ULITEO LA PAGINA DE "NADIE" (ULISES) Y DE "TODOS" (PROTEO)

Wednesday, September 29, 2010

¿Puede la mente que ha creado estos problemas resolver lo que ella mismo ha creado?


¿Puede la mente que ha creado estos problemas resolver lo que ella mismo ha creado?

Por Krishnamurti

Lo cierto es que pensar es una reacción. Si os hago una pregunta, respondéis a ella; respondéis según vuestra memoria, vuestros prejuicios, vuestra educación, el clima, el trasfondo de vuestros conocimientos. Según sea todo eso, así contestáis y así pensáis. El centro de este trasfondo es el “yo” en su proceso de acción. Mientras no se comprenda este trasfondo, mientras este proceso del pensar, este “yo” que crea el problema, no sea comprendido y no se le ponga fin, tendremos forzosamente conflicto dentro de y fuera de nosotros mismos, en los pensamientos, en las emociones, y en las acciones. Ninguna solución de ningún tipo, por inteligente que sea y bien pensada que esté, podrá nunca dar fin a los conflictos entre los hombres, entre vosotros y yo. Y al comprender esto, al darnos cuenta de cómo y de qué fuente surge el pensamiento, formulamos la pregunta: ¿puede detenerse el pensamiento?

Éste es el problema, ¿verdad? ¿Puede el pensamiento resolver nuestros problemas? ¿Pensando en el problema, lo habéis resuelto? ¿Los problemas de cualquier tipo- económicos, sociales o religiosos- los ha resuelto alguna vez el pensamiento? En nuestra vida diaria cuanto más pensáis en un problema, tanto más complejo, irresoluble e incierto se vuelve. ¿No es eso así en la realidad de nuestra vida diaria? Puede que, al relacionar sobre ciertos aspectos del problema, veáis con más claridad el punto de vista de otra persona, pero el pensamiento no puede ver la totalidad y la plenitud del problema, sólo puede ver parcialmente, y una respuesta parcial no es una respuesta completa y, por lo tanto, no es una solución.

[...] El “yo” es un problema que el pensamiento no puede resolver. Debe haber una percepción que no sea del pensamiento. Darse cuenta, sin condenación ni justificación, de las actividades del “yo”, sólo darse cuenta, es suficiente. Porque si estáis alerta con el fin de descubrir cómo resolver el problema para transformarlo, para producir un resultado, entonces todo sigue estando dentro del campo del ego, es decir, dentro del campo del “yo”, del ego o como queráis llamarlo.

[...]Preguntáis: “¿Cómo voy a existir sin pensar? ¿Cómo voy a tener la mente en blanco?” tener la mente en blanco es encontrarse en un estado de estupor, de idiotez, o como lo queráis llamar, y vuestra reacción instintiva es rechazarlo. Pero una mente silenciosa, una mente que no está distraída por su propio pensar, un mente abierta puede observar el problema de un modo directo y muy simple. Y esta capacidad de observar sin distracción nuestros problemas es la única solución. Para ello, tiene que estar la mente silenciosa y tranquila. Una menta así no es un resultado, no es el producto final de alguna práctica, meditación o forma de control. No surge tras ningún tipo de disciplina, compulsión, o sublimación, ni por esfuerzo alguno del “yo”, del pensamiento; surge cuando comprendo todo el proceso del pensar, cuando puedo ver un hecho sin ninguna distracción. En este estado de tranquilidad de la mente, que está realmente en silencio, hay amor. Y el amor es lo único que puede resolver todo nuestros problemas.

©La libertad primera y última, KFA

Saturday, September 18, 2010

La bancarrota decolonial

BANCARROTA DE UNA ESCUELA PROMETEDORA


Por Freddy Quezada


Una vez escribí, bajo el principio hegeliano que la historia se repite dos veces, que los decoloniales, al parecer, buscaban materializar la segunda parte de la película La Misión, donde la utopía de los guaraníes es dirigida por jesuitas y termina en una matanza. Recomendé que la hicieran en clave de humor y que, en lugar de Robert De Niro en el papel principal, a Walter Mignolo lo interpretara Jim Carrey. Parece que la cosa, sin embargo, va para tragedia otra vez.


