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Wednesday, April 23, 2008

Semióntica



SEMIONTICO

Por Freddy Quezada

No se trata de una especulación filosófica, si se cree desprender del prefijo que preside el título. No es semi (mitad) y ontos (ser), sino el cruce de un aspecto muy específico de la semiología (el mensaje) y uno central de la óntica (distíngase por favor de la ontología), ese concepto confuso que para mis fines lo voy a definir como “ser sin sentido; ni horizonte; ser ahí; ser sin más.”

Así, pues, será una reflexión semióntica.

Me impresionó en el prólogo que le hiciera a Carlos Schulmaister sobre los intelectuales, que el tema del discurso y el narrador, se haya detenido, como línea de exploración, en algún punto de los intereses intelectuales dominantes, al menos hasta donde yo conozco. En la retoma de este hilo, por demás fascinante, y que estoy seguro profundizarán autores más lúcidos que yo en todos los terrenos, con más garras que las mías y superando en mucho mi estrechez de miras, sólo temo recaer en la trampa de las simplezas dualistas de nuestra cultura. Sé que al hablar de mensaje y mensajero, excluyo a otros componentes de la mirada epistémica: el lugar (locus), el sentido (telos), el origen (arché), la cultura (modus), el espíritu (spirit), la historia (tempo), la identidad (ego), la diferencia (alter), etc. Pero asumo el riesgo.

Hay cuatro situaciones que se pueden percibir desde esta perspectiva que ofrezco al debate:

1. Los escritores: (No importa aquí si son originales o no en sus mensajes) son los que usan y abusan de los discursos, en particular los escritos. No hay en ello distinciones entre ideólogos, pensadores, investigadores, científicos, teólogos, espiritualistas, etc. Los biógrafos saben bien a lo que me refiero, cuando separan el impacto de los credos, no importa si a favor o en contra de ellos, de la vida de los autores. Alguien dijo, una vez, con justicia, que nadie es un héroe para su sirviente. Entiendo que al esclavo no le importa, sea porque no le entiende o no le cree, el discurso de su amo. No está envuelto en el efecto discursivo, está pendiente de un cuerpo que exige reposo y placeres. La vida de un autor no influye, ni condiciona lo que piensa, se dice desde Sócrates hasta nuestros días. Quizás sólo los psicoanalistas hagan algunas conexiones que lleven del uno a lo otro. Pero dentro de la galaxia de discursos, son marginales estas lecturas. El mensajero se oculta, por defecto, en el mensaje. Los discursos son banderas, digamos relevables, no importa si quien las lleva tiene las manos limpias o no; lo importante es que viajen y expliquen. Biográficamente, el escritor o la escritora, en el tiempo (y según la perspectiva del historiador) cambia y suele ser muchas personas, acusando la tensión de un sujeto que se presenta como homogéneo, cuando en verdad le vemos las líneas discontinuas que lo fragmentan y lo interrumpen, al mismo tiempo que lo hacen correr, como ese fenómeno que ocurre con los rayos láser o las ondas de radios, fácilmente explicables hoy por las teorías del caos. Y es igual también con los textos, como demostró Barthes y los espacios en blancos que separan y unen al mismo tiempo su escritura. Es decir, está tan fragmentado (nunca son iguales a sí mismos) el mensaje como el mensajero. ¿Se puede juntar lo que no se ha separado jamás? ¿O tal separación siempre ha sido una ilusión, de tal manera que es inútil exigir una reconciliación?

2. Los artistas: Al revés de los anteriores, en ellos, el exceso de yoes, productos del creador, funcionan como la información hoy, cuya cantidad sirve para ocultar, sepultada por avalanchas y toneladas de criaturas, nunca sabemos nada del narrador “real”. El yo se oculta, en estos casos, por exceso, pero sigue en el mensaje.

3. Los sabios. El mensaje coincide con el mensajero. Y al hacerlo, desaparecen ambos términos. La conciencia, fuente de separación, se disuelve junto con el ser dividido. Ya en manos del poder, el modelo se vuelve imperativo y se yergue sobre sí mismo. Los fundadores de las religiones y las culturas (Sócrates, Lao Tse, Buda, Confucio, Cristo, Mahoma y Moisés) son el testimonio de los casos, junto a algunas excepciones de héroes y heroínas (Gandhi, el Ché, Juana de Arco, Tupac Amaru, etc).


