¿Pinturas Corona o American Paint?
“Elegir es tan sencillo como poderoso. Nadie lo entiende mejor que nosotros. El poder de elegir”. Cuando descubrí este anuncio de Pinturas Corona en los periódicos, me dije que el sistema en que vivimos ya no necesita sacerdotes, filósofos, economistas y psiquiatras, porque a todos los reúne en una sola figura el publicista. Y no es que imponga sus creaciones a la fuerza como se pensaba antes, sino que ahora lo hace con nuestra complicidad para dejarnos seducir.
El Poder de elegir, es cierto, es tan sencillo como fascinante. Su magia le llega de un fortalecimiento del ego, para sabernos distintos del otro/a que exactamente es invitado/a a hacer lo mismo, sin que descubramos la paradoja de igualarnos al diferente. Está montado sobre un atomismo social kantiano muy popular en el siglo XIX (donde todos éramos como unidades autónomas e independientes), cuya gran virtud era alcanzar la felicidad y cumplir con un deber categórico. Ahora, sólo un poco diferente (se cambiaron deberes por derechos) la persona es una unidad sólida y con deseos propios, anticolectivos.
Tenemos, aparentemente, en nuestras manos un placer y un poder al mismo tiempo: decidir. Son dos los grandes poderes fundamentales hasta hoy: la riqueza y el mando. Un tercero es el que se nos ofrece, aparentemente, al decidir desde uno mismo en plena libertad y totalmente lúcido, consciente, maduro y responsable. Es decir, no necesitamos la riqueza ni hacernos obedecer por carisma o por deber, para tener el más sencillo de todos los poderes, ya descubierto por los existencialistas: decidir todos los días. ¿Pero si es sencillo como dicen, por qué sólo ellos lo pueden entender “mejor”? ¿Es el poder de uno o de ellos? Tú eliges, nos halagan en otro spot.
Siempre estamos eligiendo en medio de dualismos sesudos, como los que ellos mismos aluden hoy con respeto y cierta distancia (James Joyce, tal vez recordando a los filósofos cómo expulsaron a Homero de la sabiduría, una vez se preguntó cuál de los dos, si Aristóteles o Platón, lo expulsaría de su República), pero que desprecian por el color, más importante que todas las consideraciones profundas. En las viñetas de la radio, mientras se habla de razonar sobre asuntos graves de política internacional, filosofía y problemas sociales, el protagonista del jingle de Pinturas Corona, dice que más difícil que todo eso junto, es decidir junto a su esposa, un color para las paredes ¿mostaza o fucsia?
De hecho los que eligieron el socialismo fracasaron contra los que apostaban o se acomodaban, era lo mismo, al capitalismo y antes uno también elegía. Con cualquier concepto maestro la historia la podemos cambiar al gusto si la leemos con él. En paradigmas anteriores, elegir era una virtud marginal explorada sólo por los existencialistas y libertarios. Nadie elegía realmente, sino que uno abrazaba creencias, dogmas, fe y paradigmas redentores, mesiánicos y emancipatorios. A nadie se le andaba consultando sandeces y nadie andaba por ahí deshojando margaritas por cualquier pendejada. Lo que muchachos imbéciles, como yo, elegían, era la vida propia, para ofrecerla en nombre de los demás y de quienes (sólo lo sabríamos los sobrevivientes) vivieron de ellos, es decir, los dirigentes y no todos.
Viendo las cosas con serenidad, estamos tentados de decir que cuando la diferencia es proporcionada por el consumo es mala, pero si se trata de identidad es buena; en un caso es publicidad; en otro es antropología o cultura. Una sirve para seducirnos, la otra para luchar. Sin embargo, creo que ambas fortalecen al sistema. Que una lo sepa y la otra no, no tiene ninguna importancia.
El sistema ofrece elegir entre lo mismo, para favorecer la ilusión de la “diferencia” como le llaman los antropólogos hoy o la soberanía del consumidor, como le llaman los economistas de moda. El slogan de Corona puede perfectamente ser tema de una conferencia de teóricos del poder, de antropólogos filosóficos o de cientistas políticos. La publicidad ha llegado tan lejos que ya puede arrebatar agendas, temas y preocupaciones graves y serias. Y convertirlas en slogan. Algo que hacían hace poco las prensas partidarias para clases sociales específicas y la religión con sus mandamientos sencillos para los fieles.
¿Paraíso o Reencarnación? ¿Jazz o Reguetón? ¿Hamburguesa o Pizza? ¿Diesel o Gasolina? ¿Minifalda o Jeans? ¿Pepsi o Coca? ¿Batman o Superman? ¿Ortega o Alemán? ¿Barbie o Kent? ¿El sistema o yo?
“Hasta puedes elegir comprar otra marca de pintura”, dice, en el colmo del aplomo, segura de sí misma, Corona. Es decir, si le tomáramos la palabra, creyendo que la golpearíamos en el único lugar donde creemos que les duele, en el otro de sí mismo, en la competencia, y aceptáramos comprar “American Paint”, por ejemplo, (♪ Vamos a pintar la casita /y dejarla bonita/♪ con American Paint, Hoy es…/ ♪ ), no le importaría. Nos desafía, nos amenaza, nos desarma, nos paraliza con su suicidio como estrategia. Elige, nos ordena, entre una pintura y otra, pero pintura. Está dispuesta a pagar con su vida, su orden. Triunfa por medio del horror y la seducción de él. Eros y Thanatos se abrazan en un mismo momento de éxtasis y finitud. La vida y la muerte se juntan y desaparecen en el instante eterno del placer. ¿Es posible que la sabiduría que toda la vida buscó Occidente haya esperado ser encontrada en la publicidad? ¿Todo el oro amarillo del mundo resultaría ser una montaña de mierda?