La escuela decolonial empezó siendo una copia de las consideraciones postcoloniales de Edward Said (incluso nació bautizándose a sí misma como “postoccidental” y hasta se consideró mejor que el original, como Pierre Menard con El Quijote o Sarmiento y su Facundo con respecto a Cooper y “El último de los mohicanos) y de la influencia de Homi Bahba en pensadoras “chicanas” que presentaron sus tesis en universidades del suroeste de EEUU. Lo menos que copiaron los decoloniales, fue precisamente lo que ha terminado por vengarse de ellos: la suspensión escéptica de toda promesa emancipadora que nunca hicieron los postcoloniales.


Con todo, la escuela decolonial fue una propuesta fecunda (como esos cardúmenes de ideas en todas direcciones de las que una vez habló, sin el permiso de Mignolo para citar europeos, Jean Baudrillard). Mientras duró la búsqueda fue rica, porque la búsqueda es la fuente de esa producción, no la lucidez de su meta, como dicen los taoístas (autores que Mignolo puede citar, cómo no, sin mi permiso).


Bhabha destruyó la dicotomía colonizador /colonizado, que siguen empleando los decoloniales para justificar su empresa redentora, manteniendo en el lado oscuro la modernidad/colonialidad, y en el lado claro, donde están ellos por supuesto, la decolonialidad. En Bhabha lo que hay es una expresión de los híbridos que han producido estos encuentros asimétricos, claros de quién es el hegemónico en todos los términos, desde intersticios mímicos, donde el subalterno retuerce la episteme dominante y trata de ponerlas, hasta donde puede, a su favor. “Hasta donde puede”, significa usar todos los recursos del espectro subalterno, desde defender al amo, a su modo, hasta enfrentarlo (casos minoritarios), pasando por las mil variedades que tiene para callarse, halagarlo, burlarse, engañarlo, simular, interpretarlo, envenenarlo, intrigarlo con respecto a otro de sus iguales, aparentar que lo entiende, etc.


La mímica es también amenaza (como lo demostró la Butler con los travestis respecto al heterosexualcentrismo). El eurocéntrico nos desprecia, en efecto, pero también ama que lo imitemos. No puede verse a sí mismo con una quena, pensando exactamente como él, o hablando con acento de lenguas no occidentales, sobre sus sistemas y modos de vida, pero en secreto se felicita por ello. El también está “implicado”, en el sentido de David Bohm, en el mestizaje.


Todas estas enseñanzas llevaron a las pensadoras de fronteras, en especial las chicanas, a ver en la episteme hegemónica no solamente a un adversario, sino una convivencia lúcida con él, aceptándola en sus combinaciones libres y creadoras, y beneficiándose de la fortaleza del adversario y las debilidades propias, un poco como el ju jitsu. Un mestizaje de esta naturaleza sólo se diferencia del que se vive en América Latina, porque los mestizos de “aquí”, lo somos racialmente, pero no en el pensamiento (alemán por definición), incluyendo aquél que lo define como problema (á la Krishnamurti y á la Osho).


Ya lo habían dicho los postcoloniales, pero lo fecundo de los decoloniales fue que señalaron el pensamiento como el valor más alto y de mayor calidad en las relaciones de poder entre el eurocentrismo y sus colonias, y fue en mi discusión con ellos, que logré averiguar que el pensamiento, la base de todo, de la que se han beneficiado siempre los filósofos alemanes como sus máximos exponentes, es el gran problema (como lo miró Krishnamurti), no la gran solución, como los decoloniales lo presentan, creyendo descentrarlo en su propio terreno, siguiendo así, sin saberlo, la tradición inaugurada por los pensadores germanos en particular y europeos en general. Espero que alguien con más luces y talento que yo, siga esta línea abierta de exploración que, cada día, me entusiasma menos explicar y que resumiría así: el pensamiento es el gran problema de todo y no la solución.Todos somos alemanes por el pensamiento y judíos por nuestros nombres.


Basta con hacer epistémicamente lo que ya somos epidérmicamente. En verdad, incluso, lo que hacen Poma de Ayala y Cugoano, según la interpretación de Mignolo, no son más que mestizajes cristianos y no paradigmas “puros” y “otros”. Guamán no propone esquemas incaicos absolutos ni Ottobha tampoco esquemas bantúes. Dice un aficionado linguista nicaragüense, en esta línea, que los "nicas" hablamos nahualt castellanizado.


