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Friday, November 23, 2007

Hibridez comunicacional

HIBRIDOS EN FORMATOS DE COMUNICACION

Por Freddy Quezada

Un grupo de estudiantes me solicitó que escribiera algo sobre una charlita que les brindé como cierre de curso, alrededor de los formatos en algunos medios de comunicación en Nicaragua.

En los videos, que pueden observar ustedes aquí mismo, no se pueden apreciar muy bien la división que traté de efectuar. Los chicos, como siempre, hicieron mucha bulla. Pero en verdad seguía la clasificación que les impuso la modernidad que las alumbró: las funciones separadas y al mismo tiempo juntas que asumieron todos ellos (prensa, radio y televisión) que técnicamente después las reunirá en un sólo sitio e instrumento, INTERNET: educar, informar y entretener.

La educación informal (sencilla y por entregas) para las masas, fue el sueño que la modernidad le asignó a los medios de comunicación, sobre todo a la prensa escrita, la hija menor del mundo de Gutemberg. En Europa, y después en EEUU, esto significó simultáneamente alfabetización gratuita y obligatoria y abaratamiento de la prensa escrita para cubrir el mayor número de lectores. En las ex- colonias, el mismo principio gobernó para los pequeños círculos ilustrados, considerándose lo popular, no como en Europa y EEUU, a los campesinos, los semianalfabetos mestizos, aborígenes, afros e inmigrantes que no podían hablar la lengua dominante (los asioamericanos y otros).

Lo que en los países altamente ilustrados se generó, fue una lucha entre ellos (entre conservadores, liberales, marxistas, postmodernos, etc) mientras en los países subalternos esa capa ilustrada, muy pequeña en varios casos y en otras compitiendo con los semiilustrados, la relación se estableció de otra manera, porque participaron actores que no tenían nada que ver con esa ilustración, por que fueron excluidos, invisibilizados o porque ellos mantuvieron una racionalidad propia, reduciendo al mínimo las mezclas. La diferencia entre unos países y otro, además de la típica postcolonial de dominio, fue el número, peso y magnitud de los sectores, donde una minoría ilustrada siempre ha tratado de imponer su esquema cosmovisivo (desde la escuela nos enseñan normas para todo, para ver el mundo, clasificar al mismo tiempo clasificándonos según cánones dominantes, hablar, ser cortés, reprimirnos, pensar, "ver", sospechar detrás de cada acto, polemizar, recomendar, etc) y legal (la constitución escrita, los contratos, las reglas gramaticales, etc) a la mayoría que no le importa, la comprende de otro modo, la ignora, la mezcla y la enfrenta de mil maneras con lo que le llega de los medios audiovisuales que capturan su atención más que el universo escriturario. Cuando veo esos esfuerzos una y otra vez de liberar a los desempoderados desde los universos escriturarios (libros, prensas, universidades, intelectuales, profesores y lo que se le deriva como conciencia, organización, lucha y emancipación) sé que estoy ante una repetición de la cadena, aún en aquellos casos que se diga que se va en contra de ella. He aprendido con el tiempo que de lo que hay que liberarse es de los liberadores (medios de comunicación, herederos en esto de iglesias y partidos, incluidos).


Pero sigamos. La información periódica primero (escrita) e instantánea después (radial) fue cobrando independencia y peso con los avances tecnológicos, desde el telégrafo hasta el satélite que encontró, sólo más tarde, a la televisión que empezó a imponerse desde EEUU, con la nueva peculiaridad que ahora también entretenía.

La separación se mantuvo, aún cuando una de ellas fue dominando a las otras (por ejemplo, la función de divertir y la imagen, fueron superando la de educar y la de informar), en eso todavía los géneros y los formatos no se "osmotizaban", ni derrumbaban fronteras entre ellos. Es más, la INTERNET abrió la posibilidad de juntarlos (ya con un claro dominio iconológico) pero no revolverlos por dentro. Es de esto último que hablé para el caso de Nicaragua.

Si uno se fija en programas informativos como los noticieros matutinos de la Nueva Radio Ya , cuando los locutores brindan las notas rojas desde hospitales, juzgados, bomberos y cárceles, el toque de humor que colocan a través de dramatizaciones y pequeños "sketchs" (en lo personal gozo con aquel silbidito de paño de lustrador, que descarga uno de los presentadores al teatralizar el alza del jabón de los condenados por violación en los baños de las cárceles) obligan a dudar de la veracidad de la información o a tomar distancia de la seriedad de la fuente. ¿Cómo se puede reaccionar ante el híbrido? ¿Nos entristecemos, reímos y nos sentimos culpables después, nos indignamos, ya no contra los delincuentes sino contra los locutores, exigimos que se respete el género o que abraze claramente los viejas teatralizaciones radiales? ¿Qué hacemos?

