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Wednesday, September 21, 2011

Mi debate con Walter Mignolo



Mi debate con Walter Mignolo
(Polémica fuera de la obra “Debates Contemporáneos”)
La decolonialidad repite la fórmula de los postcoloniales que el locus de enunciación es la clave para leer relaciones de poder epistémicas, socioeconómicas y políticas, entre las metrópolis europeas y sus antiguas colonias, americanas para su caso. Al revés de Edward Said, quien estudió desde las matrices de poder de Occidente cómo concebía a “Oriente”, y que era parte del método de Said no decir cómo de “verdad” era, para no seguir alimentando el control de parte de aquel, los descoloniales regresaron de nuevo al viejo recurso de identificar actores centrales, como los pueblos originarios y los afrodescendientes (que ellos aseguran comprender mejor que nadie). Es cierto que no es lo mismo hablar desde Managua, por ejemplo, con nuevas teorías, que desde universidades norteamericanas con viejos argumentos (algo en lo que llevan razón). Sin embargo, el locus al que se refiere Mignolo y sus amigos/as, es el referido al mundo “real”, cartesiano, euclidiano, no al mundo virtual, donde para probar el asunto, decidí escribirle a su página web, doce veces, 5 para su artículo “El Eurocentrismo del siglo XXI”, donde incluso participo con mi nombre una vez y 7 para un segundo al que se obligó a responder (Sobre descolonización/descolonialidad, una vez más) donde intervengo a mi nombre dos veces. Todos los demás son nombres ficticios (a veces me presento como mujer, a veces desde Europa, a veces desde América Latina) que asumí (usando el poder subversivo de los travestis del que habla Judith Butler) para demostrarle a Mignolo que los locus no son identificables y tienden más bien a invisibilizarse, al revés de los cartesianos. Ahora, pues, no sólo es importante el qué, el mensaje (separado del mensajero por la vieja lógica socrática) y el locus (destruido parcialmente por las nuevas tecnologías), sino también el destinador (el quién del que habla Nietszche) reactualizando los argumentos ad hominem.
Demostración: los lugares de enunciación no son definibles ni localizables en el espacio virtual, cada vez más dominante.

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