Belleza del consumo que se ha tragado a la belleza de la provocación vanguardista, como las define Eco para el siglo XX. Pero este dualismo, vulgar cuando lo ofrecen como propio y refinado cuando lo citan a distancia, también se reproduce en racimos internos como en el caso de los canales de cable.
El cable en Nicaragua, tiene formalmente casi 70 canales y uno de verdad puede escoger las mismas películas entre los canales 6, 14, 15, 19, 21, 25, 23, 24, 26, 38, 34, 40, 46, 54, 55, 61 y 62; o entre las telenovelas 2, 4, 10, 12, 27, 30, 47, 49, 50 y 51. O las noticias del 29, 36, 49, 50, 58, 63. O los deportes del 16, 17, 18, 48, 50, 51. O la música del 8, 29, 42, 43, 56, 78 o las caricaturas con el 3, 5, 7, 9, 13 y 52. Se puede hacer un mapa con los colores que ofrecen las pinturas Coronas para cada tópico.Combinar colores con la televisión y las cosmovisiones no es mala idea. Por ventura muchos horizontes emancipatorios llegados de la escritura no los vemos recreados, caricaturizados, humillados o exaltados en las películas? Las telenovelas no son el más grande testimonio de cómo el evento, la cotidianidad derrotó a la Historia? Y alguien puede respirar sin música hoy, el producto sólo inferior al aire en abundancia? Deportes para entretener a los romanos? La imaginación más pura y elitista convertida en caricaturas? Y esos simulacros de presentes puros editados, que son las noticias, no se pueden representar en gris?
Rojo para las películas, sustitutas de los metarrelatos
Naranja para las novelas, triunfadoras de eventos sobre la Filosofía de la Historia
Verde para la música, envolvente seductor mundial
Azul para los deportes, entretenimiento de masas
Amarillo para las caricaturas, conversión de la imaginación pura en arte de masas
Gris para las noticias, simulacros de presente puro.
Los colores son probablemente la parte presuntamente más libre de elección que hay, pero no es cierto. Umberto Eco, en su último libro Historia de la Belleza, dice de los colores: "Se ha observado que en los primeros siglos el azul, junto con el verde, es considerado un color de escaso valor, probablemente porque al principio no consiguen obtener azules vivos y brillantes, y por tanto los vestidos o las imágenes azules aparecen descoloridos y desvaídos. A partir del siglo XII, el azul se convierte en un color apreciado; pensemos en el valor místico y en el esplendor estético del azul de las vidrieras y de los rosetones de las catedrales: domina sobre los otros colores y contribuye a filtrar la luz de forma “celestial”. En determinados períodos y lugares, el negro es un color real, en otros es el color de los caballeros misteriosos que ocultan su identidad. En las novelas del ciclo del rey Arturo, los caballeros pelirrojos son viles, traidores y crueles, mientras que, unos siglos antes, Isidoro de Sevilla consideraba que entre los cabellos más hermosos estaban los rubios y pelirrojos. Igualmente, las casacas y las gualdrapas rojas expresan valor y nobleza, aunque el rojo sea también el color de los verdugos y de las prostitutas. El amarillo es el color de la cobardía y va asociado a las personas marginales y objeto de rechazo, los locos, los musulmanes, los judíos, pero también es celebrado como el color del oro, entendido como el más solar y el más precioso de los metales".
Somos una elección en medio de un cementerio de probabilidades (ver mi comentario). Todos estamos siendo una paleta de seis colores o siete (como el logo de Pinturas Protecto)Todo el globo esta bañado por ellos (como el logo de Sherwin Williams)Es el triunfo del existencialismo sobre los hombros de la publicidad. La cultura de élite con la de masas se ha unido. La popular que se basa en la comunidad, en la gemeinschaft, es la que pierde su sentido, al perder sus valores (solidaridad, justicia, comunidad, transparencia, rectitud). Desaparece (¿otra vez?). El individualismo filosófico más puro se da la mano con la publicidad más cochambrosa y todos nos felicitamos a excepción de unos cuantos que se oponen, sin saber que también así lo fortalecen, como Robert Altman, el crítico más grande de Hollywood, que lo premiará con un Oscar; o los críticos duros de las empresas, que los contratan para oirlos con respeto y superarse a partir de lo que les señalan; o como todo el discurso de la izquierda de acabar con la pobreza, que ahora lo usan las Instituciones Financieras Internacionales (IFIS). El sistema ya no se defiende de su otro, porque se sabe sí mismo.
El verdadero poder de elegir es no hacerlo. Pero, peligro!!!, peligro!!!, como anunciaba el robot de la vieja serie Perdidos en el Espacio, agitando sus brazos de oruga… también esto es elegir. Ciertamente, como dice Krishnamurti, sólo elige quién está confundido.
Thursday, December 22, 2005
Deconstruyendo un anuncio
Wednesday, December 14, 2005
Los secretos de un desempleado (o como vivir de los discursos que viven de ellos)
Por Freddy Quezada
Con mucho aprecio para Javier Cisneros
Tomo el periódico del día, echo un vistazo a su agenda de actividades, y me presento en esos foros de Organismos Gubernamentales o no, académicos o empresariales, donde uno se entera, a su vez, de otros similares en diferentes sitios, de tal manera que bien cartografiado y distribuido mi tiempo puedo perfectamente hacer de ello un oficio ejecutivo.
