ULITEO LA PAGINA DE "NADIE" (ULISES) Y DE "TODOS" (PROTEO)

Sunday, August 27, 2006

Postalita al Dr. Leonel Delgado

POSTALITA AL DR. LEONEL DELGADO

El Dr. Delgado se está informando sobre Krishnamurti, a través de terceras; qué le cuesta leerlo, primera lección de las Osoritos, de primera fuente. Vaya a buscarlo, hombre, y lea a quien influenció a tres grandes científicos y a un gran novelista --Bhom, Kapra, Pribram y Huxley--. En su obsesión por justificar su desaguisado de la primera hora, Delgado, al parecer ofendido por la clasificación de "nihilismo clásico alemán" que hice, se fue a Google y de seguro puso entre comillas la expresión (si solo hubiera puesto "nihilismo" se hubiese encontrado con la misma clasificación pero de la Wikipedia), y terminó encontrándose con mi plagiador, (que por cierto ya reparó la injusticia) atribuyéndome un delito que ya lo había descubierto desde el 2002, cuando lo comenté a Arelli Méndez, compañera de trabajo que estaba a la par ese día. La idea de dividir las partes integrantes (no "integrales" como la puso Alberto Pinzón León que no hace referencia para nada a todo esto) del postmodernismo me vino a la cabeza cuando quise parafrasear a Lenin (hay testigos de la época como Carlos Molina Marcia y Orlando Morales Ortega), en ocasion de su viejo opúsculo sobre el marxismo. Por eso lo de "clásico alemán" por la filosofía de Hegel y Feuerbach y lo de "francés", ya con lo de "inglés" no encontré analogía y opté por "vanguardismo estético europeo" donde abundo más en cada escuela artística, en el artículo original o creo que en otro, ya no recuerdo.

Si se van a mi página web donde todavía está este artículo, se fijarán que hay una parte que dice "Desde que Habermas en 1980 (¡hace doce años¡)..." que en el libro El Pensamiento Contemporáneo yo sólo le sumé los años que habían pasado y puse "hace 26 años". El dato sirve para ubicar cuándo lo hice y Erick Aguirre puede dar fe de este trabajo que se lo entregué cerca del año 1992.

La pagina de Antroposmoderno (http://www.antroposmoderno.com/) fue creada en marzo del 2000 "Director: Arturo Blanco. Sitio desarrollado por Hernán Blanco desde Marzo de 2000", dice al pie.

Los artículos últimos de esa revista aparecen desde el 17 de octubre del 2005 hacia atrás. O sea, el trabajo de Alberto Pinzón está en un punto del tiempo entre marzo del 2000 y Octubre del 2005.

La página web de Freddy Quezada (http://www.geocities.com/Athens/Pantheon/4255/) fue creada el 15 de septiembre de 1997 (sobre dos fracasos de páginas en años anteriores). El registro interno del servidor de Geocities, que no puede ser modificado más que por ellos mismos, tiene la fecha de subida del artículo en disputa "Tres fuentes y tres partes integrantes del postmodernismo" que aquí copio y pego de modo directo (posmoder.htm View October 30, 1999 Stats 9). O sea, ya existía, antes incluso de fundarse la revista, en el año 2000. ¿Quién entonces plagió a quién?

Además, envié un e-mail a la revista Antroposmoderno cuando yo mismo incluso descubrí el delito de plagio en el año 2002 y nunca obtuve respuesta, exigiendo que suspendieran la publicación de mis artículos y el de Alberto Pinzón León, que ahora me pregunto, si a lo mejor no habrá sido un seudónimo de Leonel Delgado que, para la época, seguía de cerca todo lo que oliera a postmodernismo y por su conocida timidez no haya querido darse a conocer.

Saludos cordiales. Freddy Quezada.

Tuesday, August 22, 2006

Iba un pollito para la escuela...

SEGUNDA PRESENTACION

Por Freddy Quezada

Agradezco a la Biblioteca del Banco Central de Nicaragua, en especial a Don Róger Fisher, al Foro Nicaraguense de Cultura y a COSUDE.