Apenas la escuela decolonial abrazó de nuevo el discurso emancipatorio o liberador, como le llaman ahora, empezó su bancarrota y su desliz (como la CLACSO lo hace desde hace rato) a fuerzas verdaderamente políticas en el subcontinente que terminarán por cooptarlos a costa de dividirse entre ellos mismos, entre los que sostendrán los viejos métodos heurísticos con los que nacieron y los que terminarán abrazando el socialismo del siglo XXI en cualquiera de sus variedades (pese a que ellos apoyen a los "Edgardos Lander" y "Félix Patzis" que los Chávez y Evos Morales marginan y expulsan por sus críticas).


Ahora Mignolo recurre al doble fondo de todo discurso, en sus últimas entrevistas, y empieza a defenderse como político y no como académico. Los marxismos, que decapitó la víspera, ahora quiere reensamblarlos con fragmentos a conveniencia; no es el “afuera” al que se refiere si no a la “exterioridad”; no es emancipación eurocéntrica, sino liberación decolonial; no es la modernidad de “ellos” sino la “nuestra”; no es objetividad sin paréntesis sino con él; no es privilegio epistémico sino derecho; no es pensamiento único sino opcional; no es sobre los contenidos de “ellos” sino sobre los nuestros (que llama “términos de conversación”); no es el cristianismo del Papa y del Rey, sino el de Guamán y Cugoano, etc.


Todo porque está convirtiendo su escuela en un movimiento que empezará a girar alrededor de las reglas del poder, desde que corren el peligro de terminar siendo los intelectuales orgánicos del socialismo del siglo XXI (con Dussel dejándose premiar por Chávez, Walsh apoyando críticamente a Correa, Mignolo alucinando con Evo, Midence sirviendo a Ortega y mi viejo amigo Grossfoguel, enseñando su machete a los infieles, como yo, que amenazan el nuevo dogma ) y no del efecto de verdad (en Mignolo este método se convirtió en fundamento desde que "inventó" -- y lo dice con un cinismo que las normas maquiavélicas lo llamarían a callar, pese a que sea cierto -- a su Aristóteles amerindio y a su Platón afrodescendiente, redondeando su archeos con un telos emancipador y repitiendo exactamente todo lo eurocéntrico que dice combatir) que, por la recaída y bancarrota de su escuela, que empezó interesante, se volvió una escuela prometeica vulgar, necia en atribuir sentido a un dolor que imagina en sujetos que no son ellos, pero desearían serlo, montada sobre los dos ejes más odiosos de occidente: la representación (aunque le llamen acompañamiento y “mandar obedeciendo”) y la emancipación. En el fondo es la continuidad de esa profunda espina atravesada en la garganta occidental: la promesa judía que un día, un día, precisamente ese que no veremos, todos seremos felices.

Wednesday, September 15, 2010

Tragi-comedia en un acto

Tragi-comedia en un acto

Un diálogo interceptado

Douglas Salamanca

Interior, día. El escenario se ha dividido para mostrar dos oficinas contiguas, conectadas por el hilotelefónico. Luis y Rosario están sentados ante sus respectivos escritorios. Ella, mientras habla, se ocupa también de algunos papeles, pasando alternativamente de un legajo a otro. El, en cambio, toma febrilmente apuntes de lo que ella le dice. La escena transcurre en un país muy remoto, y en tiempos inmemoriales.

Rosario: --Aló. ¿Luis?

Luis: --Sí.

Rosario:-- Luis, te llamo para refrescarte algunas orientaciones.

Luis (tartamudeando): -- S-soy todo oídos, mi co-co-comandán… quiero decir, co-co-compañera Rosario.

--Acordáte de lo que te dije: hay que fomentar sobre todo la superstición, el tabú y todo lo que sea alienante. Hay que darles prioridad a las fiestas patronales, de ser posible con mucha chicha bruja y rosada.

-- Sí, compañera.

--Hay que apoyar antes que nada a la cultura de masas. La cultura popular anónima. ¿Entendés?