Con una corbata usada y un maletín conteniendo un celular viejo e inactivo y un tarjetero de plástico vacío, puedo pasar bien el día. Supongamos que leo el diario un día cualquiera a excepción de fin de semana (prestado a un vecino o leído a sus expensas) a las 7 a.m. Veamos mi agenda:
DIA 1
8 a.m: Conferencia sobre Pobreza y Desarrollo. Lugar: Hotel Princess. Receso con refrigerio a las 10:30 a.m. Almuerzo: 2 p.m. Invita: ONG 1
Después de servirme una taza de café, de esa variedad que se publicita para olfatos finos, con los granos a la vista debajo del grifo, lo acompaño de una hermosa dona (les recuerdo que es mi desayuno) y mientras la remojo, provoco la polémica (para hacerme invitar la siguiente vez) poniendo en duda el concepto de pobreza que, digo inflexionando la voz como le veo hacer a los asesores en otros foros, viene desde la Biblia y que ha hecho retroceder por imposiciones de los organismo financieros internacionales en sus estudios técnicos a nuestros más prestigiosos centro de investigaciones regionales desde la CEPAL hasta la FLACSO.
Veo miradas desencajadas y me reservo el efecto más espectacular, tan llamativo como un condón fosforescente, con el segundo concepto, el de “desarrollo”. Digo, buscando el escándalo para una entrevista de los periodistas dormilones del fondo del salón, que es una metáfora llegada desde el siglo XIX de parte de la biología y que ha sido difícil deshacerse de ella, a pesar de las denuncias del Club de Roma en 1972; que sólo los antropólogos supieron denunciar ese invento de los economistas que hoy nos tiene entre la globalización y la fragmentación; entre la economía y la cultura, es decir una lucha entre esas dos disciplinas.
Para hacerme el importante, y dejar que mi misterio los cubra, anuncio con pesar mi retiro, por el compromiso que tengo a las 10 a.m en el otro foro (llego perfectamente a pie desde donde estoy), pero dejo (mientras me sirvo a discreción los bocadillos del refrigerio que ya no podré disfrutar y empaco en mi maletín vacío) mi correo electrónico de los que regala Yahoo para que me escriban y revisar en los servicios gratuitos del Banco Central y de TELCOR.
10 a.m: Foro sobre Construcción de ciudadanía. Lugar: Hotel Intercontinental Metrocentro. Almuerzo: 2 p.m. Receso: 4 p.m. Brindis: 6 p.m.. Invita: ONG 2.
Me acicalo en los baños para hombres y enjugo el sudor por la caminata desde el otro hotel. Sé que empezarán tarde, como siempre. Elijo este otro foro sencillamente por el menú del almuerzo, más generoso (hay doble ración de carne, pollo y res, donde aquel sólo había una) y los refrescos incluyen té helado y flor de Jamaica, en vez de las colas y jugos muy dulces de lata, en el otro. Después de las presentaciones del caso, ataco el concepto de ciudadanía, por estrecho, clase mediero e ilustrado y que en ámbitos como el nuestro donde la cultura popular y de masas tiene el poder del número, hay sólo dos caminos: o se impone por la fuerza a una mayoría desilustrada y actúa así como lo que denuncia o se impone por la educación, vía larga, dolorosa y paciente, con el alto riesgo de que, en el camino, seamos nosotros los convertidos por los desilustrados (hablando, bailando, comiendo, oyendo y viendo la vida como ellos). Arde Troya entre los ilustrados asistentes y del mismo modo que en el anterior, anuncio mi retiro al siguiente foro (a pie también) dejando los efectos de la bomba en palacio y huyendo con mi segunda dotación de refrigerios en mi maletín en medio de la confusión y la polémica.
3 p.m: Mesa redonda sobre Código de la Niñez y la Adolescencia. Lugar: UCA. Cena: 6 p.m. Invita ONG 3
Saludo a un Decano que se le ha ocurrido proponer un Ombudsman (que al parecer quiere ser él mismo cuando lo jubilen sus jefes espirituales) para defender a los lectores en los medios escritos. Pregunto discretamente por el menú de la cena y me anuncian pasta a la bolognesa y fricasé de conejo (este plato lo oí una vez en Bugs Bunny), acompañado de vino tinto, a la salud de los niños de la calle. Digo con la impertinencia y confianza que me brindan la presencia de algunos cómplices, colegas, rivales y competidores de este oficio que veo estratégicamente repartido en esta universidad donde egresé, que la niñez y la adolescencia de las que hablan esos códigos importados nada tienen que ver con los niños reales y los adolescentes que andan en las calles. Que esos conceptos son hechuras de un deber ser que se halla en el campo de los sueños de la razón y en los discursos de abogados y políticos. Que nadie, que hable sandeces de esos monstruos, menos si son mujeres, se atrevería a caminar con ese discurso en su cabeza, voz y corazón, por un callejón de cualquier barrio de Managua a las 10 de la noche (donde a veces yo mismo ejerzo oficios ocasionales). Propongo que el siguiente foro se dedique más bien a los medios de comunicación y los nacionalismos, aprovechando la coyuntura con los ticos, para hacerme invitar como expositor, al recordarle al auditorio mi permanencia por varios años en Costa Rica, sin informar de mi condición laboral ociosa y cesante. Estallido de aplausos. Lluvia de tarjetas.
DIA 2
8 a.m: Seminario Taller sobre Plan Nacional de Desarrollo. Lugar: Ministerio de Relaciones Exteriores. Invita: Gobierno. Receso con refrigerio a las 10: 30 a.m. Almuerzo: 1 p.m. Receso con refrigerio a las 3 p.m. Clausura con brindis 6 p.m.