Del mismo modo agradezco la oportunidad que me brinda el Dr. Leonel Delgado para responder sus comentarios tan gentiles, delicados y encantadores, como serán los míos, aunque con el mismo histrionismo que parece ser al único en fastidiar.

En la primera presentación que hice de El Pensamiento Contemporáneo, tuve la oportunidad de aprovechar la tribuna para agradecer a María de la Aurora Suárez, su gran contribución en la preparación en todas sus fases, incluyendo el bello cuadro de la portada, de este libro. Le reitero una vez más el gran amor que le tengo y mi más profundo agradecimiento.

Recuerdo que esa presentación empezaba con la valoración que hacían del libro, amigos y críticos. No las repetiré hoy, pero sí debo agregar al menos una, la del Dr. Leonel Delgado, uno de esos chicos divertidos que las universidades nuestras, ilusionadas, envían a formarse sobre las nuevas corrientes al extranjero y, de vuelta, no las reconocen, antes bien, las patean, regresando peor de lo que se fueron.

Delgado, al parecer, no conoce frases clásicas, ignorancia que me halaga al atribuírmelas, y que cualquier estudiante de los primeros años de carreras humanísticas reconocería de inmediato. Por ejemplo, la de Nietszche “no hay hechos sólo interpretaciones”; o la de las feministas de los noventa de inspiración foucaultianas “no hay derechas ni izquierdas sólo empoderados y desempoderados” o la idea central por la que se partieron la vida Lyotard, Baudrillard y Derrida, contra los metarrelatos emancipatorios y su lógica en contra de “hablar por”.

Pero esta ignorancia, de la que me aprovecharía si de verdad fuera cínico, ofende cuando coloca a Krishnamurti (se ve que no lo ha leído y debe creer que es uno de esos gurús charlatanes que abundan en las librerías de los supermercados) como New Age; llama a Althusser postestructuralista (debe seguir en su cabeza ese manualito de su discípula estructuralista Martha Harnecker, donde seguro aprendió ese marxismo que él cree que yo suprimo); desconoce la famosa entrevista de Edward Said donde invita a los subalternos a no dejarse interrogar por los científicos sociales y callar; llama delirante y pone en duda esa clasificación escolar, de Larousse para niños, como nihilistas clásicos a Heidegger, Nietzsche y Schopenhauer y me hace descender, por último, del “Manual del Perfecto idiota latinoamericano” desconociendo que los libreros de España, aún usan mi recensión crítica contra él, para prevenir a lectores incautos.

No sé, además, de donde tomó la idea que me interesa el nacionalismo en Nicaragua, no recuerdo haberlo dicho en ninguna parte. Y en cuanto a la falta de alusión a los contextos, déjenme decir una cosa sencilla. Un paradigma es un esquema sistémico que debe guardar una lógica impecable y una gran coherencia entre las partes; su sentido es la lógica no el tiempo. Cuando se habla de contextos, se habla más bien de un sentido diacrónico y por lo común se usan (como Paul Feyerabend y Alexander Koyré con las ciencias, Nietzsche con la moral y Foucault con el saber) para desenmascarar con los recursos de la historia, la genealogía y la arqueología, algunas certezas científicas y éticas, que se han convertido en sagradas. Pero de lo que se trata en este trabajo es de presentar los esquemas sincrónicos del pensamiento en la modalidad de Karl Popper y Thomas Kuhn. Como se ve, Delgado no logra distinguir la sociología del conocimiento de la historia científica. ¿Como hará para amarrarse los zapatos?

¿Y cuando lo logra, como la mamá de Eddy Murphy en el Profesor Chiflado, se lo celebrarán con grititos de Leo, Leo, Leo?


Pero el colmo es que este biógrafo de autobiografías (jardín de embriones, como en Matrix, para alimentar un sistema), si cabe ese absurdo oficio que le creó su tesis doctoral, al creer que reduzco todo al “hablar por”, confiesa no conocer las teorías dinámicas no lineales y las holísticas y, sin embargo, se permite “hablar por ellas”, pero ya no en el sentido de representación que tiene la acepción en debate, sino por pura cantinflería, para devolverle una expresión muy apreciada por él.

