A PROPÓSITO DEL DEBATE CUADRA, BARCENAS, HERRERA.
Fragmento de “El pensamiento Contemporáneo” de Freddy Quezada
“En “Breve Historia de Todas las Cosas”, Wilber (1997) señala que nuestra cultura, desde el Renacimiento, se dejó dominar por la ciencia que empezó a subordinar a los otros dos reinos que había diferenciado como un gran logro y que Kant elevara a rango autónomo: el arte y la razón práctica (moral y política). Así, nuestro holón (con sus cuatro lados: autotrascendente, autodisolvente, amplio y profundo) empezó a ser dominado por la amplitud y la descensión. Venidos de romper la tradición ascendente de todo el período pre-renacentista, perdimos profundidad y ascensión, siendo pasto de la superficie (el número) y el mundo material (chato). A ello le debemos, probablemente, ese vacío que sufrimos de perenne en el mundo “descendente”, moderno (cálculo) o postmoderno (placer). Vacío que nos hace impresionarnos fácilmente con sabidurías tan profundas como el budismo, el zen, el taoísmo, el hinduismo, pero también con las bagatelas astrológicas, chamánicas, pránicas, extraterrestres y hasta, si se la sabe disfrazar bien desde esos programas charlatanes de la radio, la sopa de frijoles.
El autor, a partir de esta ausencia de espiritualidad, perdida cuando la modernidad mutiló también esta parte sana de la religión, presenta una idea interesante sobre el viejo y casi insoluble debate entre la ciencia y la religión. Primero, presenta una síntesis de las corrientes, de la siguiente manera:
1) Conflicto: La ciencia y religión están en guerra; una es verdadera y la otra falsa.
2) Independencia: Ambas pueden estar en lo cierto, pero sus verdades se refieren a dominios esencialmente separados entre los que apenas existe contacto.
3) Diálogo: La ciencia y la religión pueden beneficiarse y enriquecerse mutuamente a través del diálogo.
4) Integración: La ciencia y la religión forman parte de una "gran imagen" que integra sus respectivas contribuciones.
De lo anterior se derivan las siguientes posturas:
1) Guerra: La ciencia y la religión están inmersas en una lucha en la que el perdedor está condenado a muerte.
2) Reinos separados: La ciencia se ocupa de los hechos naturales, mientras que la religión, por su parte, se centra en los problemas espirituales, de modo que no hay entre ellas posible acuerdo ni conflicto.
3) Acomodación: La religión se amolda a los hechos de la ciencia y la utiliza para reinterpretar - sin abandonar, no obstante -, la esencia de las creencias teológicas (a modo de una calle de un solo sentido).
4) Compromiso: La ciencia y la religión se amoldan e interactúan mutuamente (a modo de una calle de doble sentido) (Wilber, 1999: 51).
Las consecuencias las conocemos:
1. La ciencia niega la religión
2. La religión niega la ciencia
3. La ciencia y la religión se ocupan de reinos diferentes del ser y, en consecuencia, no hay impedimento alguno para que puedan coexistir pacíficamente.
3.1 Según la versión fuerte -el pluralismo epistemológico-, la realidad está compuesta de varias dimensiones o reinos (como la materia, el cuerpo, la mente, el alma y el espíritu) y la ciencia se ocupa fundamentalmentede los dominios inferiores de la materia y del cuerpo, mientras la religión, por su parte, se centra principalmente en los dominios superiores del alma y el espíritu. En cualquier caso, la ciencia y la religión forman igualmente parte de una "gran imagen", donde ambas caben y desde la que es posible llegar a integrar sus respectivas contribuciones.
3.2 La versión débil, por su parte, se denomina, "dominios no solapados"-, un término acuñado por Stephen Jay Gould para referirse a la idea de que la ciencia y religión se ocupan de reinos diferentes que no pueden verse integrados en ningún tipo de "gran imagen", puesto que son fundamentalmente inconmensurables. Ambos pueden ser respetados, pero no pueden integrarse. Se trata de la actitud más frecuente entre muchos científicos que profesan la creencia en alguna clase de Espíritu, pero no pueden imaginar siquiera el modo de articularlas con la ciencia, de modo que terminan asumiendo la postura de dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
4. La ciencia nos ofrece "argumentos plausibles" acerca de la existencia del Espíritu.
5. La ciencia no es el conocimiento del mundo, sino tan sólo una interpretación del mundo y, en consecuencia, tiene la misma validez -ni más ni menos- , que el arte o la poesía. Ésta es, obviamente, la posición "postmoderna" típica.
Reflexionando estas consecuencias, Wilber se pregunta: ¿Qué sucedería si la relación existente entre la ciencia y la religión no fuera como la que hay entre los distintos pisos de un edificio, sino como la que se da entre las distintas columnas de un mismo piso? ¿Qué ocurriría en el caso de que la religión no se hallara en un piso más elevado que la ciencia, sino que ambas discurrieran una junto a otra, todo el camino de ascenso y todo el camino de descenso? (Wilber, 1999: 55-56).
Tanto la ciencia estrecha (cuyos datos proceden fundamentalmente de los reinos exteriores o de los cuadrantes de la Mano Derecha) como la ciencia amplia (cuyos datos proceden fundamentalmente de los reinos interiores o de los cuadrantes de la Mano Izquierda), tratan de ser una buena ciencia (una ciencia que tiene en cuenta las tres vertientes de acumulación, evidencia y verificación). (íbid: 63)
Al igual que ocurre con el caso de la ciencia, existe una religión estrecha (que sólo busca consolidar el yo separado) y una religión amplia o profunda (que aspira a trascenderlo). Así, pues, Wilber desprende que bien puede haber comunión entre una ciencia amplia y una espiritualidad profunda. La espiritualidad profunda es la ciencia amplia de los niveles más elevados del desarrollo del ser humano”.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Wilber, Ken (1997) Breve Historia de todas las cosas. Edit. Kairós. Barcelona.
--- (1999) Una Teoría de Todo. Edit. Kairós. Barcelona.
Tomado de “El pensamiento Contemporáneo” (págs. 91 a la 95) de Freddy Quezada.