4. La gente “común y corriente”.
Nosotros (permitid ubicarme en este piso) sí estamos claramente separados de un discurso que nos llega siempre de afuera y de extraños. Vivimos en discursos de otros, somos actores (villanos en unos, verdugos en otros; indiferentes en estos, beligerantes en aquellos) de los discursos de las tres categorías anteriores. Pero también los asumimos como propios, de modo incompleto, fragmentario e híbrido, traicionándolo todos los días y usándolo para justificaciones y enfrentar a un adversario que está hecho del mismo material que nosotros. No los creamos, pero los hacemos nuestros. También somos nuestra propia creación performativa en el sentido que le da Castoriadis y Maturana (autopoiesis) cada uno de ellos por su lado (desde el punto de vista óntico el uno y desde la naturaleza el otro). Somos hibrideces creadoras (prescindiendo así de conciencia y representantes) en el sentido anarquista, a punta de lucha y estrategias entre desiguales en mundos ilusos. Sin duda, somos universos autocontenidos, fuera de los cuales estamos lo que somos de verdad: un agujero.

¿Qué quise decir?: cuatro cosas sencillas:

a) La eficacia de los intelectuales, y la consiguiente absolución de sus faltas, se basa en separar el mensaje del mensajero. Este es el principio: Los soñadores pueden fracasar, pero los sueños nunca.

b) Sólo los sabios (y algunos héroes) han borrado al mismo tiempo al mensaje y al mensajero, reuniendo en sí mismos una sola “cosa” mística, intransmisible e indescriptible.

c) Cuando las personas como “uno”, comunes y corrientes, armonizan el mensaje con el mensajero conocen, sin enterarse porque no les importa, y sólo por el momento que les concede el equilibrio, lo que llaman tranquilidad, serenidad, paz.

d) La mayoría vivimos alejados del equilibrio y es bueno que así sea, porque nada honra tanto la virtud de un mensaje como traicionarlo, escamotearlo, calcularlo, engañarlo, adularlo, calumniarlo, desobedecerlo, traducirlo, regularlo, recortarlo, ajustarlo, interpretarlo, juzgarlo, o negarlo, todos los días.

Tuesday, April 22, 2008

Escuelas culturales y de comunicación en pocas palabras

ESCUELAS DE COMUNICACIÓN Y CULTURA EN POCAS PALABRAS
Por Freddy Quezada
Los estudios de comunicación y cultura nacieron separados. Los norteamericanos (Paul Lazarsfeld, Harold Laswell y Robert Merton), alrededor del esquema lineal de la comunicación de Shannon (el emisor transmite por varios medios su mensaje, llegando limpio a un receptor universal) hicieron las primeras investigaciones empíricas de consumo de medios, preocupados de cómo era consumido el mensaje del emisor por los receptores, en encuestas de opinión, surveys y raiting que cruzaron por primera vez la sociología (estructural funcionalista) con la comunicación (girando alrededor de la prensa barata, la radio y la televisión masiva en EEUU). Es hasta con el postmodernismo que se empezaron a acercar y los terminó de confundir el auge de los estudios culturales.
Girando alrededor del esquema básico de la comunicación, podemos hablar de cinco escuelas de la comunicación y la cultura. Se distinguen unas de otras, por el acento que le colocan a uno de los términos de la ecuación compleja de la comunicación.




