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Tuesday, February 27, 2007

Nuevo libro de Mario Rizo "Samuel Meza Briones"

EN LA PARTE ESTA EL TODO

Por Freddy Quezada

Honrado por una gentil invitación que no merezco, Mario Rizo me hizo llegar un trabajo suyo de rescate y rememoración de un intelectual nicaragüense injustamente olvidado, el poeta, periodista y abogado de profesión, Samuel Meza Briones (1867-1930), de cuya biografía, historia de su época y de sus documentos del Mar de la Mosquitia, trata la presente obra.

El poeta Meza Briones estudió en León, donde conoció a la crema y nata de la intelectualidad de la época, incluyendo a Rubén Darío. Sirvió durante dos años en Bluefields, en un contexto sumamente difícil para un profesional por el abandono del cual hasta el día de hoy somos testigos. Este lugar fue escenario de la creación de unas cartas náuticas y cuyas historias Mario Rizo recrea, al imaginar el conflicto entre anglosajones (estadounidenses y británicos) por la conquista del Caribe y las costas de sus países. Vivió en Matagalpa, lugar testigo de su última morada.

El texto presentado con una prosa - entre la de un antropólogo y la de un narrador de vuelo -, nos recuerda un poco a las novelas de piratería y a las de aventuras de Sandokan. También nos acerca e informa de la magnitud de los intereses en juego y de las pasiones desde las corbetas y cruceros que se enfrentaron entre sí y detrás de los cuales estaban un imperio agonizante y, uno naciente y errático.

La reambientación que hace Mario Rizo, nos recuerda, epistemológicamente al Parque Jurásico y cómo, en esa película, somos testigos de la reconstitución de los dinosaurios a partir de una pequeña célula ósea. Es un poco parecido a aquella sentencia famosa de Agustín de Hipona, en la que nos confiesa que, conocer profundamente a un hombre es conocerlos a todos.

La historia del poeta Meza Briones, es la de un hombre de paz, que no levantó la mano a nadie, como dice el autor; podría ser la de los hombres y mujeres de la clase media que son soporte de esas sociedades que ya han obtenido el desarrollo en los países donde estas cuentan con un peso en número y calidad muy significativos. También se han hecho las guerras entre ellos sin la menor duda y han sido fuente de la creación de teorías, paradigmas e ideologías de todo tipo. Meza Briones es lo que los cristianos denominarían: hombres de buena voluntad.

Pero, aparte del apasionante viaje al que conduce Rizo a través de las reconstrucciones de la época del poeta, Samuel Meza Briones, me ha llamado la atención el aspecto epistemológico con que lo presenta.

El autor habla de tres métodos de pequeña escala empleados para esta investigación: biografías, microhistorias y analogías etnográficas. Técnicas cualitativas de investigación (muchas preguntas para pocas personas) a contrariu sensu de las cuantitativas (pocas preguntas para muchas personas) que puso el autor al servicio de reconocer la contribución de un actor ignorado de la época.

Más allá de la pertinencia, validez y rivalidades de los métodos de investigación (al que habría que agregar de suyo la observación participante) hay que reconocer un principio más bien epistemológico que, por razones de sencillez, la indicaremos como el todo que está en las partes que, al decir de Edgard Morin, a su vez, está en el todo.

De esta tesis se derivan varias interrogantes: ¿Qué de la cultura de la época que nos describe Mario Rizo de Meza Briones en León, Matagalpa o Bluefields, no circula e incorpora en el torrente sanguíneo que le brinda al poeta su propia individualidad? ¿Es separable? ¿Puede uno creerse independiente de la sociedad, que nos ha formado para bien o para mal? ¿Puede uno juzgar, con los mismos juicios, a quién los ha proporcionado? ¿El método de “juzgar”, aquí, tiene sentido? ¿Uno puede juzgarse a uno mismo? Para hacerlo, sin duda, hay que dividirse entre observador y observado y es, hasta entonces, que uno “ve” que la operación, en vez de acercarnos a lo uno que busca, nos separa. Sucede como la fotografía con respecto a la película, que nos produce la ilusión que esta última se acerca y simula mejor lo real, cuando la verdad es que lo esconde más profundamente y no siempre la representación más compleja es la que más nos aproxima a ello. La situación me recuerda a Heidegger cuando define en Ser y Tiempo al “uno” y dice “Cada cual es el otro y ninguno sí mismo. El uno que responde a la pregunta por el quién del Dasein cotidiano, es el nadie al que todo Dasein ya se ha entregado siempre en su estar con los otros”.