El vino de la noche anterior ha ocasionado estragos que me propongo resolver con mi segunda incursión a la selva de cemento. Paso antes, por lo cercano, revisando mi e-mail en TELCOR donde es gratuito. Mis víctimas serán los del gobierno, menos sensibles que las ONG lloronas que se dejaron impresionar el día anterior. Con ellos se trata de adularlos. Son el poder. Saludo al Plan Nacional de Desarrollo como una genialidad cuyo pivote, los "clusters" (me callo las objeciones y fuertes críticas de un boliviano y un alemán que he escuchado en foros de ONG' s) son el sistema vertebral del desarrollo de la nación por encima de gobiernos temporales y sin visión de largo aliento. Me largo un discurso servil con la técnica del “Che” Laínez, ese gran economista que dice cuatro verdades, a quien sea, sin usar una sola cifra, sólo que yo le pervierto el sentido. Calculo que la siguiente conferencia sobre Capital social, de la cual me hice expositor en virtud de las astucias que he mencionado para otras, empieza como a las 11 a.m. y después de manipular el celular viejo y desactivado que cargo en mi maletín, maldigo las baterías ante la audiencia y solicito el de la coordinadora del evento para llamar al otro foro y solicitar transporte que me traslade (si no hay, me voy a pie, basta recorrer toda la Avenida Bolívar) anunciando de nuevo el dolor de la partida con el compromiso de enviar observaciones más concretas a las personas que me faciliten sus tarjetas de presentación y sus correos electrónicos, que procedo a colocar como pequeños tesoros en mi tarjetero plástico, largo como un chorizo.
10 a.m: Conferencia sobre Capital Social y Nuevas Utopías Agrarias. Lugar: Hotel Crowne Plaza. Almuerzo: 2 p.m. Receso con Refrigerio: 4 p.m. Clausura: 6 p.m. Invita ONG 4.
Empiezo a exponer las nuevas utopías agrarias, esa corriente de la economía en crisis que al parecer está descubriendo hasta ahora la pertinencia de la sociología y el derecho, aplicando en las “nuevas ruralidades” (Clemens y Ruben, 2001), un nuevo paradigma europeo para sacar a los países “lentos” de la pobreza rural, cambiar su mentalidad con una ética del trabajo y una nueva cultura emprendedora, contractual y de pago, llamando “capital social” a todo lo que se mueve y “desarrollo sostenible”, a una vulgar y clásica reproducción ampliada. Cargo las tintas contra todo esto, diciendo que es una escuelita europea, donde van a aprender nuestros licenciaditos sus maestrías y doctorados, con el neoinstitucionalismo de North (1994), que además de admitir la necesidad de las leyes del mercado, considera contar con la confianza y el crédito comunitario en una red de instituciones como “capital social” (Putnam, 2003) siendo el eje fundamental, una legitimidad sólida y fuertes tradiciones legales. Digo que todo es un chiste para enseñarles a pagar a los "pobres" sus cuentas, descubriendo sus solidaridades (que vayan los bancos que alimentan esta escuelas a cobrarle a las "mafias" y a los "narcos" que también las tienen) para cubrir las fianzas de eventuales quiebras e insolvencias. Avalancha contra mí. Alguien cita a un agrarista amigo mío con su propuesta de cooperativismo autogestionario y respondo que es un buen test las cooperativas de los ochenta para probar los indicadores de los defensores del "capital social". Dejo que las discusiones se acaloren, alguien habla de "regular" el dinero plástico y obligar a brindar los créditos a la producción de pequeños y medianos empresarios. Bostezo mientras me sirvo con majestad e indolencia un gran bocadillo que me abra el apetito para el plato fuerte del mediodía. Oigo apellidos raros en las referencias, Dumazert, Pommier, Grigsby, Merlet, Baumeister, Levard, etc. Descubro entre los presentes, a un amigo del investido en la noche por la Academia de la Lengua. Me presento, diciéndole que compartimos destino y ofrece llevarme.
6 p.m: Investidura a miembro de la Academia de la Lengua y Lectura de ingreso. Lugar: Academia de la Lengua. 8 p.m: Fiesta del Embajador de la Madre Patria. Invita. ONG 5
Día pesado que está por cerrarse. Es una fortuna que esta actividad sea pasiva y uno se limite a escuchar erudiciones de todo tipo, tal como lo demanda la cultura, la filología y la semiótica, campos cubiertos generalmente muy bien por la mayoría de los académicos de número de nuestra institución. La fiesta se advierte estupenda y el embajador recuerda las glorias pasadas del Imperio, citando a nuestro poeta nacional y enalteciendo las bondades de una nación decadente ( y que se cree del primer mundo) y más fea que una mujer con culo de hombre. Definitivamente la ONG número 5, ha sido la más generosa de todas, las viandas divinas y los vinos de muerte lenta.
DIA 3
8 a.m: Ponencia Crisis de los Partidos Políticos y la Representación. Lugar: UNAN (Auditorio Roberto González). Receso con refrigerio a la 11 a.m. Almuerzo 2 p.m. Invita ONG 6
Informes de mis redes me hacen saber de un almuerzo magro y frugal y la rabia natural que ya siento por los partidos políticos, el tema remanido de la mañana, se multiplica exponencialmente por la tacañería de esta ONG de marras. Exigen identificación y registro en una lista que al parecer servirá de control para la rendición de cuentas. Los expositores son analistas y líderes políticos de segunda fila que se ve a las claras su torpeza y vulgaridad en el manejo de los términos académicos que, por su parte, los analistas se deleitan citando a Sartori, Habermas, Almond y Verba, Gramsci, O’ Donnel, Lechner, Laclau, etc.