ESCUELA DE FRANKFURT: escuela filosófica y sociológica alemana de orientación más o menos marxista, conocida también como Teoría Crítica. En lo que respecta a los medios de comunicación, centró su atención en los procesos de alienación en general que generaba el sistema moderno y el capitalista en particular. Sus procesos de liberación consistían, entre otras cosas, en hacer dominantes los propósitos educativos de los medios de comunicación de masas para llevar la alta cultura a toda la población. En su versión más vulgar, aconsejaban socializar los medios de comunicación (en su mayoría en manos privadas) para llevar conciencia revolucionaria y mensajes liberadores a las masas. Umberto Eco (un teórico inubicable ahora, después de moderarse en su entusiasmo por la teoría de la recepción) llamó a esta corriente “apocalíptica”. Internamente, Walter Benjamín disintió de la mayoría de ellos (Teodoro Adorno y Max Horkheimer) al advertir que los medios de comunicación producirían sus propias creaciones (subliteratura de masas, música popular, arte pop, telenovelas, deportes, películas) en los rubros de información y diversión, que terminarían superando a la misión educativa impuesta por los sectores ilustrados. A su manera han heredado estas tradiciones Manuel Castells con su nuevo concepto de “sociedades redes” e Ignacio Ramonet con el “pensamiento único”.
ESCUELA DE CHICAGO: conocida así por ser la ciudad norteamericana, donde se empezaron los primeros estudios sociológicos de consumo de medios, por parte de sociólogos funcionalistas (los ya mencionados Merton, Lazarsfeld y Laswell). De alguna manera esta escuela se preocupó por los receptores pero en el aspecto económico, y después tecnológico, y no en el cultural, como más tarde lo harán los estudios culturales. Tienen el mérito de haber señalado los aspectos receptores como claves del circuito social y mediático. Umberto Eco le llamó a esta escuela los “integrados”. La fascinación por los medios audiovisuales (en particular la televisión, cuya cuna es EEUU) dominó sus reflexiones y estudios empíricos.
ESCUELA DE BIRMINGHAM: también de procedencia marxista, pero no desde arriba, como la de Frankfurt, sino desde abajo, más centrada en la cultura de las clases subalternas (obreros, mujeres, inmigrantes). Sus ejes siempre fueron procesos de resistencia, dentro de la lógica gramsciana, a la cultura dominante. Sus teóricos desde Raymond Williams hasta Stuart Hall, se preocuparon siempre por aspectos culturales dentro de sentidos emancipadores, desde abajo, propios del paradigma marxista. Por eso son conocidos como Cultural Studies. Su impacto se hizo muy fuerte en las ex-colonias británicas sobre todo en la India (Subaltern Studies), desde donde influyó sobre latinoamericano/as estudiando o impartiendo clases en los EEUU (Grupos de Estudios Subalternos Latinoamericanos).
ESCUELAS SUBALTERNISTAS: son conocidos por ubicarse en las ex-colonias europeas. En la India la fundaron Ranajit Guha, Partha Chatarjee, Dipesh Chakravarty, siguiéndola en su lógica emancipatoria, después, Aijaz Ahmad y otros. Efectuaron estudios culturales, pero desde el punto de vista de los subalternos colonizados y contribuyeron con estudios sobre los campesinos y la formación de los Estados nacionales. Sus pilares son: Marx, Gramsci y Althusser. Luego sufrirían un empujón radical por parte de otros autores también de las ex-colonias (Edward Said, Homi Bahbha y Gayatri Spivak) pero que debilitarán sus aspectos emancipatorios y le darán lugar a un escepticismo sano (postcoloniales) en los metarrelatos y a las lógicas de poder de los colonizadores sobre los colonizados. Incluirán a Jacques Derrida, Michel Focault y Gilles Deleuze junto a los clásicos Gramsci y Althusser. Para América Latina, en particular residentes latinos en universidades de EEUU, estos autores los influenciaron hasta el grado de constituir el Grupo Subalterno de Estudios Latinoamericanos, basados en los cuatro jinetes apocalípticos, como ellos les llamaron a sus autores favoritos: Gramsci, Foucault, Althusser y Guha. De aquí nacerán los postoccidentales que se transformarán en lo que hoy se conocen como Grupo Modernidad/Decolonialidad. Sus estudios cruzarán lógicas culturales, de poder y geoepistémicas. Asumirán una franca y abierta denuncia contra el eurocentrismo y la defensa de epistemologías “otras”.
ESCUELA LATINOAMERICANA DEL RECEPTOR: presididas por Jesús Martín Barbero, Néstor García Canclini y Renato Ortiz, presentan sus estudios independientes y al margen de los Estudios Culturales y del postmodernismo. Se sienten fuera de la tradición que fundaron en América Latina sobre estudios de comunicación Armand Matellart y Michelle Matterlart (ahora defensor de la comunicación-mundo) y Ariel Dorfman (Para Leer el Pato Donald) influenciados por los “apocalípticos”. Se interesan por los receptores a quienes conjugan en procesos híbridos (García Canclini) con los consumidores globalizados o con racionalidades propias de cartografías urbanas de actores sociales subalternos; jóvenes, mujeres, marginales, narcos, músicos, televidentes, etc. (Barbero) o el impacto de la globalización en las identidades nacionales (Ortiz). Coinciden, a sabiendas o no, con los teóricos de la cultura de masas que ven en los dibujos animados, la música popular, la pintura pop, las películas de cobertura mundial y los íconos populares en general, objetos de estudios, dignos de ser pensados, como han apuntado Umberto Eco, Fernando Savater y Peter Sloterdijk. Conjugan medios de comunicación y culturas subalternas, obviando lógicas de poder y colonialidades del ser y el saber, de tal modo que los decoloniales los prefieren como precursores de ellos o como estudiosos marginales, todavía tributarios del eurocentrismo.

Friday, April 11, 2008

Globalización en pocas palabras

GLOBALIZACIÓN A LA FECHA

Por Freddy Quezada


TIPOS DE GLOBALIZACIÓN

Introducción: La globalización es la internacionalización y profundización de las relaciones de poder (fuerza, riqueza, conocimiento y tecnología) entre países y culturas.

