socios de los negocios del FSLN y sus dirigentes?

Quiénes cree que son los amiguitos, amiguitas y parentelas aristócratas de los sandinistas de alto nivel? Quiénes son esos jovencitos y jovencitas que aparecen en esas fotos de Bacanal nica en los lugares nocturnos más caros para divertirse? Qué cree que hacen en la UAM, en Ave María College, en la UNICA, además de estudiar juntos, amistarse y reforzar sus valores?

En una de esa ferias latinoamericanas que gustaba montar Orlando en los ochenta, recuerdo que una vez presenté una ponencia que llamé “Alfil por Reina”, e invité a que el congreso dominado por sandinistas publicitara la idea de intercambiar a Eugene Hassenfus (el mercenario capturado de un avión derribado) por Nelson Mandela (el líder sudafricano entonces preso por los racistas blancos) y no solamente desconocieron la idea como estúpida, sino que amenazaron con quemar la ponencia y arrestarme por diversionista ideológico.

Esa ponencia, que hablaba en algún lugar también de las bodas y emparejamientos de comandantes, intelectuales y dirigentes sandinistas de la época con las oligarcas, me parece que terminaba con la advertencia que Babeuf hacía a Robespierre en la revolución francesa, con respecto a las bellas mujeres de la realeza:

“¿Qué hacéis pues, plebeyos pusilánimes? Hoy, ellas os estrechan en sus brazos, mañana, os estrangularán”.

Wednesday, October 18, 2006

La representación estadística de lo real

LA REPRESENTACION ESTADISTICA DE LO REAL

Por Freddy Quezada

Partiendo de una nube de puntos, representación atómica de un sociedad sin vínculos sociales fuertes como las de hoy, parecidas a las que sugiere en su última obra Alain Touraine, Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy, podemos presentar tres modelos estadísticos de cómo interpretamos a los demás, desde un punto de vista cualquiera.
Ninguno de ellos puede dar cuenta de la realidad, demasiado rápida y cambiante, para que un grupo crea que puede conocer un porvenir radiante y derivar de ahí su poder para hablar por los demás que no lo conocen, pero lo merecen; o permitirse poder trabajar escenarios tendenciales (alrededor de poder, riquezas, consumos, preferencias políticas, sexuales, culturales, etc) en base a muestras representativas con errores tolerables, cuyo margen no podría alterar (a contrariu sensu de las teorías del derrumbe) las tendencias claras alrededor de los cuales se aglutinan ordenadamente los puntos. O, por último, renunciar a cualquier tipo de pronósticos a través de modelos aleatorios. Los tres modelos pueden ser clasificados desde la propia teoría dinámica no lineal que los subsume a todos.

a) El punto fijo. Es el más primitivo modo de ver a la sociedad. Hay una idea fija que lo que nosotros deseamos y sabemos es por principio lo que los demás, en grados distintos, persiguen aspiran o quieren. Hay un punto focal de certezas extensibles a los demás. Suelen, en versiones refinadas y con discursos complejos, ser vanguardistas. Cuando se presentan encuestas, este tipo de personas son las primeras que se dicen, "a mí no me la hicieron", esas "encuestas son pagadas", etc. etc. Hablan en nombre de los demás con una facilidad que muchas veces raya en el abuso. Pero sus modos de ver el asunto, pesan y deciden.

b) El ciclo límite. Es el de las muestras representativas clásicas, cuyos datos los distribuyen, conforme el teorema del límite central y a través de la ley de los grandes números en la conocida Campana de Gauss. Se mueven con errores muestrales que no pueden ir más alla del 5 % (2.5 a cada lado del cuadrante cartesiano) o de lo contrario son adivinanzas, regresando al estadio anterior. La realidad de cualquier cantidad de puntos al entrar por esos ventanas muestrales (el todo, el universo real, el decimal faltante como le llamó Edward Lorenz) teóricamente se distribuirían a través de la curva interna de forma normal. Es decir, las tendencias no se alterarían más que lo correspondiente al error. Es un modelo viejo y simple, poco científico, visto desde hoy, aunque se mantiene como buen negocio. Tal vez esto explique sus frecuentes yerros, si concedemos que todo lo han efectuado metodológicamente bien, en México con López Obrador, en Perú con Ollanta Humala, en Brasil con Lula, en Ecuador con Correa y los que faltan.