Razón filosófica por la que nadie, en las películas de hoy, escupe por puro gusto, como todos hacemos en la vida real; esas expresiones inasibles de nosotros mismos, los medios están condenados a perseguirlas y cada vez que la reproducen se enteran que existe otra y así sucesivamente; sí, es cierto, ahora se tiran pedos (aunque nos guste olvidar que son efectos de sonido) descaradamente y en los programas más provocadores, como MTV, aparecen nítidamente los desechos sólidos (aunque sepamos que si los partiésemos por el centro no nos llenaríamos las manos) en las tazas de los inodoros (correteando uno detrás de otro en un vértigo acuático como los sátiros detrás de las ninfas), pero la gratuidad de la medianía (Durchschnittlichkeit), la cotidianidad, no puede figurar. El día que esa persecución termine, sea porque al fin coincidan el uno con el otro, sea por renuncia a tal ilusión, nos enteraremos que fue inútil. Ese "algo", ese "plus", eso "irrepetible", es lo que somos y está en ello no verse.

Todo actor o actriz, por muy malo/a que sea, en un momento fulminante de su vida, le asalta la terrible sospecha que la realidad es im-presentable, menos que menos, re- presentable. En ese im nos va el ser; en ese re lo queremos de regreso.

¿Qué de lo propio de Meza Briones ha ido a parar al océano social que no logramos distinguir ya de nuestro propio espíritu y del de la época? De nuevo, ¿es separable?

La sociedad no es ni la suma de sus partes, ni algo sinérgico, más que la suma de ellas, como decían atomistas sociales, por un lado y estructuralistas, por el otro.

El todo se refleja (más bien está) en cada una de las partes que lo componen, como la magia del ying-yang. Toda la historia y la geografía nuestra están en las descripciones de un solo hombre. Uno solo de ellos acepta en su seno, el comportamiento del todo; especie de medias (de ahí que lo mediocre sea por principio una persona que resume en equilibrio el todo, como lo intuyó Nietzsche). En cada eslabón, pues, estamos todos. El poeta Meza fue cada uno de los nicaragüense de la época, como yo soy, en este momento, cada uno de ustedes.

Esta obra, además de su aporte epistemológico señalado, nos enseña cómo operan los circuitos sociales, la exclusión intencional o no que, a como en esas revistas para las clases medias y altas, venden rostros en las portadas, que se convierten en la representación de prototipos, aunque existan mejores rostros y representativos del todo oculto.

No me resta más que reconocer este otro gran aporte de Mario Rizo a la cultura nicaragüense, a muchas de nuestras raíces enterradas y desconocidas.

Saturday, February 10, 2007

Homenaje a Salazar Bondy

¿EXISTE UNA FILOSOFIA DE NUESTRA AMERICA?
Por Freddy Quezada
Para la “mujer brava” que amo.
I. INTRODUCCIÓN

El socialismo del siglo XXI, en nuestro subcontinente, será anarquista o no será. La frase, como se sabe, es un pastiche de la guevariana: la revolución latinoamericana será socialista o no será. El éxito de las “copias” postmodernas, donde no se saben tales, depende de dos cosas. En primer lugar, de su impacto en los medios de comunicación, en especial de la publicidad y, sólo en segundo, del malentendido que hagan de ellas las clases medias, para hacérselas llegar después, como deseables o repudiables, al resto de actores, grupos y movimientos subalternos. En la época en que Salazar Bondy escribió ¿Existe una filosofía de nuestra América?, finales de los sesenta, la sola decisión de colocar signos de interrogación en la proposición, era ya un gesto revolucionario en sí mismo, un desafío a esa roca que aún aparenta solidez, América Latina, mientras en Europa se sucedían el mayo del 68 y la primavera de Praga y el mismo año de la edición de este texto, se masacraba a los estudiantes en Tlatelolco, México. Los tres mundos iniciaban públicamente su resquebrajamiento. Las sorpresas, las novedades y el asombro, eran rutina, como sucederá después entre 1989 y el 2001.

Augusto Salazar Bondy, filósofo peruano, hoy nos brinda, más que una oportunidad, un pretexto, sobre lo que está pasando con el pensamiento contemporáneo en América Latina. Aún están presente en ella, su vieja preocupación sobre la autenticidad y la imitación.

¿Qué es América Latina? Una carencia, digamos. Algo tiene Europa (que EEUU sustituyó a medias) que se llevó cuando nos independizamos; algo nos debe; lo poco que nos dejó, debemos extenderlo entre los muchos con los que convivimos, descendientes de nosotros mismos o de los grupos que ya estaban en esta tierra, cuando los europeos llegaron. Este dato de minoría es el que con mayor horror nos ocultamos a nosotros mismos. Nos constituye una carencia, no una copia, fijaos bien, una falta que estamos condenados a perseguir, y alcanzar hasta que los dominantes lo digan, en sus cifras y estadísticas y ya seamos ellos. Por el momento, con el riesgo de “por siempre”, somos lo que no somos. El eurocentrismo no se ha erradicado, está en sus descendientes criollos, mestizos y, aún entre muchos grupos originarios. Es inevitable. ¿Lo es?

La oligarquía latinoamericana se ha dedicado a disfrutar, viajar y educarse en las metrópolis y no hacerse preguntas indiscretas y existenciales sobre su perfil e identidad; se sienten parte de otro universo.