Husmeo en el refrigerio para prisioneros y descubro con horror panecillos de molde cortados en trozos diagonales con una mano de margarina y un pedazo de mortadela de desperdicio.
Disparo, en mi intervención única, un bazukazo para sembrar el terror entre los panelistas que, a su vez, se ponga al servicio de mi retirada honrosa para ser reclamado cuando me ausente. Digo que se necesitan dos cosas: uno, la penalización de las promesas políticas; el candidato triunfador que no cumpla va a la cárcel y, dos, para el caso de la representación, El Estado nación, debemos terminar de desintegrarlo y tomar las decisiones políticas mayoritarias de manera inmediata a través de lo que piensa la gente, por medio de encuestas y muestreos científicos procesables en minutos que ya se pueden efectuar con la tecnología de punta (organismos, por supuesto, compuesto, además de técnicos, por personas notables, solventes e independientes) que se traducirían en actos y resoluciones rápidas. Si la mayoría de la gente tiene intenciones de votar por alguien en especial, o la mayoría de la gente expresa un favor o un repudio por algo o hacia alguien, pues tendría una traducción inmediata. George Soros, esa mala conciencia del capitalismo, decía que “el mercado vota todos los días” y sus decisiones se acatan automáticamente. Es lo mismo que estamos diciendo, pero desde el otro lado de la calle. Alzo mis manos para despedirme, más que de la audiencia, de los triangulitos indigeribles del refrigerio.
10 a.m Coloquio Género en Disputa. Lugar: Fundación Alemana. Almuerzo 2 p.m. Receso con refrigerio 3 p.m. Clausura: 6 p.m. Invita ONG 7
Con una taza de café en las manos, en medio de un conjunto de personas a los que ya no sé cómo llamar, si señoras, compañeras, mujeres, damas, señoritas, militantes… decido provocarlas expresando que todo el problema de género se debate con el problema de los travestís. ¿Son o no son? La identidad de todo se juega ahí. Somos narraciones en los discursos de los demás, como ellos lo son en los nuestros. Suelto una palabrita, descubierta en un diccionario alemán-español ofrecido a la entrada del salón de los anfitriones y del que alcanzo a hojear sólo la letra “A”. Defino lo que acabo de manifestar: auseinandersetzung. El sexo es un invento tan grande o más que el género y si es así, no hay género ni hay sexo. Todos somos ellos y ellas y las invito -- digo con desparpajo -- a todas y todos a que nos tomemos del dedo meñique y salgamos en medio de la calle a bailar una conga erótica. Me caen a palos. Y en medio de un bosque de manos solicitando intervención, me escudo para vengarme, en términos de refrigerio, del foro de donde vengo.
En el almuerzo, plato de bufete compuesto de varias salsas, arroz chino, ensalada italiana, carne a la vinagreta (solicito doble ración) y vino chileno, fraternizo con mis críticas y me hago el simpático doblando una mano y colocándome el cabello detrás de la oreja con la otra, mientras digo “niñas, en estos foros alguien tiene que hacer de abogada de las diablesas”.
En el almuerzo, plato de bufete compuesto de varias salsas, arroz chino, ensalada italiana, carne a la vinagreta (solicito doble ración) y vino chileno, fraternizo con mis críticas y me hago el simpático doblando una mano y colocándome el cabello detrás de la oreja con la otra, mientras digo “niñas, en estos foros alguien tiene que hacer de abogada de las diablesas”.
6 p.m. Cine Debate Vamos, Sam, tócala otra vez. Lugar: Cinemateca Nacional. Convivio: 8 p.m. Invita ONG 8.
El que jamás ha visto Casa Blanca y me conoce, creerá que la expresión de este cine debate Sam, tócala otra vez, se refiere a la Chica de Ipanema. En todo caso, sería “Tránsito, tócala de nuevo”. El maestro Tránsito Gutiérrez, que no podía verme entrar en los bares donde trabajaba porque recibía al borracho alegre que era yo entonces, con mi himno eterno y obligaba a ponerse de pie a los parroquianos para que se presentaran ante el Rey del bossa nova. Cansado del duro día tres, sólo asisto por el convivio y echo de menos a Ramiro Argüello, Franklin Caldera y todos los viejos monstruos con los que aprendí cine crítico del bueno, en los suplementos literarios de los periódicos de mi juventud.
El que jamás ha visto Casa Blanca y me conoce, creerá que la expresión de este cine debate Sam, tócala otra vez, se refiere a la Chica de Ipanema. En todo caso, sería “Tránsito, tócala de nuevo”. El maestro Tránsito Gutiérrez, que no podía verme entrar en los bares donde trabajaba porque recibía al borracho alegre que era yo entonces, con mi himno eterno y obligaba a ponerse de pie a los parroquianos para que se presentaran ante el Rey del bossa nova. Cansado del duro día tres, sólo asisto por el convivio y echo de menos a Ramiro Argüello, Franklin Caldera y todos los viejos monstruos con los que aprendí cine crítico del bueno, en los suplementos literarios de los periódicos de mi juventud.
Han sido tres días de comida abundante, balanceada, exquisita y, sobre todo, gratuita. El precio: escandalizar a ONG' s, adular al gobierno y, la cosa más fácil del mundo, criticar partidos políticos. Los otros dos días que restan de la semana ordinaria, los ocuparé para calendarizar visitas, llamadas y correos a los que me facilitaron sus tarjetas. Producto de la fatiga de este oficio, estoy claro que me debo el descanso, sagrado, del fin de semana.