c) El atractor extraño. Este es el que dice que ese decimal faltante o esa cantidad de datos que entran en una muestra representativa para ser regulados y distribuidos con la campana de Gauss, puede reacomodar, de un modo violento e inesperadamente no lineal (por un modelo browniano) toda la distribución interna de los pisos. Cada vez que nos acercamos a la hora cero, los niveles de incertidumbre y complejidad se elevan; nadie sabe a quién creerle y por quién decidir. Las tendencias pueden volverse líquidas y hasta gaseosas, llegando a parecernos al movimiento aleatorio que descubrió Robert Brown. Si miran el modelo del enlace anterior, y asumen que hay dos o tres puntos fijos contra los cuales chocan los puntos, pueden jugar con él incluso, pulsando la orden "paso a paso", simulando que cada teclazo (pueden ponerle a cada punto las siglas de su partido favorito, si lo desean) es un día más que nos acerca a las elecciones y verán cómo todo se altera. En los sistemas sociales, complejos, abiertos y altamente sensibles a las condiciones iniciales, la menor vibración puede cambiar todo. Por ejemplo, si una encuesta se hace sobre cinco candidatos una semana antes (como la promovida por el END, UCA y Cámara de Comercio) que dos de ellos se hospitalizen por problemas de salud bajo el síndrome de Herty, ese efecto puede levantar por los aires, todas las tendencias. O talvez no, pero no lo podemos saber. De lo único que estamos seguros, es que no estamos seguros de nada.

Wednesday, October 11, 2006

Los registros de la representación

LOS REGISTROS DE LA REPRESENTACIÓN

Por Freddy Quezada

Si de verdad alguien quiere impresionar con el lenguaje (pero no el de los charlatanes que se dirigen a uno con ese tonito de Naciones Unidas para no pelearse con nadie o de informes para organismos internacionales, con un vocabulario neutro e irritante, cuya precisión confunde por el empleo abusivo de eufemismos y cuya ambigüedad ofende cuando no los logran inventar), hay que leer a Heidegger o a Derrida.

La representación mental (vorstellung) o como modelo (darstellung), cree en una verdad que le llega de una correspondencia del objeto con su sujeto a través de un método científico. Desde el punto de vista del poder, sólo puede ser legítima en aquellos casos expresamente señalados, como las representaciones legales (abogados) y las electorales (liderazgos). Incluso aquí, sigue siendo oportuno recomendar un escepticismo sano y un rígido escudo de reglas anarquistas (como las de la Comuna de París) de los representados para controlarlos a través de la penalización de las promesas. Pero de lo que en verdad queremos hablar es de los registros de la representación.

¿Cómo pueden los conceptos, esos asesinos de diferencias, dar cuenta de la infinita variedad y movimiento continuo de los seres y cosas, perfectas en sí mismas, sin profundidad inventada ni historias liberadoras, ignorándose unas a otras o comunicándose y cambiando fluidamente, abriéndose sólo por un instante suficiente para donarse, ofrecerseal arte de sorprenderse sin deseos, rayo celeste que captura sin juicio sólo un arte gratuito? Se es lo que se es. Ses.

Hay, además de los cuatro tipos (positivo, negativo, poietico y epicúreo) ya presentados en otro trabajo, tres registros de la representación:

1) O estamos viendo lo que ya vimos, siempre de espaldas, como el ángel exterminador, no al futuro sino al presente, viendo las cosas destruidas. Hablando siempre de ausencias y manipulando imaginarios que la llenan, la crean y la hacen retroceder para desde ahí construir futuros. El imaginario reversible lacaniano. Soñar que podemos regresar al vientre; que la presa devora al depredador. Crear mundos como los artistas o inventar utopías como los ilustrados.

2) O seguimos el curso del ser y estamos diciendo una cosa para deshacerla en el movimiento siguiente y contradecirnos en el sucesivo y regresar al primero y retorcerlo, anularlo, romperlo o repetirlo, etc. Es decir, contradecirnos sin importarnos en lo más mínimo las reglas impecables de la lógica y el pensamiento lineal, dual y geométrico. El real irreversible lacaniano. Salimos del vientre para siempre y la presa no puede ser el cazador. La realidad de los escépticos que “es”, sin más. Crear realidades como los políticos.