Castiga el lado fuerte del texto que son los postmodernismos y el postcolonialismo y respeta, porque no las conoce, las teorías del caos y la holística que es donde, de verdad, me siento débil, y sinceramente lo invito a ayudarme para que Alan Sokal y sus amigos no nos sorprendan otra vez.

Vaya chico que, al parecer, cree que soy yo el que evito la realidad y no el que la calumnia con sueños, utopías aburridas y de segunda mano, generalmente construidas por intelectuales ambiciosos o ingenuos; vaya chico, que merece una segunda oportunidad de formación, pero esta vez donde las Osoritos, maestras severas que recibían a los párvulos en medio de cánticos infantiles ( “Iba un pollito para la escuela, con sus calzones muy remendados...” ) con esa expresión conmovedora de las madres: tome, fórmelo, porque lo único que sabe, hasta ahora, es respirar”.

Paso, en otro orden de cosas, a centrarme en tres aspectos que deseo presentar de esta obra:

a) No sé si ustedes han disfrutado de los pequeños artículos de sabiduría “oriental” de José Carlos García Fajardo, en la página de opinión de END; yo no lo conozco, parece ser profesor de una universidad prestigiosa de España. Lo que me llama la atención de este autor es que, cuando aborda temas contemporáneos (y lo ha hecho un par de veces), lo hace desde una perspectiva tradicional, clásica y emancipatoria. No logro distinguirlo de otros sociólogos, digamos clásicos, que hacen lo mismo. Me pregunto, entonces, por qué no aplica a la situación contemporánea que comenta, toda la sabiduría, metodología y cosmovisión que emplea en sus deliciosos cuentecitos de Serguei y su maestro. Son como dos José Carlos, uno rico y fecundo en enseñanzas y otro que no ha aprendido nada de las propias lecciones que recomienda cuando juzga realidades actuales.

b) En la última obra de Raúl Fornet Betancourt, que termina en una polémica amistosa con Enrique Dussel, Juan Carlos Scannone y Luis Villoro, me llamó la atención que propusiera el empleo de “Nuestra América” (de clara inspiración martiana) en vez de “América Latina” la cual sugiere Fornet como impropia, por la exclusión que los criollos “latinoamericanos” ilustrados siempre han hecho de las comunidades originarias y de los afroamericanos (que también los hay en Canadá y EEUU). Me asombra que haya autores que todavía piensen que con nombrar a los excluidos (sin asimilar sus cosmovisiones), ya están incorporados, si es precisamente lo que siempre se ha hecho desde los discursos de representación. Me pregunto en este caso, como en el anterior, por qué, entonces, detener la interculturalidad universal de la que habla Fornet Betancourt en un continente. Por qué no incluir las tradiciones mal llamadas “orientales” como el hinduismo, el zen, el budismo y el taoismo.

c) Un autor, pues, no combina una cosa con la otra; el otro, cree que con nombrar, sin aplicar el método de los nombrados, es suficiente. Los dos puntos anteriores me sirven para ilustrar qué perseguí en esta obra. Algo que todavía no sé si logré. Entonces, hice lo que no hace José Carlos García Fajardo, aplicar metodologías “orientales” (basadas en la paradoja, el relativismo, la mística, el silencio, la disolución del yo y el deseo, etc) a las realidades cotidianas y a los paradigmas del pensamiento que, de suyo, tratan de recentrar, a su manera, algunas tradiciones occidentales que hasta hace poco eran marginales y que, por la vía de algunos científicos no lineales, sabios holísticos y filósofos del lenguaje, han luchado por rescatar, asombrándose en el camino, de lo parecido con las tradiciones tenidas por “orientales”, como el caso de Fitoj Kapra, con la física de partículas y la danza de Shiva. Y dos, ir más allá de Fornet Betancourt al no paralizarme por determinismos geográficos y culturales en épocas de globalización, no sólo nombrando tradiciones no americanas del pensamiento, sino incorporando sus metodologías más profundas y rompiendo camisas de fuerza que impidan el uso y la aplicación de otras formas de ver el mundo.

d) Los cuatro paradigmas pueden resumirse así: los postmodernismos en todas sus variedades, basados en la diferencia y la deconstrucción; el postcolonialismo basados en el poder de imponer imaginarios y las nuevas formas de resistirlo, silencios, como recomendaba Edward Said, incluidos; las teorías dinámicas no lineales centradas en la impredecibilidad de los fenómenos y el desencadenamiento de situaciones inéditas por el “efecto mariposa” y las teorías holísticas, preocupadas por articulación de todos los niveles de la vida en uno sólo, sea por medio de una integración fecunda (Wilber) o una disolución sin opuestos (Krishnamurti).