A fin de cuentas, lo que tienen de común todos estos foros, es una pregunta que se hacen al final, pero que soy yo quien la digo siempre de primero, cuando quiero que el refrigerio se sirva de inmediato o calculando la hora del almuerzo: Muy bien todo, pero entonces ¿qué hacer para salir de esta situación? Sé que la acción es la preocupación de toda esta fauna. Y terminan siempre por donde ellos mismos empiezan sin darse cuenta: por las recomendaciones que después hacemos.
Ahora debo una confesión. No soy Freddy Quezada, sino que solicité permiso al verdadero, enemigo y denunciador de estas actividades que ha definido como "invento de vividores" para, en su nombre, revelarlo todo y convencerlo de que son buenos consejos para que nuestros mutuos compañeros desempleados, que son muchos, puedan al menos sobrevivir. Pudo más en este rudo, con un gran corazón oculto como todos ellos, el amor por sus amigos en desgracia que su odio a todo tipo de discurso. El servicio que me ha prestado lo demuestra. Gracias, Freddy. Por la positiva, es de agradecerse, te damos la razón.
– Hay refrigerio para estas bellas palabras?
Thursday, December 01, 2005
El Güegüense y las identidades en Nicaragua
Por Freddy Quezada
De Francia, sólo recuerdo a una señora de edad, parecida a esa figura que usaba en sus filminas la Alianza Francesa hace años, para representar a la dueña de los apartamentos donde vivían Pierre Bertin y Michelle Deschamps, los dos jóvenes con los que uno aprende a decir las expresiones más comunes: bon jour, au revoir, j´ te aime, etc. La señora, regaba agua sucia en una calle de París, exactamente como en los barrios pobres de Managua. Creo que fue Julio Cortázar el que definió al realismo mágico como si al doblar la esquina de una ciudad, sin sobresaltos, uno se encontrara en otra.
Ahora que la UNESCO declaró como patrimonio universal oral al baile sainete El Macho Ratón, en Nicaragua se ha producido algo muy curioso cuya dinámica también es advertible en otras ramas de saberes. Nos sentimos más nicaragüenses porque nos reconoce una entidad internacional. ¿Tenemos que sentirnos más nicaragüenses porque la UNESCO lo diga? Si lo sentimos es porque las identidades tienen un componente de poder en manos de los "otros" que lo pueden construir, determinar o influir. Supongo que es algo parecido a lo que cuentan los escritores del boom cuando dicen que fue en Francia donde maduraron su lucidez y conciencia latinoamericana, como yo encontré la mía por medio del agua sucia de una madame.
A veces necesitamos perder algo para recuperarlo. Lógica algo absurda cuando se intenta pasarla a otros campos.
La identidad de los nicaragüenses no es la del güegüense (con "c" o con "s", qué diablos importa!!!). Es un símbolo instituyente que sirve para muchas cosas. Su aspiración a canon identitario nacional es fruto de otras épocas. Erick Blandón en su estupendo estudio (El Barroco Descalzo) lo descontruye (mi comentario), pero el reconocimiento de la UNESCO es la típica rivalidad entre la academia y el poder. Si ya lo mencionan poco, menos que mencionarán el trabajo de Blandón de aquí en lo sucesivo. Será marginado y sepultado por miles de otros estudios (los ingenieros de canon, me ahorro nombres, ya están preparando sus consultorías y frotándose las manos para el negocio) que ayudarán hacernos creer lo que insinúa la UNESCO, que nosotros nos parecemos al símbolo, como las películas, las telenovelas y las noticias ya no son el reflejo de la realidad, sino nosotros el de ellas.
Como el concepto "pobre" (un categoría bíblica) que el BM, el FMI, la ONU, el PNUD y otros, le impusieron a nuestros centros más prestigiosos de investigación que antes usaban otros más finos y aproximados (CEPAL, FLACSO, en menor medida y con resistencias débiles la CLACSO, etc) y por extensión a nuestras universidades y a nuestros intelectuales. Así funcionan las cosas hoy. Así han funcionado siempre realmente. Sólo que hasta ahora nos enteramos.
Ahora que la UNESCO declaró como patrimonio universal oral al baile sainete El Macho Ratón, en Nicaragua se ha producido algo muy curioso cuya dinámica también es advertible en otras ramas de saberes. Nos sentimos más nicaragüenses porque nos reconoce una entidad internacional. ¿Tenemos que sentirnos más nicaragüenses porque la UNESCO lo diga? Si lo sentimos es porque las identidades tienen un componente de poder en manos de los "otros" que lo pueden construir, determinar o influir. Supongo que es algo parecido a lo que cuentan los escritores del boom cuando dicen que fue en Francia donde maduraron su lucidez y conciencia latinoamericana, como yo encontré la mía por medio del agua sucia de una madame.
A veces necesitamos perder algo para recuperarlo. Lógica algo absurda cuando se intenta pasarla a otros campos.
La identidad de los nicaragüenses no es la del güegüense (con "c" o con "s", qué diablos importa!!!). Es un símbolo instituyente que sirve para muchas cosas. Su aspiración a canon identitario nacional es fruto de otras épocas. Erick Blandón en su estupendo estudio (El Barroco Descalzo) lo descontruye (mi comentario), pero el reconocimiento de la UNESCO es la típica rivalidad entre la academia y el poder. Si ya lo mencionan poco, menos que mencionarán el trabajo de Blandón de aquí en lo sucesivo. Será marginado y sepultado por miles de otros estudios (los ingenieros de canon, me ahorro nombres, ya están preparando sus consultorías y frotándose las manos para el negocio) que ayudarán hacernos creer lo que insinúa la UNESCO, que nosotros nos parecemos al símbolo, como las películas, las telenovelas y las noticias ya no son el reflejo de la realidad, sino nosotros el de ellas.