3) O callarnos, como los místicos, en el proceso segundo, en virtud de que el mapa y el territorio coincidan en la escala (1:1) haciendo sobrancero el lenguaje y el pensamiento o usándolos para jugar. El simbólico agonístico lacaniano, que incluye al silencio. Crear juegos para explicar (ërklaren) y comprender (verstehen) mundos como los científicos.

Tales salidas son precisamente las que nos hacen circular dentro de las burbujas clásicas: recordar a través del sentido constituyente (grund) o enloquecer (las incoherencias) o callar (la disolución). O contar los fundamentos desde las nostalgias; o a través de uno mismo decirnos disparates; o desaparecer. El fundador (Darío), el loco (Cortés) y el místico (Pallais). Todos, el mismo: Ses.

Thursday, September 28, 2006

Lo políticamente correcto

PRESENTACIÓN

Por Freddy Quezada

El empleo de los términos políticamente correctos para no ofender a nadie, se llevaron bien recientemente, hasta que los interpelados empezaron a decir, no sin cierta razón, que su empleo por parte de los destinadores, eran poco menos que hipocresías. Muchos de los destinatarios al asumir los viejos epítetos ofensivos, pasaron a usarlos con orgullo, así los gay, los negros, los chicanos, los latinos, etc. Aquí empezó el problema (Véase mi artículo “La Venganza de la Política” ). Hasta las caricaturas, como Speddy González, fueron prohibidas en EEUU (para no ofender a los inmigrantes mexicanos), los comics de Memín Pinguín en México, subieron su demanda al retirar de circulación las estampillas de correo con su imagen (para no ofender a los "negros") y la prohibición de llamar “indios” a los americanos de las comunidades originarias de Abya Yala, se ha vuelto un imperativo entre los académicos.


Pareciese que el lenguaje se emplea, ahora, para sentirse bien con sólo el hecho de no ofender a nadie, o reparar injusticias, teniendo la conciencia tranquila y la satisfacción del deber cumplido. La doble moral en estos nuevos terrenos (y no en los viejos donde lo fundamental era la práctica, los contenidos y los ejemplos de los actores) es ahora con y en el lenguaje. El malestar debe provenir de no decir correctamente las cosas (como no llamar a un doctor por su título, por ejemplo) y no necesariamente de no hacerlas bien (aunque el doctor sólo sepa como debe llamársele). La acción ha sido sustituida por la dicción; la promesa por la regla; el fin por el medio. Hay que sentirse mal si uno no cumple las reglas, y bien si las observa. Es el equivalente a dar limosnas a mendigos a la salida de los templos, para tranquilizar las conciencias y responder al dolor y reclamo ajeno. No importa si mejoran o no realmente los destinatarios. No es la promesa, sino la observancia de la ley. Con el tiempo, terminarán todas estas cosas como formalidades y cumplidos.

Eco lo dice así: “Ello explica por qué una categoría pide cambiar de nombre y, al cabo de cierto tiempo, dejando intactas ciertas condiciones iniciales, exige una nueva denominación, en una huida hacia adelante que pudiera no tener fin si, además del nombre, la cosa en sí misma no cambia”.

El lenguaje ha pasado a ser, pues, el nuevo campo de batalla. Los artistas, sus mejores conocedores, empezaron a inquietarse, como Mario Vargas Llosa (quien acaba de rendirse a la cultura de masas con la serie televisiva de acción “24 horas” ), que se preguntaba si había que correr para hacerse perdonar el empleo políticamente incorrecto de llamar de manera onerosa a ciertos personajes arquetípicos del arte mundial (como El Cíclope, El Jorobado de Notre Dame, Yago, Mefistófeles, los ciegos de Sábato, los monstruos de Goya, etc.). Hoy presentamos este artículo de Umberto Eco sobre este tema candente y contemporáneo.


SOBRE LO POLITICAMENTE CORRECTO
Por Umberto Eco
Considero que la expresión «políticamente correcto» se utiliza ahora en un sentido políticamente incorrecto. En otros términos, un movimiento de reforma lingüística que ha engendrado usos lingüísticos desviados. Si leemos el artículo que la Wikipedia (una enciclopedia en línea) consagra a la expresión «políticamente correcto», uno encuentra también su historia.

Parece ser, entonces, que en 1793, la Corte Suprema de los Estados Unidos (en el affaire «Chisholm contra Georgia ») estimó que se citaba con demasiada frecuencia un Estado en lugar del Pueblo, para cuyo bien existe el Estado, y que, por tanto, no era «políticamente correcto», cuando se hace un brindis, hablar de los Estados Unidos en lugar del «Pueblo de los Estados Unidos».

