Ponencia leída el 5 de junio del 2009 en homenaje al 3er. Aniversario de la Facultad de Humanidades y Ciencias Jurídicas de la UNAN-Managua
LA COMUNICACIÓN Y LA DESCENTRALIZACION DE LAS HUMANIDADES CLASICAS
Por Freddy Quezada
1. Las Humanidades clásicas que conocemos en todas las universidades occidentales parten de la recuperación de las tradiciones grecolatinas de la Alta Media que hará suya la célebre expresión de Protágoras, curiosamente el formidable adversario de Platón, que sustituirá al teocentrismo cristiano: “El hombre es la medida de todas la cosas.”
2. Al retomar tal idea de la sofística griega, el eje de este Renacimiento empezó a girar, y no ha dejado de hacerlo, alrededor de dos ejes: la promesa de salvación y la acción para lograrlo. Salvarse primero en la polis griega y la civitas romana; a continuación en el cielo judeocristiano; luego en la utopía renancentista y, ya por último, a través de un tiempo lineal, llamando progreso y revolución a un ascenso donde se auto-situaban a la cabeza las metrópolis más colonizadoras.
3. Lo que llama a la lucidez en cada época, es el desencanto (que procede por derrumbes sucesivos de certezas hasta suspenderse a sí mismo en una especie de epojé) de la mayoría de la gente con tales promesas y la desconfianza en una acción, usualmente coronable en un despotismo, por parte de unos liderazgos que reclaman su recompensa a una Historia a la que aseguran haber servido en virtud de conocerle sus secretos. Secretos cuyos éxitos, asistidos casi siempre de sacerdotes y sus sucesores, los intelectuales, han sido atribuir sentido al dolor humano para redimirlo después y construir reglas (a veces llamadas “democracia”, a veces “socialismo”) para repartir justicia ante los responsables de tales sufrimientos, castigando a los enemigos y absolviéndose a sí mismos en virtud de un deber, formal o histórico, cumplido.
4. El juego de “reglas”, que consistirá en romperlas, pasará a llamarse “política” y, para aquellos casos en que los infractores sean atrapados por otros jugadores iguales a ellos, “justicia”.
5. Poco se sabe que la tradición griega le llega a sus propios herederos, las tribus bárbaras post-romanas, a través de los invasores árabes que se instalan durante 800 años en la península ibérica y fundan las primeras universidades desde las que trasmitirán este conocimiento (el Aristóteles que se conoce será el “Aristóteles negro” de Avicenas y Averroes) a la par de sus propios conocimientos y de otros, como los hindúes, egipcios y judíos (estos últimos sustituirán a la decadencia romana por su versión cristiana), que se dice guardaba la biblioteca de Alejandría.
6. Las Humanidades son el punto de partida de Europa para ponerse a prueba ella misma, durante el descubrimiento, la conquista y colonización de América y otros continentes. Esta idea de superioridad de las humanidades europeas, debida al éxito de sus conquistas, trascenderá su provincialismo y le hará creer que tiene una vocación universal. Pondrán a prueba tal imagen de sí mismos, la revolución haitiana ejecutada casi al mismo tiempo que la francesa de 1789; la descolonización de una gran parte de países árabes y africanos emancipados en nombre de los valores de sus colonizadores, y la revolución boliviana de 1952, efectuada por dirigentes mineros indígenas en nombre de un marxismo occidental, al revés de la revolución china, sociedad de tradiciones confucianas y taoistas, donde triunfó un marxismo de "margarina", como le llamaban sus críticos, que al final se combinó con el mercado.
7. Lo que funda el humanismo eurocentrado serán dos vertientes fecundas para ellos y nocivas en parte para las sociedades que colonizarán. Por un lado, el arte que parte de la religión cristiana y se combinará con la nueva cosmovisión grecolatina; y la ciencia que se subdividirá a su vez en dos grandes vertientes: la filosófica y la científica propiamente dicha que, de nuevo, a su vez, se subdividirá en paradigmas y técnicas. La primer bisagra la constituirá Bartolomé de las Casas (el teólogo y el humanista), la segunda, Leonardo Da Vinci (el artista y el científico), la tercera, Descartes (el filósofo y el metodólogo) y la última, Galileo (el científico y el técnico).
8. Todas estas corrientes que madurarán durante la colonización de América y de otros continentes, serán de recibo imponer en la alta educación criolla a las capas letradas de las colonias (pequeñas en número pero significativas en peso) y subalternizarán a las otras culturas inferiorizadas por ellos, aún cuando fueren proferidas por sectores mestizos e incluso “indios” cooptados. Esta desigualdad que aún persiste, se transformó de colonizador-colonizado a letrado-iletrado, en donde el segundo término de la ecuación siempre han sido mayoría.
9. Esta es la historia, pues, de nuestro Humanismo, un Humanismo no tan propio, en efecto, sino más bien extraño; un poco de aquí, pero también de allá; de Europa sobre todo, pero también de la América criolla y mestiza (soñando con ser como ella), pero no aborigen ni afrodescendiente.
10. Todo paradigma que se tiene por “puro” se pone a prueba en los límites, en los márgenes y en las fronteras. Ahí donde el emisor cree que llega la tiranía de su mensaje, el receptor en condiciones de subalternidad, lo hibridiza. A tal conclusión, se pudo llegar por las nuevas tecnologías de la comunicación que hicieron de las fronteras, uno de los puntos fundamentales de sus agendas, a través de las migraciones: todo empezó a hibridarse, a hacerse nómada, a borrar dualidades de todo tipo. El mundo empezó a ser super-mestizo y super-mulato dentro de un eurocentrismo en crisis y un pensamiento de fronteras fecundo.
11. Entendámonos bien: la hibridez (o el supermestizaje como prefiero llamarlo) no es una virtud que tenga propiedades mágicas, como una vez la imaginó Vasconcelos, sino una necesidad, de grado o por fuerza, en la que, de modo desigual, participamos todos. Algunos le llaman a este curioso nuevo humanismo “glocalización”, otros “hibridez” y, unos más, “pensamiento de fronteras”. Le debemos, para bien o para mal, a los medios de comunicación, he aquí el hilo oculto, ese acercamiento, a veces obsceno, entre todas las culturas, sin ignorar el peso y despotismo de la occidental, en el que se han enterado de un modo secreto y humillante, que ninguna ha sido pura.
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