Muchas Gracias, María de la Aurora, familiares, alumnos, amigos y amigas.

Liderazgos y Cultura Popular

LIDERAZGOS Y CULTURA POPULAR

(I PARTE)

Por Freddy Quezada

EL SANDINISMO EMANCIPATORIO

“Ay Nicaragua, Nicaragüita, la flor más linda de mi querer...” probablemente sea el segundo himno de Nicaragua, como la Chica de Ipanema lo es del Brasil, Cielito lindo de México, Luna de Xelajú de Guatemala y Volver de Argentina. Están fundidos en el tejido del imaginario popular. Y nadie puede derrotarlos. Más cuando sus compositores están vivos. Mejía Godoy no es un cantante vulgar, salido de los medios de comunicación de masas y sellos disqueros para deleitar con salsas como Rubén Blades, merengues como Johnny Ventura o baladitas como Palito Ortega, todos ellos en aventuras políticas. Mejía Godoy es constructor de una cultura popular cuya signo diferencial de Camilo Zapata y Jorge Isaac Carballo, por ejemplo, es que cabalgó, para bien o para mal, sobre una revolución con amplia participación, al inicio, como todas ellas, de sectores “populares”. Mejía Godoy es un arquitecto de simbologías y sensibilidades nacionales – populares como las concibió Gramsci para explicar las identidades, sólo que antes y no
después de la construcción de un Estado nación.

Por otro lado, ser un héroe vivo cuyas hazañas la gente las recuerda con cariño y respeto; o ser un líder político, al margen de su ideología, que cuente con un arrastre precisamente “popular”, son características que las reúnen todos lo candidatos políticos de un sandinismo gaseoso que, por compartir ese atributo de liberarnos de algo, le he bautizado como emancipatorio.

Para el caso que nos ocupa, podemos subdividir el escenario político electoral nicaragüense, desde el punto de vista “popular”, en dos campos: sandinistas (tres subconjuntos) liberales (dos subconjuntos). Hablaremos en esta primer entrega de los tres subconjuntos sandinistas que pueden arrancar mayor volumen de votos en el seno de la población: FSLN, MRS y AC. El líder (Daniel Ortega), el artista (Carlos Mejía Godoy) y el héroe (Edén Pastora).

“Popular” es un concepto homogéneo que inventó la modernidad para legitimar sus instituciones, aparatos e imaginarios sobre sí misma y los demás. Dotado de soberanía (que después sería rebajada por la del Estado) parte de la idea de igualdad y libertad de las revoluciones inglesas y francesas (hasta hoy se empieza a conocer que no todos los “franceses” en la época de la revolución de 1789, hablaban el francés, ni la mayoría se creía parte de un “pueblo francés”, construcción que se levantó sólo mucho después).

Su poder es la cantidad; su debilidad, la cultura. Estas dos características llevaron a que los cultos, buscaran representar lo “popular” por medio de codificaciones de lo que creían que deseaban. Y terminaron por enfrentarse dos alternativas: la vanguardista y la democrática representativa. La una, suponiendo los deseos del “pueblo” y la otra incorporando a su aparato político su parte más beligerante y participativa. La cultura de élite, por su parte, disfrutó del beneficio de gobernar lo “popular”, hasta que se desarrollaron los medios de comunicación de masas que se la arrebató (erigiéndose en su juez) y empezó una lucha entre todas ellas, en la cual la alta cultura, hasta donde vamos, lleva la peor parte.

En unas elecciones no es garantía la popularidad de un candidato para ganar. La popularidad de alguien puede tener varias fuentes. Ser un artista que la gente lo escuche (cantante), lo mire (actor) o lo lea (escritor).