Como el concepto "pobre" (un categoría bíblica) que el BM, el FMI, la ONU, el PNUD y otros, le impusieron a nuestros centros más prestigiosos de investigación que antes usaban otros más finos y aproximados (CEPAL, FLACSO, en menor medida y con resistencias débiles la CLACSO, etc) y por extensión a nuestras universidades y a nuestros intelectuales. Así funcionan las cosas hoy. Así han funcionado siempre realmente. Sólo que hasta ahora nos enteramos.
El nicaragüense es una composición múltiple, pero también todas la nacionalidades del mundo lo son. No sólo "nosotros" (estas comillas ya son lazos débiles que reclaman no sólo delimitación de territorios, parentesco, habla y valores) somos los hipócritas y malhablados. Los hay en cualquier sitio. Entonces no hay diferencias porque está en todos lados. (Sabiduría taoista: si lo negro y lo blanco, en el yin yan, está en ambos lados, quiere decir que no hay dos lados, sino uno solo, cuya diferencia es de cantidad, que no lo vemos). En realidad, el derecho de la diferencia es el consumo.
Probablemente yo como nicaragüense comparta muchos más valores con los costarricenses que con algunas comunidades originarias de mi propio pais como los miskitos (sobre todo con aquella corriente que ya tiene hasta una constitución con sus preceptos y ley orgánica para el día que se separen). O que los afrocaribeños "nuestros" se sientan más solidarios con los afroamericanos de EEUU y con los criollos de Puerto Limón, en Costa Rica, que con mestizos como yo.
"Lo que llamamos 'mestizo' -- nos dice un antropólogo latinoamericanono -- no es a menudo más que un indio que se niega o no se asume como tal, en virtud del estigma que pesa sobre su identidad y la discriminación que él mismo conlleva. Darcy Ribeiro afirma... que nosotros surgimos de una negación, de la desindianización del indígena, de la desafricanización del negro y hasta de la deseuropeización del europeo..." A lo mejor, por esto último, agregaría yo, es que "sentimos" (básicamente la clase media) que nos falta algo, que carecemos de algo, que debemos buscar hacia arriba y hacia afuera algo que precisamente es lo que ya tenemos.
La situación recuerda esa expresión de Fredrick Jameson sobre el "candor y la inocencia" que él cree mirar en las obras de García Márquez que le recuerdan al pasado de su propio país, el mismo, para regresarle el cumplido a este caballero revolucionario, que nosotros advertimos en las de Noam Chomsky, en las que miramos el "candor y la inocencia" que recuerdan al Lenin duro del "Imperialismo fase superior del capitalismo".
El mismo "indio" que los europeos y los norteamericanos ocupan para borrar las diferencias internas entre ellos, es la ocupamos también nosotros al llamarlos "euronorteamericanos", sin advertir que hay varias Europas y que la cultura estadounidense también son múltiples y entre ellas, a veces, se detestan. Definitivamente el dolor (la narración que busca liberarse de su propia caída) no es más que el placer (el instante eterno) cuando se hace historia a la manera occidental.
Probablemente yo como nicaragüense comparta muchos más valores con los costarricenses que con algunas comunidades originarias de mi propio pais como los miskitos (sobre todo con aquella corriente que ya tiene hasta una constitución con sus preceptos y ley orgánica para el día que se separen). O que los afrocaribeños "nuestros" se sientan más solidarios con los afroamericanos de EEUU y con los criollos de Puerto Limón, en Costa Rica, que con mestizos como yo.
"Lo que llamamos 'mestizo' -- nos dice un antropólogo latinoamericanono -- no es a menudo más que un indio que se niega o no se asume como tal, en virtud del estigma que pesa sobre su identidad y la discriminación que él mismo conlleva. Darcy Ribeiro afirma... que nosotros surgimos de una negación, de la desindianización del indígena, de la desafricanización del negro y hasta de la deseuropeización del europeo..." A lo mejor, por esto último, agregaría yo, es que "sentimos" (básicamente la clase media) que nos falta algo, que carecemos de algo, que debemos buscar hacia arriba y hacia afuera algo que precisamente es lo que ya tenemos.
La situación recuerda esa expresión de Fredrick Jameson sobre el "candor y la inocencia" que él cree mirar en las obras de García Márquez que le recuerdan al pasado de su propio país, el mismo, para regresarle el cumplido a este caballero revolucionario, que nosotros advertimos en las de Noam Chomsky, en las que miramos el "candor y la inocencia" que recuerdan al Lenin duro del "Imperialismo fase superior del capitalismo".
El mismo "indio" que los europeos y los norteamericanos ocupan para borrar las diferencias internas entre ellos, es la ocupamos también nosotros al llamarlos "euronorteamericanos", sin advertir que hay varias Europas y que la cultura estadounidense también son múltiples y entre ellas, a veces, se detestan. Definitivamente el dolor (la narración que busca liberarse de su propia caída) no es más que el placer (el instante eterno) cuando se hace historia a la manera occidental.
Ciertamente hay conflicto de valores identitarios. ¿Son rígidos o flexibles? ¿Cuál de ellos es el dominante? ¿Cuál de ellos me informa, determina y condiciona? ¿O cuál es el que derrota con más facilidad a los demás? Hay travestis que son "mujeres". La comilla aquí significa el misterio del ser, porque no tienen ninguna diferencia a excepción del sexo, que no tiene la menor importancia para estos casos. Es curioso que en los casos “normales”, el género está condicionado culturalmente por el sexo, pero cuando es al revés, en el caso de los travestís, nos damos cuenta que no cuenta. Es muy posible que el sexo, también, sea un invento.
