ULITEO LA PAGINA DE "NADIE" (ULISES) Y DE "TODOS" (PROTEO)

Thursday, October 26, 2006

¿Ya no hay oligarquía en el FSLN?

¿Ya no hay Oligarquía en el FSLN?

Por Freddy Quezada

No me haga reír, con todo respeto, amigo Núñez Soto, que se me arruga el cutis. Cuando un escéptico polemiza con un ideólogo, ocurre una cosa curiosa. Mientras el primero no quiere convencer a nadie de nada; el otro quiere persuadir a alguien de algo. Ambos basan las incoherencias de sus discursos en la situación cambiante y contradictoria de la realidad. Pero uno quiere disolverse en ellas y no saber nada del mañana y el otro quiere fortalecer una parte contra las demás, aunque eso signifique cambiar de parecer al día siguiente.

En Nicaragua, Orlando Núñez, nos llega esta vez con su manual de ocasión La Oligarquía en Nicaragua”. Obra que puede ser leída como fue escrita: de una sentada. Está redactada en un estilo que recuerda al de Konstantinov o Afanasiev, cuando eran conminados por Nikita Kruschev y Leonid Breznev a polemizar trabajosa e inteligentemente contra las corrientes a la izquierda del PCUS (maoístas, trotskistas, eurocomunistas, guevaristas, fanonistas, etc) desde arriba y contra una izquierda difícil. Ahora, Orlando Núñez lo hace desde abajo y contra una derecha fácil: la oligarquía.

Toda la obra está consagrada para justificar el pacto entre el FSLN y el PLC. En manos de los ideólogos, nada cambia tanto como el pasado. Ahora resulta que la oligarquía es la fuente de los males del universo (instrumentalizando a los “tontos útiles” somocistas, sandinistas, “contras” y arnoldistas) y, como ese veneno chambón ya está completamente fuera de la circulación sanguínea del FSLN, éste, limpio, se prepara, esta vez sí, a redimirnos para siempre.

La obra, por la positiva y, sin al parecer enterarse el propio Orlando, otorga razón a Eduardo Montealegre y a Edmundo Jarquín. Según ella, el FSLN sigue interesado en mantener el pacto antioligárquico con los arnoldistas en todos los campos (jurídico, político, legislativo e ideológico y, quién sabe, si hasta económico). Mientras su jefe Ortega está calladito sobre el pacto, su ideólogo insiste neciamente en él. Inoportuno mensaje que puede merecerle una regañadita de su jefa de campaña.

El trabajo demuestra que la oligarquía siempre ha dominado Nicaragua, algo que no amerita mayores comentarios por el lugar común de la información, sino la confesión que ni siquiera la revolución sandinista escapó a ella, presente en todos los niveles, desde el ejército hasta la educación y la cultura. Viejas noticias que los “trotskos” y maoístas nicas la repitieron mil veces en la década de los ochenta y por ello sufrieron cárceles y represión. Dice el autor que le impresionó la frase del Comandante Galeano, sobre la idea que todos hemos sido instrumentos de la oligarquía y, si sigue por ese camino, un día nos despertaremos con un Orlando acordándole razón a Ronald Reagan, sobre sus lecciones para corregirnos.

Si usamos el concepto de oligarquía (como concepto económico) con la misma elasticidad y libertinaje que lo emplea Orlando (ignorando la vieja estirpe de ese concepto que los trotskos llamaban “burguesía compradora”; los maoístas “terratenientes”; los prosoviéticos “rentistas feudales”; los dependentistas “lumpen burguesía”; los gramscianos “bloque hegemónico”; los sociólogos weberianos “Junkers latifundistas”; etc. En Centroamérica, incluso Edelberto Torres Rivas siempre lo usó con desconfianza y Jaime Wheelock prefirió definirla como burguesía agroexportadora, ¿cómo prueba Orlando que los Ortega -- Murillo no lo son, que él mismo no es un oligarca intelectual, dentro de la más pura tradición de Robert Michels y su "ley de bronce", heredera de Rosa Luxemburo y el primer Trostky, sobre la oligarquía en el seno de todo partido político?

Se necesita, por ejemplo, mucha influencia de patriarca para montar esas ferias de intelectuales latinoamericanos (que si gana el FSLN van a volver) que montaba en los ochenta. ¿Cómo puede hablar un plebeyo contra la oligarquía, dedicando su libro a personas con apellidos ilustres, como los que figuran en la dedicatoria? ¿Admiración del subalterno que se venga de las aristócratas con las que convive? ¿Tributo de plebeyo al creerse un esclavo vencedor? ¿Por qué no se reconcilia con la oligarquía en general, (ya lo hizo con el Cardenal Obando) como lo ha hecho ya desde hace más de veinte años con algunas de ellas en particular? Para terminar de reconciliarse con todo el mundo, sólo le faltaría amigo Orlando, abrazarse con los “trotskos” y los “maoístas” nicas, esos que sus jefes, entonces oligarcas, los sandinistas, los perseguían, y con los únicos que de verdad el FSLN, si le diéramos crédito a su confesión, debiera reconciliarse hoy a pesar de sus partidos en ruinas: Bonifacio Miranda (PRT) e Isidro Téllez (MAP). Por último, ¡carnaval es carnaval!, reconciliados con el presidente norteamericano (ya Daniel Ortega le reconoció su iniciativa por las remesas de los emigrantes), haga desaparecer las contradicciones de la realidad e invítenos a todos a andar desnudos por ahí, en su paraíso.