Sergio Ramírez, como Mario Vargas Llosa, acostumbra a burlarse de sí mismo cuando, a propósito de sus trapisondas candidaturales, recuerda que tuvo “más lectores que electores”; la popularidad puede nacer también de un ejercicio de liderazgo popular, populista o de masa, como quiera llamársele, como Daniel Ortega, obtenibles por la paciencia que brinda el largo tiempo de encabezarlas; o pertenecer a una mitología heroica ilustrada, como Edén Pastora (con algo de trágico por no romper con una aureola que otros llamarían destino, como una especie de “otro” de Humberto Ortega), diferente de Charrasca, el “otro” del “otro”, héroe popular desilustrado, moviéndose como todos los “pobres”, entre la legalidad y la delincuencia, sin paradigmas claros de cambios racionales y geométricos, propios de vanguardias ilustradas y representacionales.

Todos ellos, mantienen la idea de liberarnos de un yugo capitalista, corrupto y pactista que, quizás, el énfasis que ponen en cada uno de ellos, sea lo único que los distinga entre sí.

Lo que Daniel Ortega hace con Jaime Morales Carazo es inverso, pero igual, a lo que puede conseguir Edmundo Jarquín con Carlos Mejía Godoy. Atraer estratos altos no sandinistas (círculos financieros, empresariales, organismos internacionales por parte de “Mundo” Jarquín, o cúpulas de la ex resistencia, intelectuales “democráticos”, empresarios conservadores por parte de Jaime Morales Carazo) y apostar a volúmenes altos de votos por parte de Ortega y Mejía Godoy. Quien combine la fórmula ganará al menos la parte del león del gran sandinismo emancipatorio. A lo mejor, el héroe Pastora se alza también, por un efecto inesperado, con un alto favor público. Todos cubren áreas amplias, populares que, traducidas en números, pueden orientar una votación y decidir por medio de su caudal, un triunfo o una derrota.

Y es ocioso decirlo, pero en las elecciones como en el deporte, gana quien hace más goles y anota más carreras, es decir, para el caso, gana quien tenga más votos, no importa cómo, ni de dónde vengan.

Faltará por ver hasta dónde llega su simétrico liberal, que lleva desventaja en cuanto a artistas y héroes y sólo cuenta con líderes políticos y populares en estructuras y medios de comunicación. Algo que veremos en la segunda parte de estas valoraciones.

Lo complejo, cuando se convierte en política de masas, se convierte en religión en el sentido de multitud, obediencia y credibilidad. Creo que fue Bruno Bauer, dentro del austromarxismo, quien una vez dijo que el marxismo cuando “bajara” a las masas se convertiría en religión laica.

Y en verdad, no se necesita explicarle a los muchos, el proceso químico de una aspirina, por ejemplo, sino ofrecerle simplemente quitarle el dolor de cabeza con ella. Esta simplificación, siempre ha demostrado ser eficaz en política. Por eso la mayoría de los votantes, semi – ilustrados o totalmente iletrados, pobres, periféricos y ocupados en sobrevivir, prefieren el espectáculo a los aburridos programas de gobierno que sólo sirven para disputar y polemizar sobre ellos entre cultos y letrados. Es la fórmula de la esperanza, convertida en promesa, que no necesita de garantías escépticas y desconfiadas, lo que muchos piensan que buscan las masas.

Si Mejía Godoy logra traducir en votos ese impacto que generan sus canciones más canónicas (¿cómo? es la pregunta para su equipo de publicistas, al parecer uno de los mejores) tendrán, sino el triunfo, al menos una buena cantidad de diputados.