Las clases medias, en cambio, cuya ciudad letrada (a través de la gramática, los manuales de urbanidad y las leyes, como señala González Sthepan, 1996) ha venido ejerciendo su hegemonía en las ciudades latinoamericanas desde donde han arrastrado a los sectores marginales, a los campesinos y a gran cantidad y diversidad de grupos étnicos y originarios, que les supera en número y capacidad envolvente, y que son las que verdaderamente han promovido, impulsado y desgarrado por esta pregunta que aún nos fascina: ¿Qué es América Latina? ¿Qué es pensamiento original, auténtico y genuino en ella? Abusaré, para presentar ideas sobre estas preguntas, presentando las conclusiones completas de Salazar Bondy en su célebre obra.

II. DESCRIPCIÓN DEL PENSAMIENTO Y OBRA DE
AUGUSTO SALAZAR BONDY


El papel del pensamiento de EEUU, que no menciona Salazar Bondy, pero que ya pesaba en su época, el estructural - funcionalismo en sociología y medios de comunicación, el pragmatismo, el postmodernismo y el postcolonialismo, de alguna manera han sustituido los paradigmas europeos de las tres “H” (Husserl, Hegel y Heidegger).

“ I. Nuestra filosofía, con sus peculiaridades propias, no ha sido un pensamiento genuino y original, sino inauténtico e imitativo en lo fundamental.

II. La causa determinante de este hecho es la existencia de un defecto básico de nuestra sociedad y nuestra cultura. Vivimos alienados por el subdesarrollo conectado con la dependencia y la dominación a que estamos sujetos y siempre hemos estado.

III. Nuestra vida alienada como naciones y como comunidad hispanoamericana produce un pensamiento alienado que la expresa por su negatividad. Nuestra sociedad no puede menos de producir semejante pensamiento defectivo.

IV. Este pensamiento inauténtico por alienado es además alienante, en cuanto funciona generalmente como imagen enmascaradora de nuestra realidad y factor que coadyuva al divorcio de nuestras naciones respecto a su ser propio y sus justas metas históricas.


V. La constitución de un pensamiento genuino y original y su normal desenvolvimiento no podrán alcanzarse sin que se produzca una decisiva transformación de nuestra sociedad mediante la cancelación del subdesarrollo y la dominación.

VI. Nuestra filosofía genuina y original será el pensamiento de una sociedad auténtica y creadora, tanto más valiosa cuando más altos niveles de plenitud alcance la comunidad hispanoamericana. Pero puede comenzar a ser auténtica como pensamiento de la negación de nuestro ser y de la necesidad de cambio, como conciencia de la mutación inevitable de nuestra historia. Por el análisis y la crítica, por la confrontación de los valores vigentes en nuestro mundo y por el ahondamiento de la propia condición, puede operar como un pensamiento ya no enteramente defectivo sino crecientemente creador y constructivo. Pero, como seguirá tomando de fuera, quizá por mucho tiempo, conceptos y valores, deberá ser vigilante y desconfiada en extremo, a fin de evitar – por la crítica y la consulta de la realidad – la recaída en los modos alienantes de reflexión.

VII. Las naciones del Tercer Mundo como las hispanoamericanas tienen que forjar su propia filosofía en contraste con las concepciones defendidas y asumidas por los grandes bloques de poder actuales, haciéndose de este modo presentes en la historia de nuestro tiempo y asegurando su independencia y su supervivencia.

(...) Pero todavía hay posibilidad de liberación y, en la medida en que la hay, estamos obligados a optar decididamente por una línea de acción que materialice esa posibilidad y evite su frustración. La filosofía hispanoamericana tiene también por delante esta opción de la que, además, depende su propia constitución como pensamiento auténtico.”
(Salazar Bondy, 1968: 93-94).

Todas las tesis, duras pero ciertas, de Salazar Bondy, cierran con un grito de esperanza en la liberación. La coincidencia con Leopoldo Zea y Enrique Dussel, sobre este asunto, es más fuerte que sus diferencias. Pese a que Zea señala que sí ha habido autenticidad cuando filosofamos para resolver problemas por medio de asimilaciones y adaptaciones “sin más” o, cuando creemos superar la dialéctica europea por medio de otra suya, como la analéctica levinasiana, todos creen que necesitamos ser emancipados de los centros de decisión externa. Tenemos que ser salvados. Bien se ha dicho que las personas de acción sólo piensan en medios, pero las de reflexión, en fines. Más aún, cuando estos últimos los interrogan, o más allá, los desconocen, empieza la fiesta de verdad. Entonces, podemos decir que en sentido estrecho, los que parecen ser los verdaderos filósofos contemporáneos son los escépticos, los cínicos y los nihilistas.

Osho (2000: 141), uno de esos sabios de la India que, en el mejor de los casos, los filósofos occidentales juzgan con compasión y tierna subestima, cuenta que Alejandro Magno fue aconsejado por el propio Aristóteles (“fuente original de toda la estupidez occidental; él es el padre”), en su campaña en la India, de consultar a un sabio de la localidad que se mantenía en las riberas de un río, y su sorpresa fue recibir la misma “insolencia” que ya antes, en Grecia, había escuchado de Diógenes, al solicitarle que pidiera lo que más deseaba: “apártese de en medio, que me quita el sol ” – le dijo en aquella ocasión.