Posteriormente, el movimiento tomó cuerpo en los medios universitarios estadounidenses al comienzo de los años 80 del siglo pasado en tanto que (continúo citando a la Wikipedia) alteración del lenguaje tendiente a subsanar discriminaciones injustas (reales o imaginarias) y a evitar ofender, encontrando eufemismos para usos lingüísticos que conciernen las diferencias de raza, de género, de opción sexual, impedimentos físicos, religión u opiniones políticas.

Todos sabemos que la primera batalla de lo «políticamente correcto» tuvo lugar para eliminar los epítetos ofensivos hacia las personas de color, no solamente el infame nigger sino también negro, palabra que en inglés se pronuncia «nigro», y que tiene resonancias de préstamo a la lengua española y recuerda los tiempos de la esclavitud. De allí el empleo, primero, de black y después, gracias a una nueva corrección, de african-american.

Esta historia de la corrección es decisiva porque ella subraya un elemento importante de lo «políticamente correcto». El problema no es que « nosotros », los que hablamos aquí, decidamos cómo llamar a los «otros», sino que dejemos decidir a los otros la forma en que quieren ser llamados y que, si la nueva terminología, de una manera u otra, continúa molestándolos, aceptemos la proposición de una tercera denominación.

Si uno no se encuentra en una determinada situación uno no puede saber cuál es el término que molesta u ofende a aquellos que se encuentran en ella; hay que aceptar, por tanto, sus propuestas. El caso típico es el de la decisión de utilizar la expresión «invidente» en lugar de «ciego». Se puede considerar legítimamente que no hay nada de ofensivo en la palabra «ciego» y que utilizarla no aminora, al contrario refuerza, el sentimiento de respeto y solidaridad que se debe a aquellos que pertenecen a esta categoría: hay aún cierta nobleza en hablar de Homero como el gran visionario ciego, pero si aquellos que pertenecen a esta categoría se siente más cómodos como «invidentes», estamos obligados a respetar su deseo.

¿Era insoportable la palabra «barrendero» para aquellos que desempeñaban este honesto oficio? Bueno, si la categoría en cuestión lo desea, emplearemos el término de « técnicos de superficie ». Por amor a las paradojas, el día en que los abogados se sientan incómodos por este apelativo (quizá porque despierta el eco de términos peyorativos como «abogaducho», abogado de causas perdidas o poco talentoso) y pidan ser designados como « operadores jurídicos», sería correcto atenerse a este uso.

¿Por qué no habrían de soñar nunca los abogados con cambiar de denominación? La respuesta es evidente: porque los abogados gozan de consideración social y disfrutan de excelentes condiciones económicas. La cuestión es, por tanto, que con frecuencia la decisión políticamente correcta puede representar una manera de eludir los problemas sociales aún no resueltos, camuflándolos con un uso más cortés del lenguaje. Si decidimos llamar a las personas en sillas de ruedas minusválidos y no paralíticos, y que, a continuación, no construimos rampas de acceso a los lugares públicos, habremos dejado de lado la palabra de manera hipócrita, pero no el problema. Vale lo mismo para el bonito reemplazo de « desempleado » por « buscador de empleo »

Ello explica por qué una categoría pide cambiar de nombre y, al cabo de cierto tiempo, dejando intactas ciertas condiciones iniciales, exige una nueva denominación, en una huida hacia adelante que pudiera no tener fin si, además del nombre, la cosa en sí misma no cambia.

Hay incluso retrocesos, cuando una categoría pide cambiar de nombre, pero, en su propio lenguaje, mantiene el antiguo, al que regresa como un desafío: la Wikipedia menciona que, en ciertas pandillas de jóvenes afroamericanos, se utiliza con arrogancia la palabra nigger pero, naturalmente, cuidado si no es uno de ellos mismos el que la utiliza, un poco como los chistes sobre los judíos, los escoceses o los habitantes de Cuneo que solamente pueden contarlos los judíos, los escoceses o los habitantes de Cuneo.

Traducido del francés por Antonio Ward a partir del artículo «Digressions sur le politiquement correct», traducido del original italiano por Pierre Laroche

LE MONDE, jeudi 10 août 2006

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