A Gianni Vattimo, italiano de origen, siempre lo tuve por uno de los más lúcidos representantes del postmodernismo, pero como un autor menor con respecto a los tres grandes franceses (Lyotard, Derrida y Baudrillard). Fue hasta hace poco, para mi sorpresa, que miré a alguien usando, uno de esos europeos bocazas, meretrices de la televisión, que dicen cualquier mierda, la condición de católico de Vattimo para descalificarlo. Es católico !!! -- me dije. Cómo puede un católico ser un gran defensor de Nietzsche y Heidegger, me volví a preguntar. Y en esta obra, ("De la realidad. Fines de la Filosofía") cuya copyright en su lengua original tiene 2012 y en la traducción castellana de Herder, este año, 2013, hay muchas claves para comprender su posición y su condición.
En primer lugar, Nietzsche y Heidegger, para Vattimo, representan los debilitadores del pensamiento fuerte, de certezas autoritarias, abriendo paso así a la hermenéutica (à la Gadamer) y a la pragmática (à la Rorty) como un pensamiento débil que posibilita el diálogo entre personas que no creen, o al menos dudan, poseer la verdad absoluta. Esta apertura, posible a base de ver todo como interpretaciones o como abismos fecundos sin fundamentos, es lo que le permite a Vattimo decir que la entrega, por parte de Dios, de su hijo como un mortal más entre mortales, es la prueba de su negación de absolutidad y poner en juego su propia certeza al donarse entre los hombres y abrirse a un diálogo que, a fin de cuentas, aun espera ser aprovechado. Esta lectura católica tiene su contrapartida como fin de la filosofía en medio de la democracia. Y este capítulo de su obra es la que ofrecemos precisamente a continuación. (Leer más)