Puede -- cuenta Osho -- que recordase a Diógenes; puede que este hombre fuera de la misma clase viviendo junto al río. Lo mismo había ocurrido con Diógenes. El también se rió y pensó que Alejandro era un necio. Por eso Alejandro se acercó a Dandami con la espada desenvainada y dijo ‘ Sígueme o te cortaré la cabeza de inmediato. No me gusta discutir, sólo mandar’ . El hombre rió y dijo: ‘!Córtala, no esperes! La cabeza que vas a cortar ya la he cortado yo hace mucho. No es nada nuevo, en realidad no tengo cabeza. Córtala. Y te digo que cuando la cabeza ruede la verás caer y yo también la veré caer, porque yo no soy la cabeza.’ ”. Pasaba que ambos, Dandami y Diógenes, compartían la misma fuente, ocultada y desfigurada por la acción, después: el sunyata y la ataraxia.

Nuestros pensadores latinoamericanos no son filósofos, sino políticos; o mejor dicho, amantes de la acción (con la repetición de Lenin, se celebra, al revés de lo que decimos aquí, que un filósofo hiciera política, gesto imperdonable según esta lectura); nuestros pensadores reflexionaron como filósofos, en efecto, pero sobre medios de segundo grado (su mayor abstracción), o aceptando acríticamente la bondad de unos fines asumidos con naturalidad que, muchas veces, puestos en nuestros contextos, invertía sus resultados como, por ejemplo, las consignas de la revolución francesa con la rebelion de los negros en Haití; el positivismo en México con Porfirio Díaz, el liberalismo con Zelaya en Nicaragua, la civilización europea con Sarmiento en Argentina, o el marxismo con Castro en Cuba. Con estos últimos, la caída del socialimo real le permitió a nuestros intelectuales hacer su retirada por medio de Grasmci (coartada decente de ida y regreso), el mismo que hoy les está permitiendo regresar. Para el caso de las revoluciones, menos la de Cuba hasta el momento, las regresiones han significado asumir la conciencia y formar, a partir de ellas, una verdadera burguesía nacional (como cuenta Carlos Fuentes, a través de Artemio Cruz, que pasó en México) y como sucede hoy en Nicaragua con los Arce, Rosales, Santos y tutti quanti. Es decir, pareciera que las revoluciones en su desenlace crean las clases sociales que teóricamente combaten y, al final, termina siendo esa su justificación. Pareciera que las revoluciones sólo sirven para el despegue de una acumulación originaria por medio de la violencia, el despojo y los crímenes (igual de la que habla Marx en El Capital). Probablemente a este fenómeno responda esa obsesión de Orlando Núñez por lo “chapiollo”, los funcionarios sin apellidos, “negritos, murruquitos y trompudos” que ascendieron social y económicamente con la revolución sandinista y que el cree que son iguales a los pobres suburbanos y agrarios que se imagina. Es irónico que se esté justificando ahora una burguesía propia sin Estados nacionales o en medio de lo que queda de ellos, mientras tan sólo ayer se negaba la existencia de una burguesía nacional dentro de unos Estados naciones formales y deseables en su captura para transformar el mundo. Las revoluciones latinoamericanas terminaron siendo metalépticas. De juzgarse a sí mismas como efectos de las contradicciones de las clases sociales, en realidad, fueron la causa de la formación de ellas. Antes había Estado nacional sin burguesía, ahora hay burguesía nacional sin Estado. ¿Es esto lo que se quiere decir?

Sea como fuere, todos hablan desde una clase media, letrada, que comparte la ilustración de sus propios creadores metropolitanos, sea para lamentarse lúcidamente ser imitadores (Bondy), para aprovecharla creativamente sobre la marcha (Zea) o para superarla con otra de ella misma (Dussel). Lo que les importa es la emancipación al final de la búsqueda, in media res, o como alternativa de más de lo mismo. La salvación de los humillados y ofendidos es la clave. Y por eso no es gratuito que se les llama a todos juntos, filósofos de la liberación. Y no se libra de esto ni siquiera Fornet -- Betancourt que, encadenado a la servidumbre de la emancipación, sólo ha agregado el reconocimiento de más actores, no propiamente latinoamericanos como los indios, negros y asioamericanos, poniendo en peligro la noción misma de América Latina y autorizando, sin él saberlo, a los demás a invitar otras tradiciones nada europeas ni americanas: el budismo y el taoísmo, por ejemplo.

Sabemos de los riesgos de abordar un fenómeno sub especie aeternitatis, es decir, desde el ángulo de los fines. Desde la búsqueda de una ilusión final, Salazar Bondy, Zea y Dussel, todos son iguales, pese a que en la vida real uno haya sido crítico del otro y, ante Dios, sean el mismo, como Juan de Panonia y Aureliano de Aquilea, en el famoso cuento Los Teólogos, de Jorge Luis Borges.