El héroe Pastora, que es un buen analista, tiene intuición y sabiduría de viejo zorro, puede levantar la gata de votos en las encuestas con la desconfianza de la gente en Ortega, pero no en Mejía Godoy. Porque su terreno es la oferta de promesa política, algo que es la misma de su competidor. Los liderazgos políticos son más frágiles que los culturales y los mitos, aunque a veces se realimentan. Y lo que creo que hace la diferencia es la fuente que nos informa, que nos orienta. La promesa política funciona con aparatos demostrativos, racionales, a veces puede parecer fideista, reducida a simplezas, pero siempre está sujeta a la prueba empírica, aunque sea a muy largo plazo y en no más de dos generaciones. Mientras que la cultura, el espectáculo y las motivaciones identitarias, se mueven en el campo de los sentidos (la mirada, el placer y la memoria) que por lo común paralizan la reflexión y el cálculo.

Concluimos tres cosas: 1) Los liderazgos culturales son más fuertes, pero en política no son tan seguros. 2) La cultura popular / de masas se divide ante elecciones políticas, volviéndose inestable e impredecible; el poder del número no es homogéneo, se parte y se debilita. 3) ¿A quién responderán más los votantes sandinistas emancipatorios? ¿Al líder, al cantautor, al héroe? ¿A la promesa que se quiere creer, al sentimiento que no queremos dejar ir, a la gesta que admiramos sin envidia? ¿A la esperanza, a la identidad, a la hazaña? ¿Qué dominará, maldita sea: mandar, agradar o reverenciar? ¿Quién, por todos los cielos, ganará?

Monday, August 07, 2006

Comentario a "Las máscaras del texto"

LAS MASCARAS DEL TEXTO
(COMENTARIO CRITICO)
Por Freddy Quezada

No sé por qué, ahora, todo lo veo a través de aquella vieja división que hay en El Planeta de los Simios, donde existen cuatro tipo de personajes (los sabios que adoran una bomba atómica como su nuevo Dios; los simios, con tres variedades entre ellos, los gorilas-guerreros, orangutanes-justos y chimpacés-científicos y los humanos, con dos subconjuntos, los que no hablan y los que pueden hacerlo).

El asunto es que, el modo en que los sabios lograban detener a los simios, a través de ilusiones que creaban para atemorizarlos y no rompieran así la cortina detrás de la que se encontraban, ya no funciona. Los gorilas empezaron a derrotar las ilusiones sucesivas que les anteponían los sabios (que usaban la telepatía) retomadas por los orangutanes y chimpacés para alimentar el miedo entre todos ellos. A veces siento que el nuevo grupo de escritores, al que pertenezco junto a vos y otros, como Delgado, Midence, Blandón, Urbina, estamos haciendo lo mismo.


Me llamaron la atención siete grandes aspectos en tu obra:

I. LA REPRESENTACION

Te decía personalmente que junto a la salvación (o emancipación) son los dos grandes conceptos claves alrededor de los cuales gira toda la nueva crítica postmoderna y postcolonial. Unos hablan en nombre de otros sólo para salvarnos. Cioran, una vez, definió a las sociedades modernas como infierno de salvadores. Pero hoy, qué hacen los ilustrados con los que no quieren ser salvados (porque piensan más en el placer que en el deber, en el derecho que en la redención propia y de los demás) y que ya son más en número y peso que los emancipadores. ¿Violentan los pocos a los muchos, imponiéndoles sus modos de ver el mundo o se adaptan ellos, desde su cultura elitista, al poder de la popular y de masas? Visto desde aquí debemos hablar de luchas (y no de diálogos amenos como el pragmatismo de Rorty o la acción comunicativa de Habermas que desembocan en el multiculturalismo, aquél, y en el interculturalismo éste) entre culturas y estrategias recíprocas para adaptarse a los vencedores y estos, a su vez, ser penetrados en sordina por los vencidos. El yin yan me ha enseñado que las diferencias en un dualismo, sólo son de cantidad, es decir, de poder, porque están en ambos lados. Como en el caso de los celulares y de las plantas telefónicas digitales, que cuentan en sus repertorios de tonos con la música clásica (que no la pongan los usuarios es la ilusión de soberanía del consumidor) o, en sentido contrario, los bailes callejeros y regionales (rap, reggaeton, vallenatos, bachatas) que bailan las clases cultas e ilustradas. Lo que García Márquez empezó haciendo como arte en sus novelas, con su técnica cinematográfica narrativa, ahora se está imponiendo como un canon, pero no por él, sino por la imagen y su seducción filosófica. Galich dice que arma sus novelas pensando en el cine, como hacen Rowling, Tolkien y Brown, de seguro. ¿Qué buscan? ¿Público numeroso o agrado selecto? No se pueden tener ambas; hay que sacrificar a alguien y ese es el precio.