Hay culturas donde es má importante diferenciar a las personas por la edad que por el género (donde hay hasta cinco tipos). Hubo razones de poder en nuestra cultura para que fuera el sexo y no el tipo de sangre (biológicamente más diferenciador; hoy seríamos algo así como seis tipos de personas), por ejemplo, lo más distinguidor, por decirlo así.
La identidad es una máscara de la nada, ese crimen perfecto sobre la realidad de la que todos somos cómplices, porque no nos decimos que el más perfecto de los crímenes es el que no se comete. Cuando decimos que no hay identidades, no somos verdugos, ni desenmascaradores, sencillamente nos asumimos como la nada de la nada. Los hindúes le llaman a toda esa danza de la identidad una "maya", una ilusión.
La pregunta sobre la identidad es la pregunta sobre el "yo" o los "yoes". Y su vinculación con el deseo (a través de la publicidad) hace converger la temática "occidental" con la "oriental". Hace poco me sorprendió la expresión de un estrella de cine, deprimida por el tedio de sus triunfos, que confesaba tenerlo todo, pero le hacía falta, ahora, no tenerlo, para conseguirlo de nuevo. Del mismo modo, el que no tiene nada, ignora que lo tiene todo; al empezar a buscarlo, lo pierde, el cretino. El precio de toda conciencia es la escisión del sí mismo, que produce la ilusión. Esta operación es lo que separa al uno del uno; al sí mismo del sí mismo. A Shiva de Brahman. Como pueden ver, donde empieza su historia (el relato de una caída) "Occidente", termina "Oriente" la suya. Aquel abre lo que este ha cerrado para siempre.
Entre comillas, occidental y oriental, porque están en ambos lados. Y si una se ha impuesto a la otra es por puras razones de poder. No hay sabiduría "oriental", como nos ha hecho creer Occidente con su complejo de culpa de haber colonizado sus tierras de origen y su arrepentimiento de haber rebajado a "sabiduría" lo que nunca quiso llamarle ciencia como a la suya. Ni el "Oriente", es lo que imaginamos de él. Son tan occidentales como el que más. Krishnamurti supo ver tan bien esto, y no hay que confundirlo con el universalismo eurocéntrico de la Ilustración cuando decía que la identidad es separadora, que aún no entiendo cómo nadie ha recogido sus lecciones. “Trazamos un círculo alrededor de nosotros: un círculo alrededor de uno mismo y un círculo alrededor de los demás. Habiendo trazado el círculo -- sea el círculo del `mí´ y del `tú´, o el de la familia, o el de la nación, o el de la fórmula de dogmas y creencias religiosas, o el círculo del conocimiento que uno teje a su alrededor -- estos círculos nos dividen”.
La pregunta sobre la identidad es la pregunta sobre el "yo" o los "yoes". Y su vinculación con el deseo (a través de la publicidad) hace converger la temática "occidental" con la "oriental". Hace poco me sorprendió la expresión de un estrella de cine, deprimida por el tedio de sus triunfos, que confesaba tenerlo todo, pero le hacía falta, ahora, no tenerlo, para conseguirlo de nuevo. Del mismo modo, el que no tiene nada, ignora que lo tiene todo; al empezar a buscarlo, lo pierde, el cretino. El precio de toda conciencia es la escisión del sí mismo, que produce la ilusión. Esta operación es lo que separa al uno del uno; al sí mismo del sí mismo. A Shiva de Brahman. Como pueden ver, donde empieza su historia (el relato de una caída) "Occidente", termina "Oriente" la suya. Aquel abre lo que este ha cerrado para siempre.
Entre comillas, occidental y oriental, porque están en ambos lados. Y si una se ha impuesto a la otra es por puras razones de poder. No hay sabiduría "oriental", como nos ha hecho creer Occidente con su complejo de culpa de haber colonizado sus tierras de origen y su arrepentimiento de haber rebajado a "sabiduría" lo que nunca quiso llamarle ciencia como a la suya. Ni el "Oriente", es lo que imaginamos de él. Son tan occidentales como el que más. Krishnamurti supo ver tan bien esto, y no hay que confundirlo con el universalismo eurocéntrico de la Ilustración cuando decía que la identidad es separadora, que aún no entiendo cómo nadie ha recogido sus lecciones. “Trazamos un círculo alrededor de nosotros: un círculo alrededor de uno mismo y un círculo alrededor de los demás. Habiendo trazado el círculo -- sea el círculo del `mí´ y del `tú´, o el de la familia, o el de la nación, o el de la fórmula de dogmas y creencias religiosas, o el círculo del conocimiento que uno teje a su alrededor -- estos círculos nos dividen”.
El güegüense puede ser entendido como Don Quijote, por lo viejo, no por lo "nica", como ahora nos distinguen los "ticos" (ya llegará el día a que estos últimos también los distingamos de los costaricenses por sus niveles culturales). Más por su astucia que por su hipocresía; por sus estrategias de venta que por sus ofensas; por su humor que por sus trampas; por su rebeldía que por su veneno; por su sabiduría que por su nacionalidad. Detrás de la máscara del güegüense, por supuesto, hay un anciano que, a su vez, está detrás otro (sus ancestros concretos). Pero hoy su rostro ya no lo podemos ver como es, porque “otros” precisamente nos han dicho que es un mestizo o un indio que reniega de sí mismo. El verdadero ha desaparecido y ha ido a reunirse con el que no existe, y como ironía al cerrar un trabajo como este, para cubrir un rostro que ya no tiene.
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