Partiendo de una nube de puntos, representación atómica de un sociedad sin vínculos sociales fuertes como las de hoy, parecidas a las que sugiere en su última obra Alain Touraine, Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy, podemos presentar tres modelos estadísticos de cómo interpretamos a los demás, desde un punto de vista cualquiera.
a) El punto fijo. Es el más primitivo modo de ver a la sociedad. Hay una idea fija que lo que nosotros deseamos y sabemos es por principio lo que los demás, en grados distintos, persiguen aspiran o quieren. Hay un punto focal de certezas extensibles a los demás. Suelen, en versiones refinadas y con discursos complejos, ser vanguardistas. Cuando se presentan encuestas, este tipo de personas son las primeras que se dicen, "a mí no me la hicieron", esas "encuestas son pagadas", etc. etc. Hablan en nombre de los demás con una facilidad que muchas veces raya en el abuso. Pero sus modos de ver el asunto, pesan y deciden.
b) El ciclo límite. Es el de las muestras representativas clásicas, cuyos datos los distribuyen, conforme el teorema del límite central y a través de la ley de los grandes números en la conocida Campana de Gauss. Se mueven con errores muestrales que no pueden ir más alla del 5 % (2.5 a cada lado del cuadrante cartesiano) o de lo contrario son adivinanzas, regresando al estadio anterior. La realidad de cualquier cantidad de puntos al entrar por esos ventanas muestrales (el todo, el universo real, el decimal faltante como le llamó Edward Lorenz) teóricamente se distribuirían a través de la curva interna de forma normal. Es decir, las tendencias no se alterarían más que lo correspondiente al error. Es un modelo viejo y simple, poco científico, visto desde hoy, aunque se mantiene como buen negocio. Tal vez esto explique sus frecuentes yerros, si concedemos que todo lo han efectuado metodológicamente bien, en México con López Obrador, en Perú con Ollanta Humala, en Brasil con Lula, en Ecuador con Correa y los que faltan.
c) El atractor extraño. Este es el que dice que ese decimal faltante o esa cantidad de datos que entran en una muestra representativa para ser regulados y distribuidos con la campana de Gauss, puede reacomodar, de un modo violento e inesperadamente no lineal (por un modelo browniano) toda la distribución interna de los pisos. Cada vez que nos acercamos a la hora cero, los niveles de incertidumbre y complejidad se elevan; nadie sabe a quién creerle y por quién decidir. Las tendencias pueden volverse líquidas y hasta gaseosas, llegando a parecernos al movimiento aleatorio que descubrió Robert Brown. Si miran el modelo del enlace anterior, y asumen que hay dos o tres puntos fijos contra los cuales chocan los puntos, pueden jugar con él incluso, pulsando la orden "paso a paso", simulando que cada teclazo (pueden ponerle a cada punto las siglas de su partido favorito, si lo desean) es un día más que nos acerca a las elecciones y verán cómo todo se altera. En los sistemas sociales, complejos, abiertos y altamente sensibles a las condiciones iniciales, la menor vibración puede cambiar todo. Por ejemplo, si una encuesta se hace sobre cinco candidatos una semana antes (como la promovida por el END, UCA y Cámara de Comercio) que dos de ellos se hospitalizen por problemas de salud bajo el síndrome de Herty, ese efecto puede levantar por los aires, todas las tendencias. O talvez no, pero no lo podemos saber. De lo único que estamos seguros, es que no estamos seguros de nada.
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