En cuanto a la representación criticada en strictu sensu, hay cuatro modos de abordarla.

1.1 EL RECONOCIMIENTO POSITIVO. La clásica, aquella que cree que con sólo nombrar a los excluidos ya se cree conocerlos y así se les hace justicia y se les incorpora. La que critica las exclusiones y propone las propias. Como hace Fornet-Betancourt, cuando dice, por ejemplo, que nadie de los latinoamericanistas, a excepción de él y los interculturales, ha dado su lugar a los afroamericanos y las comunidades originarias. Los nombra y el tipo no profundiza para nada en ellas por estar haciéndose el incluyente frente a sus colegas en su polémica contra ellos (Dussel, Scannone y Villoro).

1.2 LA DIALÉCTICA NEGATIVA. Si se critica que nadie puede hablar por los "indígenas nicaragüenses" (no solo por ellos sino por todo objeto o sujeto cualquiera bajo la mirada de un obsevador) porque no se puede hablar por los subalternos (Spivak deduce esto de la "metafísica de la presencia" que tanto criticó Heidegger y deconstruyó Derrida) significa que sólo podemos definirlos por lo que "no son" (en el entendido que nadie puede hablar por ellos), como sugiere Said y decía la Escuela de Frankfurt y declararlos innombrables o

1.3 NO EXISTEN Y POR ESO CALLAN. En este sentido son una construcción de los ilustrados que descubren de pronto cómo aparecen, como en Bengoa, el campesinista chileno, que constató que los campesinos latinoamericanos estaban "descubriéndose" como indígenas. ¿Caso de Jeffrey Gould? Los que hablan son como ventríloquos y su silencio es el de sus creadores en crisis. Marcos Membreño, en otro sentido, antropólogo nica, y creo que lo sigue en esto Mario Rizo, en un estudio sobre Monimbó y Subtiava, dice que las identidades de hoy se construyen de acuerdo a lo que dicen y se sienten a sí mismos los interpelados, es decir, si yo me siento indio navajo, como de verdad me sentía cuando de niño miraba las películas de Burt Reynolds, yo soy navajo, o

1.4 EXISTEN, CALLAN Y NO LOS CONOCEREMOS NUNCA. En este caso, el ilustrado lo sabe pero no lo quiere decir (lo que lo disuelve en los no letrados) y el silencio lo convierte en un arma para desorientar a los letrados y atacarlos. También puede ser leído como los dioses de Epicuro, si existen sólo ellos lo saben y sólo ellos son los concernidos. Pero los mortales no lo sabremos nunca.

2. MEDIOS DE COMUNICACION. Me parece que aún espera (no lo vi en la obra) ser rescatado el aspecto de cómo los canon e imaginarios ilustrados (en países agrarios, orales y ágrafos) vencen y se imponen con el concurso de los medios de comunicación (en especial la prensa escrita para la clase media pequeña, la radio para los actores agrarios y suburbanos y más tarde, para todos, la televisión). Son números pequeños de letrados (que se derrotan unos a otros) en medio de una masa de desilustrados. Y si les imponemos nuestros imaginarios a los demás, debe ser a través de algo muy fuerte, extensivo y cubridor (mass media). La imprenta, los libros y los discursos no son suficientes en sí mismos. Esos números pequeños han sido nuestro verdadero país (el de los intelectuales), toda la vida. Desde ahí nos matamos, nos ofendemos, nos envidiamos, nos criticamos y nos admiramos, amigos y enemigos. No podemos saber qué hay más allá.