Uno no puede evitar pensar que hay una continuidad de ese formato con el anterior que le precede en horario y que es, sin lugar a dudas, netamente humorístico: La Palomita Mensajera de Aniceto Prieto. Continuidad incluso física cuando continúan las bromas y "quejiditos " de la secretaria, o alguien que hace las veces de ella, en ambos programas. La seriedad se funde con el entretenimiento y no sé si por la experiencia, tedio y cotidianidad de los locutores en la cabina que, sin ellos mismos enterarse, están dando lugar a un nuevo género que puede resultar un éxito comercial.

Lo que nos enseña la época es a romper normas, cánones, no por medio de revoluciones como antes, o negociaciones de sentidos y paradigmas como hoy, sino a combinar, recombinar y seguir combinando un injerto dentro de otro. Cuando una tipología, cualquiera, se impone, casi siempre lo hace bajo la descripción (y ya sabemos el efecto de este poder, "describir es prescribir y proscribir", todo en combo) o bajo la racionalidad de tipo weberiana que no es más que la separación irreal, paradójicamente irracional, de lo que está mezclado profundamente en la realidad y que no sirve más que para imponer la racionalidad más dominante, en nombre de un respeto falso y salvador.

Algo parecido he notado en la televisión, también con los programas informativos serios (representacionales de traje y corbata) que, por contigüidad o por competencia, se han relajado y flexibilizado, sin llegar todavía al histrionismo de la Nueva Radio Ya, pero que ya cuentan con presentadores que se atreven a romper el canon, a invadir al otro formato y, a veces, a imitarlo dentro del propio. A ello me refiero cuando hablo de TV Noticias y 22-22, por ejemplo, entre la ósmosis de Andino y Pineda Ubau; entre los chascarrillos de aquel y las informalidades de esta. Entre la información de y para la alta cultura y la información de y para la cultura popular, que corre a cargo de pocos ilustrados. El humor está subvirtiendo a los géneros y los formatos, más precisamente, el entretenimiento, la función más hegemónica de la TV y que está sobredeterminando todos sus productos.


Por otro lado, también los programas de humor televisivos, donde se abusa de los sectores populares por medio de premios humillantes, reconocimientos indignos y burlas ofensivas, se ha roto una ética desarmada frente a un humor corrosivo que no puede juzgarla por el tipo de regímenes inconmensurables entre sí, al que ambos pertenecen. Es decir, al humor no se le puede normar, censurar o moderar porque sino se le mata su sentido. De aquí que, lo que sectores de sensibilidad ilustrada (es decir, profesores y estudiantes como nosotros) pueden ver como de mal gusto, irritante y violador de derechos, los mismo sectores sufrientes lo ven divertido, entretenido y hasta beneficioso.

Me parece que los medios en general se han repartido, en virtud de la mayoría que ellos mismos ayudaron a construir, el dolor para los sectores populares (nota roja), obviando que también tienen momentos calmos, tranquilos, serenos y relajados (la mayor parte del tiempo); el placer a través de un humor humillante para los ilustrados y para todos la felicidad (publicidad).

De todo esto, he llegado a creer que en la carrera de los medios por halagar a un objeto que ellos mismo construyen (la opinión pública) sin darse cuenta, han ido privilegiando el número, la cantidad, la superficie, la mayoría, en vez de la verdad, de suyo minoritaria, elitista y autoritaria. Y asistimos así a la derrota de la alta cultura, por parte de sus propios hijos, que tiene que hacer payasadas ahora para sobrevivir y agradar en la televisión mundial. Ahora parece que le tocará el turno a la información para ser subsumida.

Veo dos cosas en todo esto. Uno, el papel de la risa dentro del pensamiento normativo (Cioran decía que a Kant jamás se le encuentra una nota de humor o de tristeza) que despedazará todo; y la cultura de masas (la verdadera cultura popular de hoy) que impondrá una extraña igualdad perversa, de la que nadie puede salir indemne ni puro. Viniendo de polemizar con los decoloniales, reparo hasta ahora que esta escuela (preocupada en reescribir la historia desde 1492) no puede incluir dentro de su enfoque a los medios de comunicación por dos razones: a) tienen que hablar del presente y de la centralidad que juega no sólo la modernidad/postmodernidad en este asunto, sino la centralidad de EEUU en ella y b) en contacto con estas lógicas se levanta por los aires, la idea que los grupos sociales, étnicos o no, pueden guardar memorias y purezas cuando, al revés, se ven envueltos en identidades altamente inestables (cambiando a cada instante como las nubes), citacionales y performativas, como indica Judith Butler.

Al final, ustedes tendrán que hacer con este blog, lo que hacen con los canales, cambiarlo, como en Truman Show, cuyo verdadero mensaje y final no es Jim Carrey descubriendo la verdad y reconciliándose con la realidad, sino lo que hacen los dos vigilantes cuando termina el episodio final, al buscar TV Guide, para elegir qué seguir viendo y mantenerse encadenados.