En la época temprana de la globalización, las corrientes emancipadoras en retirada, tuvieron la tentación de definirla como “la fase superior del imperialismo”. Ahora que amenazan con regresar, intentan definir, al paradigma rival que la desafía, como socialismo del siglo XXI. El fenómeno desde luego era, y es, mucho más complejo que una reducción lineal y acumulativa, fruto de categorías superadas o más de lo mismo, como contrapartida.

Otros separaron en ambos lados, la globalización de la fragmentación, haciéndolas correr de modo paralelo, ignorando su alimentación mutua, anclando en purezas, hegemónicas y resistentes, los procesos de identidad e imposiciones por violencias financieras y epistémicas, o seducciones mediáticas y tecnológicas.

Unos decían que la globalización terminaría por hacernos iguales a todos (ya fuera que lo celebraran como “integrados” o le temieran como “apocalípticos”) y otros señalaron que los procesos de resistencias se agudizarían ante la amenaza de perder las identidades. Tales temores estimularon los estudios culturales y comunicacionales (venidos de las escuelas de Birmingham, Frankfurt, Chicago y las teorías latinoamericanas del receptor) que terminaron de cruzarse con el postmodernismo, los postcoloniales y la decolonialidad.

El resultado real de todas estas apreciaciones es que nos hemos hibridizados o “glocalizados” por llamarle así, en procesos de identidades dentro de identidades, o mestizajes dentro de mestizajes, en medidas desiguales, cuyo peso en la composición, revela aspectos de dominio y aspectos subalternos, que luchan dentro de esos universos.

Sea como sea, la verdad es que la globalización no puede ser definida de un sólo golpe, no importa si a favor o en contra, de tal modo que preferimos hacerlo en los niveles en que ella misma se desarrolla.

LA ECONÓMICA FINANCIERA

Es la más importante y la de mayor cobertura. Es el triunfo inobjetable del mercado a caballo de las nuevas tecnologías de la comunicación y al servicio del movimiento de capitales. Expresión de la concentración de estos capitales, son el poder de las Instituciones Financieras Internacionales como Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional y Organización Mundial del Comercio, cuyas políticas generalmente alteran el ordenamiento social, político y económico clásico de los Estados nacionales subalternos. Su contrapartida igualmente global, pero más lenta y dificultosa, es la migración de los trabajadores de países “lentos” a países “rápidos”. La globalización en este sentido se presenta como homogenizadora.

Parte del horizonte que todos seremos iguales por medio del consumo.

Para lograr mayores niveles de eficacia y competitividad se han agrupado en tratados regionales donde las cabezas visibles son las potencias rivales en el sistema (TLC, ASEAN, UE). Últimamente han surgió potencias desafiantes que están fuera de esta globalización con claro dominio occidental, quienes amenazan con nuevas reglas del juego: China continental y la India.

LA JURÍDICA


Es la inconclusa y la que se presenta como el triunfo inobjetable de la democracia, pero avanzando con dificultades en países de culturas autoritarias. Parte de premisas ya consagradas (Derechos Humanos, Derechos Colectivos, Derechos de Pueblos Originarios) en instituciones internacionales (ONU, CIJ, OIT) y presenta las bondades de derechos normativos para todos en pisos (derechos políticos y civiles, derechos económicos/sociales/culturales y derechos de la tercera generación) que deben respetarse en los contextos nacionales. Se presentan como universales y algunos derechos provienen de exigencias del tipo anterior de globalización (derechos de autor, tratados regionales, patentes, etc.).

Se han tomado la libertad incluso de juzgar en el exilio a ex -- dictadores bajo el amparo de este tipo de globalización que no distingue entre dictadores de derecha o de izquierdas. Culturas no occidentales (como China continental y algunos países árabes y africanos) no le acuerdan ni el peso normativo ni la autoridad que los propios occidentales se brindan a sí mismos.

LA TECNOLÓGICA/CULTURAL


Es la globalización diferenciadora por excelencia. Asume la “soberanía del consumidor” que a veces se la confunde con el “derecho a la diferencia” (mezclando al ciudadano con el consumidor) que exigen y gozan grupos sociales étnicos, lingüísticos, sexuales, medioambientales y culturales.

El “derecho a la diferencia” por lo común se lo obtiene mediante procesos negociados y de consensos, donde una sociedad civil pacífica y tolerante, pero firme y luchadora, dialoga con un Estado abrumado de problemas por arriba, por abajo y por dentro que no puede resolver. La tecnología se presenta cargada de bondades y como nueva forma de distinguir a los países en atrasados y rápidos. Las nuevas protestas de grupos globales ya no es impedir una globalización que ha terminado por ser inevitable, sino la de luchar por “otras” globalizaciones incluyentes y participativas.