Nos preguntamos qué le hace creer a Orlando que la oligarquía ya se fue enteramente del FSLN; dónde cree que están sus empresas, los hijos y familiares que tuvieron con los plebeyos y las plebeyas? Quién cree que son los socios de los negocios del FSLN y sus dirigentes?

Quiénes cree que son los amiguitos, amiguitas y parentelas aristócratas de los sandinistas de alto nivel? Quiénes son esos jovencitos y jovencitas que aparecen en esas fotos de Bacanal nica en los lugares nocturnos más caros para divertirse? Qué cree que hacen en la UAM, en Ave María College, en la UNICA, además de estudiar juntos, amistarse y reforzar sus valores?

En una de esa ferias latinoamericanas que gustaba montar Orlando en los ochenta, recuerdo que una vez presenté una ponencia que llamé “Alfil por Reina”, e invité a que el congreso dominado por sandinistas publicitara la idea de intercambiar a Eugene Hassenfus (el mercenario capturado de un avión derribado) por Nelson Mandela (el líder sudafricano entonces preso por los racistas blancos) y no solamente desconocieron la idea como estúpida, sino que amenazaron con quemar la ponencia y arrestarme por diversionista ideológico.

Esa ponencia, que hablaba en algún lugar también de las bodas y emparejamientos de comandantes, intelectuales y dirigentes sandinistas de la época con las oligarcas, me parece que terminaba con la advertencia que Babeuf hacía a Robespierre en la revolución francesa, con respecto a las bellas mujeres de la realeza:

“¿Qué hacéis pues, plebeyos pusilánimes? Hoy, ellas os estrechan en sus brazos, mañana, os estrangularán”.

Wednesday, October 18, 2006

La representación estadística de lo real

LA REPRESENTACION ESTADISTICA DE LO REAL

Por Freddy Quezada

Partiendo de una nube de puntos, representación atómica de un sociedad sin vínculos sociales fuertes como las de hoy, parecidas a las que sugiere en su última obra Alain Touraine, Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy, podemos presentar tres modelos estadísticos de cómo interpretamos a los demás, desde un punto de vista cualquiera.
Ninguno de ellos puede dar cuenta de la realidad, demasiado rápida y cambiante, para que un grupo crea que puede conocer un porvenir radiante y derivar de ahí su poder para hablar por los demás que no lo conocen, pero lo merecen; o permitirse poder trabajar escenarios tendenciales (alrededor de poder, riquezas, consumos, preferencias políticas, sexuales, culturales, etc) en base a muestras representativas con errores tolerables, cuyo margen no podría alterar (a contrariu sensu de las teorías del derrumbe) las tendencias claras alrededor de los cuales se aglutinan ordenadamente los puntos. O, por último, renunciar a cualquier tipo de pronósticos a través de modelos aleatorios. Los tres modelos pueden ser clasificados desde la propia teoría dinámica no lineal que los subsume a todos.

a) El punto fijo. Es el más primitivo modo de ver a la sociedad. Hay una idea fija que lo que nosotros deseamos y sabemos es por principio lo que los demás, en grados distintos, persiguen aspiran o quieren. Hay un punto focal de certezas extensibles a los demás. Suelen, en versiones refinadas y con discursos complejos, ser vanguardistas. Cuando se presentan encuestas, este tipo de personas son las primeras que se dicen, "a mí no me la hicieron", esas "encuestas son pagadas", etc. etc. Hablan en nombre de los demás con una facilidad que muchas veces raya en el abuso. Pero sus modos de ver el asunto, pesan y deciden.

b) El ciclo límite. Es el de las muestras representativas clásicas, cuyos datos los distribuyen, conforme el teorema del límite central y a través de la ley de los grandes números en la conocida Campana de Gauss. Se mueven con errores muestrales que no pueden ir más alla del 5 % (2.5 a cada lado del cuadrante cartesiano) o de lo contrario son adivinanzas, regresando al estadio anterior. La realidad de cualquier cantidad de puntos al entrar por esos ventanas muestrales (el todo, el universo real, el decimal faltante como le llamó Edward Lorenz) teóricamente se distribuirían a través de la curva interna de forma normal. Es decir, las tendencias no se alterarían más que lo correspondiente al error. Es un modelo viejo y simple, poco científico, visto desde hoy, aunque se mantiene como buen negocio. Tal vez esto explique sus frecuentes yerros, si concedemos que todo lo han efectuado metodológicamente bien, en México con López Obrador, en Perú con Ollanta Humala, en Brasil con Lula, en Ecuador con Correa y los que faltan.

