Nota: con la debida autorización de su autor, quien me hizo llegar este texto por e-mail, subo al ULITEO estas reflexiones. Saludos cordiales a todos.
El político tradicional y el proceso electoral amañado, viciado corrupto e ilegítimo en Nicaragua.
Por Orlando Morales Ortega
Transcurrido el primer trimestre del año 2011 el proceso electoral nicaragüense sigue su avance en medio de serie irregularidades realizadas por el partido de gobierno y denunciadas sistemáticamente por las diversas fuerzas de oposición. Entre estas irregularidades se pueden mencionar cuatro que afectan de manera sustancial la posibilidad que lleve a efecto un proceso electoral legítimo, limpio y transparente. En primer lugar, actuarán como árbitros del proceso electoral un grupo de funcionarios que se les ha vencido su período por lo que funcionan como autoridades de facto. Además estos funcionarios cuentan con el agravante de haber sido los principales artífices de un gigantesco fraude electoral en las recién pasadas elecciones municipales y están acusados de evidentes actos de corrupción. Es decir, se cuenta con un árbitro ilegítimo y repudiado por la gran mayoría de los nicaragüenses y los principales contendientes en el proceso electoral. En segundo lugar, la inscripción del Sr. Daniel Ortega como candidato a la presidencia de la república es un acto inconstitucional e ilegal, lo que contribuye a empañar más todavía el ya viciado proceso por la investidura ilegítima de quienes se encargarán de contar los votos. En tercer lugar, se quiere impedir por todos los medios que haya observación electoral nacional e internacional, lo que hace presumir que el partido de gobierno y las autoridades electorales de facto están fraguando otro fraude electoral en caso de que sea necesario. En cuarto lugar, el proceso de cedulación ha sido desigual, dado que la autoridad encargada, el Consejo Supremo Electoral de facto, ha priorizado la cedulación de las personas afines al gobierno impidiendo ejercer este derecho a amplios sectores de ciudadanos que son considerados opositores potenciales o reales del régimen de Ortega.
(Tomado de El Alacrán No. 442)
Como se puede apreciar existen cuatro condiciones extremadamente importantes que actúan desde ya para deslegitimar el proceso electoral que estamos viviendo los nicaragüenses.
Otro de los elementos que actúan en contra de la legitimidad y de la realización de un proceso electoral limpio y transparente es el pacto consumado entre el PLC (supuesto partido de oposición) y el FSLN, quienes desde ya deben estarse distribuyendo cantidades importantes de cuotas de poder (principalmente en la composición del futuro parlamento nicaragüense) que les debe brindar el conteo amañado del corrupto Consejo Supremo Electoral. Obviamente que el PLC será una de las principales (aunque las otras fuerzas al final pueden también prestarse al juego) instituciones que legitimará este proceso electoral viciado y corrupto desde su arranque.
Ante semejante situación es obligatorio hacernos la siguiente pregunta ¿en estas condiciones de corrupción e ilegitimidad vale la pena participar en este proceso electoral donde perfectamente se puede acuñar aquel aforismo popular “de tigre suelto contra burro amarrado”?. Yo respondo a esta pregunta diciendo que si, que aun en medio de todas estas dificultades, irregularidades, ilegitimidades, es conveniente participar, pero …no a la manera tradicional. Participar en el proceso electoral con la pretensión de ganar a través del conteo de votos en las condiciones en que se ha venido desarrollando el proceso electoral es una quimera de soñador absurdo o una bandidencia de político tradicional.. La manera en como se han desarrollado los acontecimientos dan muestras claras que Daniel Ortega no ha ido tan lejos (violando de manera fragrante la constitución y realizando otra serie de tropelías) para aceptar perder. Para Ortega y sus secuaces el resultado está ya más que definido: “o ganan o la ganan”.
El objetivo de participar en estas elecciones debe ser desmontar el corrupto, amañado e ilegítimo proceso electoral en curso mediante la movilización popular. Posiblemente esta sea la tarea más difícil y riesgosa actualmente en Nicaragua, pero además la más urgente y necesaria!!