Cuando uno observa a varios rivales desde el ángulo de los fines, que ellos mismos persiguen, surge una pregunta potente en su inocencia y legítima en sus raíces: por qué pelean si buscan lo mismo. Pero si, además, el que hace la pregunta cuestiona esos fines, el debate de los rivales se vuelve todavía más absurdo. Persiguen una ilusión que, si lo reconocieran, verían en sus debates verdaderas obras de arte y estrategias estéticas de poder para imponerse unos a otros. Sus medios serían sus fines, como en efecto lo son. Mafesoli (1990:104-105), tiene una cita parecida, pero sobre la vida cotidiana. "Toda la vida cotidiana puede ser considerada una obra de arte... Cuando el mundo vuelve a sí mismo, cuando vale por sí mismo, es entonces cuando se acentúa lo que me une al otro...".

III. REFLEXIONES SOBRE LA ACTUALIDAD
DE LA PREOCUPACIÓN DE SALAZAR BONDY


3.1 De Original y copia

3.1.1 Copia y original. La modernidad tardía, en particular el vanguardismo estético europeo, logró destruir la mimesis aristotélica y consiguió dos cosas: por un lado, ayudó a fundar la idea que la representación era una copia y, por otro, que la novedad descansaba en alterarla por medio de la creación propiamente dicha o la combinación. La copia como si fuera creación, el sentido original que tenía en Aristóteles, se perdió. La representación como Darstellung se confundió con la teoría del reflejo positivista. El simulacro como obra, tal como ahora se comprende el arte y la técnica postmoderna (kitsch, pastiches, remakes, revivals, etc), sólo brindaría frutos, paradójicamente, por las críticas de los vanguardistas a una definición de mimesis que la modernidad había imaginado, en verdad, empobrecido. Octavio Paz se burla de esta paradoja cuando dice que los japoneses crearon imitando, dando a entender que fueron ellos los únicos que comprendieron a Aristóteles. Paz lo recuerda con el wakon yosai (espíritu japonés con técnica occidental). La imitación en Aristóteles siempre fue una creación. En cambio, Baudrillard cree, desde su concepto matriz de simulacro, que el arte es sólo un ejercicio de simulación de su propia desaparición y que es el mejor modo de evitarlo. Algo parecido dice de una verdad vacía, que no existe y cuyo simulacro que la enmascara, es lo único real.

3.1.2 W. Benjamin y el aura del arte. Antes, la novedad, en el sentido clásico moderno, era la que rompía la repetición, ahora es su producto cotidiano. La novedad era lo extraordinario, lo “aurático” en el sentido benjaminiano. Hoy lo extraordinario es lo no nuevo porque la novedad es rutina (cada seis meses cambia la tecnología, por ejemplo). Boris Groys dará al traste con esta concepción y dirá que lo irrepetible lo dictan los museos. Parodiándolo, podríamos decir que lo original es aquello que no se encuentra en Google, Yahoo y la Wikipedia.
El concepto de “original” de una obra de arte, tal vez sea Benjamín el que lo haya definido mejor, como una suerte de aura y de aquí y ahora que se pierde en su reproductibilidad técnica por medio de los medios de masas. “Quitarle su envoltura a cada objeto, triturar su aura, es la signatura de una percepción cuyo sentido para lo igual en el mundo ha crecido tanto que incluso, por medio de la reproducción, le gana terreno a lo irrepetible. Se denota así en el ámbito plástico lo que en el ámbito de la teoría advertimos como un aumento de la importancia de la estadística (subrayado nuestro). La orientación de la realidad a las masas y de éstas a la realidad es un proceso de alcance ilimitado tanto para el pensamiento como para la contemplación”. Pero lo que más llama la atención de esta frase y que no he visto explotada por otro autor, es la “importancia de la estadística”, es decir del número (la cultura de masas y la popular subsumida por ella) que sugiere un factor de corrupción del aura. G. Steiner y A. Finkielkraut, han sabido ver esto. La cantidad contra la calidad; el arte culto contra el de masas; divertir contra educar; los pocos contra los muchos. Y la batalla por decidir quién de ellas se erige en el juez de la otra. Ya en la época de Benjamín, la balanza empezaba a inclinarse a favor de los medios de comunicación de masas. Mac Luchan le sumó al deterioro de la calidad aurática, el debilitamiento del sentido con el principio de que el medio es el mensaje. La singularidad irrepetible de la obra de arte benjaminiana, a base de esfuerzo, creatividad y talento, al masificarse, en efecto, se rebaja. Desde este sencillo concepto es que después chocará con sus propios compañeros de escuela que creerán que el arte no puede y no debe rebajarse a la simplicidad de las masas con su cultura popular o a la vulgaridad de sus bajas pasiones con la de masas. Pero lo que ahora resulta fundamental es ver las conjugaciones de las culturas entre sí, cómo se penetran unas a otras y, la subalterna, cómo circula y ejerce sus estrategias en nichos y márgenes, aguardando mejores coyunturas y desencadenando rebeldías de corto aliento y débiles venganzas en pequeñas cantidades para reconocerse viva. Quizás la sabiduría de estas nuevas condiciones sea como en el yin yang que, en ambos lados, está la misma entidad como vencedora (blanco dominante) y como vencida (blanco dominado) pero que, en verdad, urdir estrategias sin fines, es un baile consigo mismo, una bella danza como la de Shiva. Ya lo sabían Fouchet, Savanarola, Maquiavelo, Gracián, Talleyrand y Chuan Tzé.