-- Sí, compañera. Yo he estado promoviendo algunas exposiciones de pintura, pero eso lo he hecho porque…

-- Eso está bien. La pintura es inocua. ¡Pero no quiero otro caso como el de ese bendito prólogo!

-- No, compañera… quiero decir, sí, compañera.

-- Respondés con tu cargo. Hay algo más.

-- Dígame.

-- No fomentés nada que tenga que ver con la organización de los artistas. Es mejor que estén dispersos.

-- Pero en la década de los ochenta…

-- ¡Esos eran otros tiempos! En los ochenta se les apoyó con las uniones y para nada. Hasta casa se les dio a los tales Praxis y todos pagaron mal. Igual los intelectuales. Fueron los primeros en desertar, cuando el barco empezó a hacer agua. ¡Por eso no quiero tener alacranes en mi camisa!

-- Sí, compañera.

-- Respaldá todo aquello que los atomice.

-- Sí, compañera.

-- Cuidado financiás algún tipo de obra que nos critique. Hay que fortalecer la censura. Mantené los ojos abiertos, sobre todo en el área del teatro. Ahí te metieron un gol.

-- ¿Un gol?

-- Pues sí. Me dijeron que en la obra que la Socorro Bonilla adaptó del libro de Alejandro Serrano Caldera se coló una chifleta contra el gobierno. Creo que la dice un tal Mencio.

-- No lo sabía, pero le prometo que de inmediato voy a proceder a investigar y si descubro que ese tal Mencio está implicado…¡voy a despedirlo de inmediato!

En ese momento, entra una secretaria con unas cartas, pero Luis le hace un gesto indicando drásticamente que no es el momento apropiado y que debe irse.

-- Mencio es un personaje histórico, tarugo. Además… ¡Tu trabajo es anticiparte a los hechos! No puedo ocuparme de esas minucias. Ahorita estoy resolviendo el caso del “Hacker de lujo”. Tengo que monitorear a todos los ministerios y casi no me queda tiempo. Yo sola no puedo hacerme cargo de todo. Por eso delego, pero ustedes se me duermen. ¡Así no vamos a salir adelante, ni podremos construir el socialismo del siglo XXI!

-- Sí, compañera Rosario. Pero creo que lo he hecho bien. Con lo de Sergio Ramírez, logré organizar un coro de poetas menores, con los cuales se organizó un evento en el cual ellos que despotricaron contra él y… estuvo todo bastante bonito.

-- Ya sé.

-- Sí, pero ahora…

--¿Qué?

-- ¡Pues que esos benditos corifeos están pidiendo que, como recompensa a su trabajo de difamación, el Instituto de Cultura les retribuya de alguna forma!

-- Bueno, pues buscá que darles. Para eso disponés de una caja chica, que podés manejar a tu discreción. Si es posible, montáles un recital, editáles sus poemarios, o mandálos a algún congreso. O, ya por último, ponelés a dar clases en la Escuela de Bellas Artes. ¡Podés hacer maravillas con el presupuesto, siempre que empleés un poco de creatividad! Con eso quedan ellos más que satisfechos.

-- Sí, compañera. Lo voy a hacer sin falta.

-- A esos plumíferos hay que tenerlos contentos y disponibles, pues son muy serviciales. ¡Los podemos volver a necesitar en cualquier momento! La cosa se está poniendo color de hormiga. Pero no hay que desesperar. La lucha contra la oligarquía es así. ¡El camino es largo y sinuoso!

-- Sí, compañera. La comunidad intelectual internacional nos es adversa.

-- ¡Al Diablo con todos ellos! No quiero ni que me los mencionen.

-- Perdón, compañera.

-- Está bien. Vos sos mi centinela en la trinchera cultural.

-- Seré un soldado fiel.

-- Eso ya lo dijo la Emilia.

-- Entonces seré un buen comisario de la cultura.

-- ¡No uses esa palabra!

-- ¿Cuál?

-- Comisario. ¡Eso recuerda a Lunacharsky!

-- ¿Luna-qué?

-- No importa. Toma nota de esto.

-- ¿Sí, compañera?