De ahí que les compete a los partidos políticos opositores promover la movilización popular contra el proceso electoral corrupto, viciado e ilegítimo. Considero que es una vergüenza, para los partidos políticos opositores que haya sido una instancia no partidaria (el “Movimiento por Nicaragua”) la encargada de convocar una marcha contra la ilegal candidatura de Daniel Ortega. Pareciera que nuestros políticos tradicionales no tienen las agallas para un acto de esta naturaleza. Y a mi parecer en eso reside el principal problema de la oposición en Nicaragua. Ellos quieren enfrentar a Ortega sin correr riesgos, quieren enfrentar a un aparato represivo en condiciones donde sea imposible sufrir un daño y por ello también nos venden la esperanza (el peor de los males de la caja de pandora) de que es posible derrotar a Ortega en las urnas electorales.
Por eso también nuestros políticos tradicionales ven victorias donde hay derrotas y ven éxitos donde hay fracasos. Solo basta leer o escuchar sus interpretaciones de la fallida marcha popular contra la candidatura de Ortega el pasado 02 de abril. Todos coinciden que fue un triunfo, un éxito dela oposición, una victoria. Es tragicómico percibir que existan políticos “experimentados” que consideran que esa restricción de la movilización opositora haya sido una victoria, resulta patético que se considere triunfo el que las fuerzas del orteguismo te limiten a su gusto y antojo y de manera absoluta el espacio para marchar y, peor aun, que sean capaces de desmontarte la marcha. El Orteguismo logró que la anunciada movilización popular se haya limitado a un discurso patético de denuncias de parte de un miembro de la “sociedad civil” y a que posteriormente los dirigentes políticos hayan regresado temerosos y asoleados a sus casas, mientras las fuerzas del orteguismo celebraban a más no poder el control de las vías de Managua donde supuestamente iba a transitar la marcha.
Desmontar el proceso electoral amañado, viciado, corrupto e ilegítimo implica crear las condiciones para que se lleven a efecto elecciones limpias y transparentes, es decir, que existan por lo menos estas cuatro condiciones:
a) Un árbitro imparcial que cuente con la aprobación de los contendientes, es decir, sustituir al actual Consejo Supremo Electoral por uno nuevo. Este Consejo Supremo Electoral debe hacer cumplir con firmeza la Ley Electoral.
b) Que se respete la constitución política. El Sr. Daniel Ortega no puede ser candidato a la presidencia de la república. El partido de gobierno debe presentar otra candidatura.
c) Que exista observación electoral nacional e internacional
d) Que el proceso de cedulación sea equitativo y se responda con urgencia ante los amplios sectores que han sido marginados de este proceso por razones políticas.
Sino se dan, por lo menos las condiciones (a, c y d), que deben ser impuestas por la la presión de la movilización popular (que a su vez debe ser promocionada, organizada y dirigida por los partidos políticos de oposición), la suerte está echada: Ortega será el futuro presidente de Nicaragua. A eso hay que ponerle sello.
Si la oposición quiere vencer realmente a Ortega debe estar convencida que en las circunstancias actuales y en este proceso electoral amañado, viciado, corrupto e ilegítimo es imposible hacerlo por la vía del conteo de los votos. El segundo aspecto que debe tener claro la oposición es que la participación en las elecciones no debe ser para legitimar este proceso electoral amañado, viciado, corrupto e ilegítimo, sino para desmontarlo tal como expresamos anteriormente. Las banderas de lucha en la contienda deben ser: la demanda de que se instale un nuevo consejo supremo electoral expresando que del actual no aceptamos ni su conteo, ni su veredicto; un rotundo no a la reelección inconstitucional de Ortega y su participación en la contienda electoral; la exigencia de la observación electoral nacional e internacional; y la cedulación masiva por un nuevo Consejo Supremo Electoral. Un tercer aspecto que debe tener claro la oposición es que para lograr eso (desmontar el proceso electoral actual) es necesario promover la movilización popular de manera continua y permanente dado que las elecciones son un campo realmente favorable para ello.
Hacer otra cosa es comportarse como el político tradicional corrupto que en buen nicaragüense se traduce en: buscar una curul como medio de vida acomodada y privilegiada porque la “calle esta dura”.
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