3.1.3 El sentido contemporáneo de original y copia. Ahora todos vivimos en medio de copias o de combinaciones de ellas. “No hay originales”, es el equivalente de no hay fundamentos, ni metarrelatos; ni origen ni destino. Sin estos referentes, es casi deducible que somos el vacío que crea todo, pero aún nuestros pensadores y nuestra cultura no tiene el valor de reconocerlo. “Vivimos en un mundo de simulación, en un mundo donde la más alta función del signo consiste en hacer desaparecer la realidad y enmascarar al mismo tiempo esa desaparición. El arte no hace otra cosa. Los medios actuales no hacen otra cosa. Es por esto que están dirigidos al mismo destino. Detrás de la orgía de las imágenes cada cosa se oculta”. (Baudrillard). Las “copias” pueden ponerse al servicio de resemantizar los nuevos fenómenos, pero guardan una ironía que, si no se sabe captar, puede degenerar en una nostalgia que lleva de nuevo a una repetición. No es lo mismo usar las tres fuentes y las tres partes integrantes del marxismo para comprender a la postmodernidad (en el sentido subversivo de los travestis contra los géneros “normales”), como hizo este servidor hace muchos años, que hablar de la repetición del gesto derrotista de Lenin, deseando la rendición de su propio país, durante la primera guerra mundial, como hace Zizek. Aquel es la forma, éste el contenido. Aquella es una ironía y una parodia, esta una nostalgia y una esperanza. Allá hay una descripción irónica, aquí una acción heroica. El nica sigue a Baudrillard, el esloveno a Carlyle.

Hasta donde vamos, hemos presentado el marco sobre original y copia que atormentó a Salazar Bondy. Las cosas, como se sabe, han cambiado a estas alturas. Hemos pasado sucesivamente en pocos lustros de las sociedades disciplinarias (Foucault), a las de control (Deleuze), a las de diversión (Postman). Vimos que estamos entre copias sin originales o combinando géneros que anteriormente no tenían que ver el uno con el otro. Los radionoticieros matutinos de la Nueva Radio Ya, por ejemplo, pueden ilustrarnos, cuando no sabemos cómo reaccionar (estamos condicionados por el canon) ante un género que no es noticia, ni radioteatro, ni invento, ni información, ni diversión plena por las tragedias y el dolor que a veces sobre dramatizan. ¿Crean o no? Lo que dicen es ¿noticia o invento? ¿es información o entretenimiento? Y si juntan esas dos cosas, qué es. La nota roja (que nació también en esta radio, rompiendo el monopolio representacional ilustrado) siguió los mismos pasos y ahora es un gran éxito, con la ayuda decisiva del mercado. La nueva pregunta que debe suceder a la vieja del filósofo peruano es esta: ¿Será posible que la creación no venga hoy de autenticidades, como las esperó Salazar Bondy, sino de articular lo improbable y lo prohibido? Presentamos algunas corrientes sobre estas combinaciones que siempre se han efectuado o, ahora que se reparan en ellas, ocasionan escándalos y repudios en algunos sectores y asombro y agrado en otros.

3.2 La parodia creativa

3.2.1 Doris Sommer. La copia superior al original.

Esta autora norteamericana, que cruza las concepciones de Benedict Anderson y Homi Bahba, estudió el papel de la novelas nacionales en la fundación y la transmisión del sentido imaginado de nación, en nuestros países latinoamericanos. Por medio de varias novelas canónicas, Sommer se sorprende al descubrir desde los primeros autores hasta los últimos, pasando incluso por los del boom latinoamericano --“Las parodias del Boom, sus refinadas ironías y su tono lúdico, son el caso típico de una eterna negación destinada a reconocer el efecto contrario de reconocimiento, de tal manera que esos círculos viciosos narrativos exponen la frustración del escritor, así como la desilusión con la idea del progreso” (2004:19) -- ese principio que hace del vicio, una virtud. A partir de J. F. Cooper, el escritor norteamericano de “El último mohicano”, la autora señala a Sarmiento como el iniciador de esta operación: “Felizmente para imitadores autorizados como Sarmiento, y para sus lectores menardianos, la imitación con frecuencia sobre pasa al modelo, incluso al punto de llegar a constituirse en el modelo mismo. Esto es, para resumir, doblemente fundacional: primero por establecer el origen y segundo por mejorarlo”. (íbid: 115). Como ya lo hemos visto en Dussel con Lévinas, en Fornet con Habermas, en García Canclini con Bhaba, en Mignolo con Said, etc, se imita hasta destruir al original y hacerlo ver como pastiche, cuando no lo hacen desaparecer, ocultar o callar sobre ellos. “Al contemplarse en el espejo del arte europeo y norteamericano, los latinoamericanos crean distorsiones especulares que reflejan imágenes o identidades muy distintas de sus presuntos modelos. La diferencia no es siempre parodia sino muchas veces representa una ‘corrección’...” (íbid: 377). Afranio Peixoto, un escritor brasileño, citado por la misma Sommer, señala que hay una “tendencia general a copiar y negar. (...) imitamos los modelos europeos, pero nos negamos con arrogancia a admitirlo y pretendemos ser originales. Tenemos poca imaginación, por más que digan lo contrario, y menos poder de reflexión todavía, pero si poseemos un gran poder verbal...” (2004:221).