-- ¡Por ningún motivo tiene que aparecer el nombre de Sergio Ramírez o el de Ernesto Cardenal mencionado en alguna actividad del Instituto! No los quiero ver ni en folletos, ni brochures, ni invitaciones. Mucho menos en foto. Esas son tus prioridades, y ya sabés que tengo quien te supervise y quien te fiscalice.

--Se hará como usted ordena, compañera.

-- Más te vale. Se viene una madre crisis y no te conviene volver a tu galería, porque los cuadros no se están vendiendo. ¿Tenés el memorándum confidencial que te mandé?

-- ¡Claro que sí!

-- ¿Lo has leído?

Luis toma un papel del escritorio y lo contempla.

-- Leerlo es lo que más hago. ¡Si ya casi me lo tengo aprendido de memoria! Siempre lo consulto, antes de dar cualquier paso importante.

-- Esa es la idea. Si tenés alguna duda, llamáme y me dejás razón con mi secretaria. Y si estoy fuera del país, Lenín siempre puede asesorarte. ¡La cultura está relacionada muy de cerca con la seguridad del Estado! Otra cosa.

--¿ Sí, compañera?

-- Nada de humorismo. Ni de sátiras, ni parodias, ni cosas parecidas. ¿Estás anotando?

-- Claro que sí.

-- No se te ocurra permitir nada de Ionesco.

-- ¿Yo-qué? ¿Cómo se escribe? Díctemelo, tengo el lápiz en la mano.

-- No hace falta. Es un dramaturgo. Preguntále a Salomón; él tiene que saber.

-- Como usted diga, compañera Rosario.

-- Pasando a otra cosa. En ese tal instituto hay muchas malas vibras.

-- No sé, compañera. En realidad, yo…

-- Debe ser porque tenés ahí refugiada mucha sabandija, que me criticaron en el pasado y por debajera lo deben seguir haciendo.

-- Y…¿cuál sería el curso indicado a seguir?

-- Por el momento, mantenélos a mecate corto y bien vigilados –en el memo se explican los métodos--. Y luego, al primer aleteo, hay que aprovechar para expulsarlos. ¡Qué vayan a echar pulgas a otra parte!

-- Sí, compañera.

-- Por cualquier cosa, andá desde ahora elaborándoles un expediente. Prepará bien las cosas, para cuando llegue el momento de ponerlos de patitas en la calle. Procurá que sea algo sólido, para que después no vengan con quejas, ni vayan ante los medios. ¡De protestas estoy hasta la coronilla!

-- Sí, compañera.

-- Eso es todo. Adiós.

--Adiós, compañera.

Los dos cuelgan el teléfono. Luis se queda cabizbajo, perplejo, y rascándose la cabeza, preocupado. Observa una y otra vez el memorando confidencial que recibi, y subraya en el mismo las partes más esenciales. La secretaria se asoma de nuevo y él le indica que entre y se siente. Ella obedece, y le empieza a pasar documentos para que los firme.

Rosario, por su parte, tras colgar el teléfono, se queda meditando un momento, y luego pulsa un timbre en una central que está sobre su escritorio. Se aparece una Asistente, con un lapicero en una mano y un bloc de notas en la otra.

Asistente: A sus órdenes, compañera Rosario.

Rosario: Acabo de hablar con Luis Morales, y creo que no está a la altura de las circunstancias al frente de Cultura.

-- Si, compañera. ¿Y qué ha pensado hacer al respecto?

-- Luis es un buen muchacho, pero es pescado de agua dulce. Necesitamos ahí un zorro viejo y jugado, que tenga más colmillo y más garra, pero sobre todo que sepa interpretar mis orientaciones al centavo.

--Sí, compañera. ¿Piensa despedir a Luis?

--No, porque no quiero armar escándalos de balde, y además, él me ha sido siempre incondicional. No quiero defenestrarlo, sino más bien reforzarlo. Llamáte a Clemente Guido y decíle que lo quiero aquí mañana, a las nueve de la mañana, para una entrevista ejecutiva. El va a ser quien se encargue de chaperonear al otro. ¡Es mejor que hagamos eso, antes de que, con su inocencia, Luis nos meta en un encabe mayúsculo!

-- ¿Y usted piensa que esa medida es la más indicada?

-- Sí, Maribel. ¡Acordáte de que el rancho está ardiendo, y la Magdalena no está para tafetanes!

TELON.