3. ESTADO NACIÓN. En Centroamérica el territorio (campo de actores pluriculturales) nada tenía que ver con los Estados (nido de disciplinamientos escriturarios y poder de registro), como en el caso clásico jacobino que los hizo coincidir. Nuestros Estados naciones siempre han sido frágiles y caracterizados por una identidad disgregada. Sigo creyendo que obras como "Las máscaras del texto" tienen que vincularse a la aparición de nuestros Estados nacionales como complemento de análisis sociológicos de nuevo tipo. Creo que lo intentás al reflexionar sobre Doña Damiana y Amor y Constancia, pero todavía lo hacés con los cánones (también ahí se cuecen habas) de la sociología centroamericana. La cultura popular apareció al revés, entre nosotros, y no como Grasmci la imaginó para Europa. Primero hicimos un Estado nación, chiquito, con reglas europeas y en un mar de indiferencia étnica e ignorancia que pesaba mucho y, hasta después, se construyó la cultura popular (con las tradiciones orales no muy confiables en su traducción escrita, cobertura de la radio, el béisbol, la música regional, el habla callejera, los "paquines", las telenovelas, el cine, “dialectos” étnicos vivos, etc). "Nicaragua, nicaragüita", el segundo himno de Nicaragua, es reciente y su compositor aún sigue vivo y en política.

4. ESQUEMAS IMPORTADOS. Los esquemas importados son autorreferentes. Creo que no podemos criticar desde aparatos prestados (venidos de las universidades gringas a lomos de Delgado, Blandón, Urbina, Midence, vos, yo mismo) para decir que lo demás no ha servido. Confieso que yo antes era de esa postura, pero cada vez me convenzo de la escalera de Wittgenstein (¿obsesión?). ¿Hemos llegado al último paradigma que nos permitirá "ver" que lo que siempre buscamos no existía, pero para saberlo teníamos que recorrerlo? ¿Y que todo lo que nos precedió ciertamente tuvo su justificación en ello?

5. RUBEN DARIO. Sigo creyendo que hay que dejarlo en barbecho. Aguirre pasa en toda la obra descontruyendo cómo los vanguardistas representan a los indígenas y se canonizan ellos al mismo tiempo con el mestizaje que crean, pero cuando habla de Darío en la última parte, hace exactamente lo mismo. Sólo sube un peldaño más. Lo que me lleva a pensar que es Darío, junto con Sandino, el único que merece que lo desconstruyan, por su relación fundante con la identidad del Estado nación y no que le refuerzen su canonidad. Hay demasiados Daríos ya como para agregar uno más.

6. EL ABISMO DEL DASEIN. Rubén Darío son muchos. El poeta, el prosista, el liberal, el antiimperialista, el preciosista, el escapista, el amante, el alcohólico, el provinciano, el niño, el que no conocemos, el que no conoceremos jamás, el real, el hombre, el otro, el padre, el hijo, el mismo, el vínculo con los demás vivos, el vínculo con los demás muertos, el de Arellano, el de Coloma, el de Midence, el tuyo, etc. Es, como todos nosotros, movimiento puro, nada, todo. Que una de sus perspectivas se imponga a las otras y, de paso, se nos convenza a todos durante algún tiempo de su validez es sólo una cuestión de poder. Cubrir todo el movimiento de una persona con los conceptos es lo que Heidegger llamó “la metafísica de la presencia”. Pero eso que es ahí, que estamos siendo, ese movimiento en el tiempo que es inaprensible, es lo que somos, dasein. ¿Se puede hablar de él en marcha? Tal vez esa sea la fascinación que hoy ejercen la televisión y el cine, al simular con “efectos de realidad” ese movimiento del ser en el tiempo que, sigue siendo, con todo, simulado pero que con dos técnicas narrativas nos ha presentado el abismo: a) con aquellos films, tipo Matrix, donde la realidad es coproducida por nosotros, pero alguien la está soñando, al estilo Brahman y b) la representación de una representación a su vez representación de otras, como La Amante del Teniente francés, La Rosa Púrpura de El Cairo, Piso 13, etc, donde no sabemos en qué nivel estamos. En ambos casos, como pensó Heidegger, estamos desfondados (Ab-grund).

7. Como yo lo miro, no se trata de derrotar unos imaginarios ilustrados con otros. Por eso hablaba al comienzo de El Planeta de los Simios. Son los gorilas estúpidos, muertos de miedo (los “bárbaros”, pues) los que vencen las ilusiones.