3.2.2 Jorge Eduardo Arellano. La parodia como principio creador y subversivo.

Arellano, autor nicaragüense, al que es de recibo agradecer su lucidez de reconocer cómo algunas grandes obras, que se ignoran como tal, a veces parten de los imaginarios establecidos, para expresar sus sueños o descontentos, sin ir más allá, dejó caer casi de modo inocente y casual, en un suplemento literario y al final de su ensayo, la siguiente conclusión: “En El Güegüense su autor recurre a la parodia en algunos de sus parlamentos (53-110), pero sólo logra burlarse de la retórica cortesana y burocrática de las autoridades provinciales y de la juridicidad explotadora. Porque su propósito es representar y defender un sector social inferior o subalterno. En el caso de Cervantes, quien se había propuesto escribir una regocijante parodia de los libros de caballería, lo que profundamente logra y lega es la gran parábola de la condición humana”. La grandeza de algunos grandes autores, pues, es que buscando una cosa, a veces ellos mismos, pero casi siempre sus sucedáneos, encuentran otra. Y nos seducen, luego, imponiéndolas, con nuestra complicidad lúdica, como canon. Existen también, por otro lado, la “copia” que subvierte a la norma activada por repetición citacional, señalada ya por Judith Butler y Monique Wittig, como los travestis frente al binarismo sexual heterocentrado, cuya parodia desestabiliza sus redes discursivas de poder y muestra su carácter biopolítico.

3.2.3 Mario Roberto Morales. La creación a través de la hibridación.

Morales, escritor guatemalteco, que cruza a García Canclini con Laclau, habla de crear a partir de las articulaciones y las hibridaciones, una suerte de panmestizaje entre todos los grupos subalternos. De su abundante argumentación, lo que se deduce es que todo está mezclado ya por la globalización, la publicidad y el turismo, y en virtud de que no hay purezas, nadie puede imponerse a los demás. La creación es un bucle rizomático que viene de combinarse con combinaciones, a su vez, combinadas. Todos somos mestizos y en esta indiferencia, la diferencia interna debe articularse en una suerte de mestizaje de mestizaje, cumplible sólo dentro de parámetros democráticos. Su tesis doctoral sobre el asunto, concluye: “No existe el indio o “el maya” ni el ladino o el mestizo químicamente puro. Situémonos en los espacios de la hibridación y no en las polaridades arquetípicas para inventar una nación democrática y superemos ya toda suerte de esencialismos, fundamentalismos y puestas en escena para la cooperación internacional”. (Morales, 2002: 420).

3.2.4 Raúl Fornet—Betancourt. La interculturalidad creativa.

Este autor cubano, que coincide con Salazar Bondy al llamar “Nuestra América” (como José Martí) al territorio en el que vivimos, corriendo el peligro de debilitar al otro de “América Latina”, incluye nuevos actores en el discurso actual, que no son nuevos realmente, como los afroamericanos, los pueblos originarios y migraciones asiáticas. Esta posición incluyente hacia adentro de la mal llamada “América Latina”, según él, no se ha cumplido en los discursos clásicos sobre el asunto y, pese a que polemiza con los más representativos, sigue coincidiendo en sus propósitos emancipadores y representacionales con todos ellos. Fornet Betancourt cree que el diálogo intercultural, fecundo en sí mismo, originará comprensiones mutuas que darán lugar no sólo al respeto, sino a la creación de situaciones inéditas y positivas. Dice: “hablo de la interculturalidad como “asignatura pendiente”; y la llamo así porque entiendo que, como explicaré luego, la interculturalidad no es un reclamo de ahora, fruto de la difusión de una nueva moda filosófica, sino más bien una demanda de justicia cultural que se viene formulando desde hace siglos en la historia social e intelectual de América Latina. (...) La filosofía latinoamericana se ha desarrollado en sus líneas dominantes de espaldas al desafío de la interculturalidad en su propio contexto. (...) Pero no se puede olvidar que no toda América Latina es mestiza y que la “cultura mestiza”, el mestizaje cultural latinoamericano, por tanto, no es expresión suficiente de la diversidad cultural de América Latina. La “cultura mestiza” es una figura concreta de la pluralidad cultural de América Latina. De manera que pretender presentar el mestizaje como expresión de la cultura latinoamericana resulta un acto de colonialismo cultural que diluye las diferencias y, en la práctica, oprime y margina al otro” (2004:14).