c) El atractor extraño. Este es el que dice que ese decimal faltante o esa cantidad de datos que entran en una muestra representativa para ser regulados y distribuidos con la campana de Gauss, puede reacomodar, de un modo violento e inesperadamente no lineal (por un modelo browniano) toda la distribución interna de los pisos. Cada vez que nos acercamos a la hora cero, los niveles de incertidumbre y complejidad se elevan; nadie sabe a quién creerle y por quién decidir. Las tendencias pueden volverse líquidas y hasta gaseosas, llegando a parecernos al movimiento aleatorio que descubrió Robert Brown. Si miran el modelo del enlace anterior, y asumen que hay dos o tres puntos fijos contra los cuales chocan los puntos, pueden jugar con él incluso, pulsando la orden "paso a paso", simulando que cada teclazo (pueden ponerle a cada punto las siglas de su partido favorito, si lo desean) es un día más que nos acerca a las elecciones y verán cómo todo se altera. En los sistemas sociales, complejos, abiertos y altamente sensibles a las condiciones iniciales, la menor vibración puede cambiar todo. Por ejemplo, si una encuesta se hace sobre cinco candidatos una semana antes (como la promovida por el END, UCA y Cámara de Comercio) que dos de ellos se hospitalizen por problemas de salud bajo el síndrome de Herty, ese efecto puede levantar por los aires, todas las tendencias. O talvez no, pero no lo podemos saber. De lo único que estamos seguros, es que no estamos seguros de nada.

Wednesday, October 11, 2006

Los registros de la representación

LOS REGISTROS DE LA REPRESENTACIÓN

Por Freddy Quezada

Si de verdad alguien quiere impresionar con el lenguaje (pero no el de los charlatanes que se dirigen a uno con ese tonito de Naciones Unidas para no pelearse con nadie o de informes para organismos internacionales, con un vocabulario neutro e irritante, cuya precisión confunde por el empleo abusivo de eufemismos y cuya ambigüedad ofende cuando no los logran inventar), hay que leer a Heidegger o a Derrida.

La representación mental (vorstellung) o como modelo (darstellung), cree en una verdad que le llega de una correspondencia del objeto con su sujeto a través de un método científico. Desde el punto de vista del poder, sólo puede ser legítima en aquellos casos expresamente señalados, como las representaciones legales (abogados) y las electorales (liderazgos). Incluso aquí, sigue siendo oportuno recomendar un escepticismo sano y un rígido escudo de reglas anarquistas (como las de la Comuna de París) de los representados para controlarlos a través de la penalización de las promesas. Pero de lo que en verdad queremos hablar es de los registros de la representación.

¿Cómo pueden los conceptos, esos asesinos de diferencias, dar cuenta de la infinita variedad y movimiento continuo de los seres y cosas, perfectas en sí mismas, sin profundidad inventada ni historias liberadoras, ignorándose unas a otras o comunicándose y cambiando fluidamente, abriéndose sólo por un instante suficiente para donarse, ofrecerseal arte de sorprenderse sin deseos, rayo celeste que captura sin juicio sólo un arte gratuito? Se es lo que se es. Ses.

Hay, además de los cuatro tipos (positivo, negativo, poietico y epicúreo) ya presentados en otro trabajo, tres registros de la representación:

1) O estamos viendo lo que ya vimos, siempre de espaldas, como el ángel exterminador, no al futuro sino al presente, viendo las cosas destruidas. Hablando siempre de ausencias y manipulando imaginarios que la llenan, la crean y la hacen retroceder para desde ahí construir futuros. El imaginario reversible lacaniano. Soñar que podemos regresar al vientre; que la presa devora al depredador. Crear mundos como los artistas o inventar utopías como los ilustrados.

2) O seguimos el curso del ser y estamos diciendo una cosa para deshacerla en el movimiento siguiente y contradecirnos en el sucesivo y regresar al primero y retorcerlo, anularlo, romperlo o repetirlo, etc. Es decir, contradecirnos sin importarnos en lo más mínimo las reglas impecables de la lógica y el pensamiento lineal, dual y geométrico. El real irreversible lacaniano. Salimos del vientre para siempre y la presa no puede ser el cazador. La realidad de los escépticos que “es”, sin más. Crear realidades como los políticos.

3) O callarnos, como los místicos, en el proceso segundo, en virtud de que el mapa y el territorio coincidan en la escala (1:1) haciendo sobrancero el lenguaje y el pensamiento o usándolos para jugar. El simbólico agonístico lacaniano, que incluye al silencio. Crear juegos para explicar (ërklaren) y comprender (verstehen) mundos como los científicos.

Tales salidas son precisamente las que nos hacen circular dentro de las burbujas clásicas: recordar a través del sentido constituyente (grund) o enloquecer (las incoherencias) o callar (la disolución). O contar los fundamentos desde las nostalgias; o a través de uno mismo decirnos disparates; o desaparecer. El fundador (Darío), el loco (Cortés) y el místico (Pallais). Todos, el mismo: Ses.