3.2.5 Heinz Sonntag. La creación por adaptación.

Sobre la teoría marxista en América Latina, Sonntag (1989:130 --131) venezolano alemán, la definió una vez como “creativa hasta en la imitación, orientadoras de prácticas propias y ajenas de sujetos colectivos...” . Quizás el más indulgente de todos, Sonntag observó huellas de esa adaptación que también señaló Leopoldo Zea y con el paradigma menos productivo de todos, el marxismo, si exceptuamos a Mariátegui que lo combinó con el anarquismo y las comunas incaicas. Es curioso, sin embargo, que sea de intelectuales de países ex socialistas donde estén saliendo ideas de retorno a lo viejo. Pero no de los Perry Anderson, James Petras o Inmanuel Wallerstein, que siguieron en lo mismo. O que aún no se hayan combinado con otras como las del marxismo abierto del “Imperio” de Negri y Hardt y su resexualización híbrida, a través de ese nuevo concepto de multitudes queer. Me parece que el capital intelectual de ellos (básicamente marxistas heterodoxos) no puede olvidarse. Pertenecen a la tradición un poco anterior de las tres “K”, Kalecki, Kosik y Kolakowski. Son sus tradiciones que, sumada a la de la cultura europea en general, los perfila como los próximos faros iluminadores del mundo neosocialista; en América Latina, que hace siempre lo que otros piensan, ya empezaron sus fans intelectuales a brincar con sus pom pom, sus piernas peludas y sus minifalditas enseñando el culo, al porrear !!! A la bi, a la bao, a la bin, bon ban, Zizek, Bauman, ra, ra, rá!!!

4. A MODO DE CIERRE

a. La creación procede de una ars combinatoria y no de una poietica. Nunca ha habido creación pura. La paradoja es que si siempre hubo mezclas en todos lados, cuál es la diferencia entre una cosa y otra; y uno no puede menos que responder: el tamaño, es decir, una relación cuantitativa de energía y fuerzas.

b. Las combinaciones hoy no tienen, no deben y no pueden tener barreras geográficas, paradigmáticas o culturales. Su éxito depende de quién (voluntad de poder) venza y cómo (estrategias) se imponen. Los medios son los fines. Luchar es ver bailar y confundirse a la tejedora con su tejido.

c. “América Latina” no ha hecho nada en teoría y filosofía (la de la Liberación y la de la Dependencia son refritos marxistas y cristianos); sin embargo, cuenta con una literatura fecunda desperdiciada. Los “orientales” jamás se han preocupado de que los “occidentales”, no le llamen filosofía a sus aforismos, pequeños libros (El Tao es el libro con más prólogos del mundo) y sentencias. Cuando Jacques Derrida estuvo en su máximo esplendor, no supimos aprovechar esa combinación de literatura y filosofía, crítica artística y reflexión, que supo hacer con gran talento, y que bien nos hubiese disparado en este Occidente por el que nos derretimos. ¿Quién se apunta?

d. El verdadero reto filosófico consiste en crear nuevos fines o renunciar a ellos, y no en imaginar subfines o medios complejos, una y otra vez. Es apostar en grande, carajo.

e. Al fin y al cabo, a quién demonios le importa lo que decimos los ilustrados. A los que de verdad me gustaría hablarles, nunca podrán descodificarlo y, a mis iguales, les produzco irritación, cuando no bostezos. ¿Qué más puedo decir? Buenas noches, Salazar Bondy?

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Baudrillard, J en http://textosfundamentales.blogspot.com/search/label/Jean%20Baudrillard

Benjamin, W en http://www.temakel.com/texfilbenjaminor.htm

Fornet-Betancourt, R (2004) Crítica Intercultural de la filosofía latinoamericana actual. Edit. Trotta. Madrid.

González Stephan, B (1996) “Economias fundacionales. Diseño del cuerpo ciudadano” en Cultura y Tercer Mundo. Vol. 2. Edit. Nueva Sociedad. Carcas; págs: 17 – 48.

Mafesoli, M (1990) "La socialidad en la posmodernidad" en En torno a la Posmodernidad de G. Vattimo y otros. Anthropos. Barcelona. págs:103-110.

Morales, M. R (2002) La articulación de las diferencias o el síndrome de Maximón. Edit. Palo de Hormigo. Guatemala.

Osho (2000) El Bote Vacío. Edit. Gulaab. Barcelona.

Salazar Bondy, A (1968) ¿Existe una filosofía en Nuestra América? Edit. Siglo XXI. México.

Sommer, D (2004) Ficciones Fundacionales. FCE. México.

Sonntag, H (1989) “Los retos internos de las ciencias sociales de América Latina y el Caribe” en ¿Nuevos Temas nuevos contenidos? Sonntag (ed.) Edit. Nueva Sociedad. Caracas.